martes, 29 de mayo de 2012

Lo que de verdad importa

©RM
El Casco Viejo, como si fuera Estocolmo
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Atardece en Bilbao

Bilbao, 2012. Año del fin del mundo. Y si es verdad que llega, que nos pille bailando. De nuevo. Así que vamos a empezar la sesión con algo de música: 


Se trata de James, con su hit “Sit down”. Para los que nunca los hayáis escuchado os contaré que, a pesar del vídeo, al cantante se le conoce por no parar quieto en el escenario en sus actuaciones en directo. Y os puedo dar fe de ello, pues cuando los vimos en Madrid
El grupo James
hace ya un par de años, aunque eran bastante más mayores de lo que aparecen el videoclip, él no paró de moverse en ningún momento… A pesar de que estaba con muletas por un accidente. Llevaba la cabeza afeitada y una camiseta con dos pechos reproducidos de tal manera, que según le diera la luz de los focos, parecía que realmente tenía tetas. Pero lo que más flaseados nos dejó a mi marido y a mí (me encanta hacer referencias a mi estado civil, así, a tontas y a locas) fue que el trompetista no sólo tenía el pelo como el mudo de los hermanos Marx pero en moreno, sino que (sin ningún tipo de parafernalia travesti ni mucho menos, todo muy hetero) llevaba puesto un vestido de señora y también bailaba sin parar de lado a lado del escenario… Surrealista como la vida misma.
Los infatigables Hermanos Marx

Os pincho hoy esta canción porque me ha salido en mi MP3 mientras estaba en la playa (casi vacía) mirando las olas, y me ha dado unas ganas de vivir enormes. Ha sido mi primer día de playa, después de una primavera infernal de lluvias y bajadas de temperatura. Me he acercado sólo a ver el mar porque hacía medio bueno, pero una vez allí no he podido evitar despelotarme y tumbarme al sol. ¡Qué maravilla! Ésta era una de las razones por las que quería volver a Bilbao, para estar más cerca del mar y aprovecharlo en ratos muertos. En Madrid me iba a sentar bajo un árbol junto al Museo del Prado. Aquí me voy a ver el mar. Además, para mí la playa de Larrabasterra está muy conectada a mi juventud, a tardes, mañanas, días pasados allí, con amigos, con parejas, en soledad (como hoy) y siempre, siempre, me ha dado un sentido de libertad que en pocos sitios más he conseguido (quizá recorriendo alguna ciudad nueva por primera vez, también solo). Puede que sea simplemente por estar allí sin ropa, en plena naturaleza, con los montes detrás enmarcándolo todo. Recuerdo cuando estaba en la uni que en mañanas nubladas me iba yo solo cruzando la ría en “el gasolino” (todavía no había metro) y luego cogiendo el antiguo tren de la margen derecha. Muchas veces tenía la playa para mí solo, rodeado de niebla, otras veces me encontraba allí con amigos que habían tenido la misma idea. También recuerdo con especial cariño confesiones y conversaciones íntimas sobre un saliente de rocas en forma de semicírculo que se adentra en el mar…

El monte y el mar. No sé si ya os lo había dicho, pero fueron dos potentes razones para volver a mi tierra. Deben de estar entroncados en mi ADN, porque llevaban años llamándome, trayéndome de vuelta como antiguas sirenas... Y desde luego, los amigos, la familia, los conocidos… Encontrarse con tanta gente por la calle, en el metro, en las tiendas… Las Navidades pasadas, en mi visita anual a Londres, quedé para tomar un café con una amiga alemana que en mis tiempos allí fue mi jefa durante muchos años (una de las mejores que he tenido nunca). Marina tendrá unos añitos más que yo y en los últimos tiempos ha sufrido la pérdida de varios de sus mejores amigos por esa terrible enfermedad que es el cáncer. Total, que hablando de lo divino y de lo humano (y nunca mejor dicho), nos preguntábamos qué sentido tenía todo esto, la vida, el paso del tiempo, nuestra presencia aquí (sobre todo para los que no tenemos hijos ni vamos a tenerlos), y Marina me dio la clave que en el fondo yo siempre había sabido: LA GENTE, LAS PERSONAS, LOS AMIGOS. Me dijo: “¿No te das cuenta de que cuando miras fotos del pasado, lo único que realmente te interesa son las caras, los rostros de los amigos con los que compartiste experiencias? Los edificios, los paisajes, están allí, pero ya los viste en su momento y hoy en día los puedes encontrar con mucha más calidad en internet. Lo que realmente importa son las personas que hemos conocido a lo largo de la vida.” Y qué razón tenía Marina (por cierto, nombre de sirena también). ¿No os ha pasado muchas veces que daríais lo que fuera por tener una instantánea de una experiencia concreta, de un día, de una tarde, de un café, de una conversación… para poder atesorarla y contemplarla tantas veces como queráis rememorar ese momento? ¿Y por qué? Pues por la gente con la que lo compartimos. 

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Mi Bilbao de película
¡Cómo se nota que hoy sí que estoy cumpliendo lo de no hablar de política ni de religión…! No pienso ni mencionar que el presidente del Consejo del Poder Judicial se va de rositas tras haberse pegado unos buenos viajes a Marbella a cuenta del erario público. Ni siquiera tendrá que dimitir. Sin embargo Garzón, ya vemos dónde está. Y a Javier Krahe le juzgan por blasfemia porque en el año 77 sacaron en televisión un corto suyo en el que enseñaba una receta para cocinar… un cristo crucificado. ¡Por blasfemia, en el año 2012! Sólo podía pasar en este país de pandereta. Y mientras ellos siguen sin pagar el IBI, sin pagar por abusos a menores y por robos de bebés… Pero no me tiréis de la lengua que ya sabéis cómo me pongo… Así que sigamos. 

El otro día, o mejor dicho, la otra noche, soñé que entraba en un bar y pedía… ¡¡¡una Mirinda de limón!!! ¿Os lo podéis creer? Y ni siquiera era un corto de Álex de la Iglesia… El caso es que es verdad que yo, cuando era pequeño, pedía siempre Mirinda de limón, especialmente cuando estaba con mi primo, porque aparte de que nos gustaba su sabor, también nos encantaba que en la mayoría de los bares no la tenían, con lo que los pobres camareros tenían siempre que dar explicaciones a nuestros padres. Y ellos siempre nos decían: “¿Por qué no os pedís otra cosa?” Y nosotros: “No, queremos una Mirinda de limón”. ¡Cómo nos debían de odiar aquellos camareros…! El caso es que en mi sueño estaba viajando con mi marido y con mi madre y llegábamos al pueblo de la Rioja donde, de pequeño, pasaba a veces vacaciones y fines de semana porque mis tíos tenían allí una casa. Total, que entramos los tres en un bar en la plaza del pueblo y pedimos… ¡Mirinda de limón! Y claro, no tenían y nos tuvimos que conformar con un Kas de naranja… ¡Qué curioso, es lo que nos pasaba de pequeños! Después he leído que ya están experimentando con la wifi para… ¡Introducir publicidad en los sueños! ¿Estaré siendo objeto sin saberlo de un experimento para ver si funciona? La verdad que cuando me desperté no tenía unas especiales ganas de tomarme una Mirinda de limón (hace años que no bebo refrescos, los encuentro absurdos). Pero lo que sí que tenía unas enormes ganas de hacer era… Volver a vivir uno de esos días de libertad que disfrutaba en aquel pueblecito, con mi prima y mi cuadrilla de allí… son de los mejores momentos que recuerdo de mi niñez. Y no tengo casi ninguna foto de ellos. Me encantaría por ejemplo haber inmortalizado uno de los momentos en los que nos tumbábamos en las toallas, mojados después de habernos bañado en el río, y nos dejábamos llevar por charlas trascendentes o intrascendentes… Para mí la sensación de oír aquellas voces amigas, sentir el calor del sol sobre mi piel mojada, escuchar el sonido del río a mis espaldas… Es uno de los recuerdos fetiche a los que he vuelto una y otra vez a lo largo de los años. Aquellos rostros, aquellas voces, eran mis mejores amigos de la niñez. Revisitaría esos momentos cualquier día, en cualquier momento, con o sin fotos. Las excursiones en bici, las carreras de vuelta del río cuando nos sorprendían tormentas de verano y volvíamos a empaparnos, nuestras absurdas representaciones teatrales (siempre de terror, las llamábamos Nosferatu y las numerábamos…), las sesiones de espiritismo… ¡Dichosa máquina del tiempo! ¿Dónde estás cuando la necesitas? Definitivamente son las personas las que importan. Con aquellas en concreto yo aprendí a ser amigo. Y empecé a acunar en mi interior una valoración especial hacia la amistad.

Creo que confirmé este sentimiento cuando entré en el instituto y conocí a las personas que hasta día de hoy, han sido y son, mis más viejos y queridos amigos. Quizá lo veo así porque mañana he quedado con ellos para comer, en plan íntimo (me llevaré la cámara, no sea que dentro de unos años me arrepienta). Pero es verdad que a lo largo de los años (y son ya muchos, nos conocemos desde que teníamos 14) hemos compartido lo mejor y lo peor que nos ha pasado: amistades, rencillas, amores, desamores, enfermedades, muertes, trabajos, vacaciones, bodas, hijos, separaciones, casas, ilusiones, sueños, rutinas… ¿Qué más se puede pedir? Con ellos fue con los primeros que salí del armario cuando aún tenía sólo… 16 añitos. Hace nada, en realidad. Y desde un
Jesús Vázquez, tan gupo como siempre
primer momento fueron mi mayor apoyo. Y eso que en aquel tiempo ni siquiera existía la expresión “salir del armario”. Ni habían llegado Jesús Vázquez ni Boris Izaguirre, ni Iñigo Lamarca… Quizá esté particularmente sensible a las amistades de mi promoción desde que un compañero de instituto nos contó que tiene metástasis… Así que para todos los compis, coleguis, amigos y amigas que han pasado a lo largo de los años, os dejo aquí un vídeo de buen rollito que te da ganas de estar allí y ponerte a bailar con ellos: 


Es una flashmob de ésas que están tan de moda últimamente. Lo mejor es quedarse con las caras de felicidad de la gente que se encuentra la sorpresa de un poco de música y baile a primera hora de la mañana, camino del trabajo. ¿No os encantaría? A veces la vida debería dejar de ser una monserga y transformarse en un musical como los de antes, en plan “Cantando bajo la lluvia”. ¡Todo el mundo a bailar!

 

domingo, 20 de mayo de 2012

Todos contra la homofobia


La B de Bilbao. Foto sacada por mi amiga Lidia
Bilbao 2012, año del fin del mundo. Anoche fui al concierto de La Casa Azul (conciertazo, vaya directo, no paramos de bailar) y me quedé con una frase que dijo Guille Milkyway: “si esto es el fin del mundo, que nos pille felices, bailando…” Así que esta vez sí que sí, hay que comenzar con música. Sin lugar a errores. Pegaros este link en otra pestaña y que os sirva de guía rítmica por este nuevo relato: 

 
Sí, se trata de “MacArthur Park”, uno de mis temas preferidos de Donna Summer, conocida como “la reina de la música disco”. Porque con ella, en los años 70, las pistas de baile se llenaron de lentejuelas y de esas bolas de cristalitos plateados que se han convertido ya en símbolo de una época… ¿Y por qué es esta canción una de mis favoritas de esta gran reina que acaba de dejar su trono vacío? Pues porque aparte del ritmo endemoniado que hace que estés donde estés tus pies no puedan parar y se vayan por sí solos y te apetezca ponerte a hacer posturitas a lo John Travolta en la cola del bus o en el supermercado, además tiene las letras más surrealistas que haya escuchado nunca en una canción. Parece un tema super dramático. Y realmente lo es. Pero no por las razones que nos esperamos. Y si no, escuchad la estrofa principal: 

“Alguien se ha dejado el pastel en la ventana bajo la lluvia, y no creo que pueda superarlo, pues me llevó tanto tiempo cocinarlo… Y jamás volveré a conseguir la receta. ¡Oh, no…!”


Esto podría ser la vida hoy en día...
¿Es esto surrealismo o qué? Y pensar que a mí, de joven (o sea, de más joven) no me gustaba el surrealismo... Pero según me voy haciendo mayor me parece lo único que tiene sentido en esta vida, el surrealismo. Porque la vida es surrealismo puro y duro. Y si no, abrid un periódico cualquiera por una página cualquiera. Seguro que lo que leáis podría ilustrarse con un cuadro de Dalí. Pero no, hoy no os voy a hablar de política. Ni de religión. Que ya sabéis cómo me pongo. Hoy quiero hablar de grandes divas que se van. Y de homofobia. Mejor aún, voy a hablar de grandes divas y de homofobia a la vez, porque son ingredientes que se mezclan muy bien en el mismo plato (de discos, se entiende). Como os podéis imaginar todo esto viene porque Donna Summer nos dejaba este pasado jueves, día 17 de mayo. Murió relativamente joven. Y digo lo de relativamente porque a mí, los 63 años cada vez me parecen más jóvenes. Sobre todo para morir. ¿Que por qué me ha afectado tanto la muerte de la Summer? Hombre, pues lo primero porque aparte de reina de la música disco, también fue una de las primeras divas gays, antes incluso de que se inventara ese término, antes incluso de la llegada de Madonna. Sin embargo, para cuando empezó a brillar la Summer con sus lentejuelas y su pelo leonino, ya había habido alguna diva gay anterior. Y si no que se lo digan a Judy Garland, auténtico símbolo de todos los gays anglosajones de las décadas de los 40, 50 y
Judy Garland, la diva
60. ¿Por qué? Pues me imagino que porque fue la única que se supo poner los zapatitos rojos que la llevarían por el camino de baldosas amarillas hasta el mundo de Oz, ése en el que todo era posible. O porque tenía una sensibilidad atormentada y desgraciada con la que muchos gays de la época se identificaban. O porque se casó con dos gays y siempre estuvo rodeada de amigos homosexuales. O porque se suicidó, como tantos gays de la época (y de mucho después) hacían. El caso es que su muerte en 1969 fue lo que motivó el inicio del movimiento gay tal y como se conoce hoy en día. Fue en Stonewall, un bar de Nueva York frecuentado por homosexuales y transexuales, donde sus clientes, especialmente sensibles ante la muerte de su adorada diva y hartos de las continuas redadas y hostigamientos de la policía de la ciudad, decidieron rebelarse y enfrentarse a ellos. Los vecinos de Greenwich Village se les unieron y les sacaron la cara, dando lugar a unos cuantos días de auténtica batalla campal contra las fuerzas de seguridad, que hoy se reconoce como el inicio de la lucha del movimiento gay por sus derechos civiles. Menuda catarsis debió ser. ¿Algún 15M tendrá tanto efecto?

©RM
En todas partes sigue habiendo homofobia
Mucho han mejorado las cosas desde entonces, al menos en los países del primer mundo. De hecho en muchos de ellos ya hasta nos podemos casar legalmente (aunque el partido que gobierna ahora aquí sigue teniendo en pie un recurso ante el Tribunal Constitucional para evitar que los gays podamos disfrutar de los mismos derechos civiles que los heterosexuales, en una demostración más de que ellos y ellas no creen en la igualdad). Y todo esto viene a cuenta de que mucha gente se piensa que ya está todo conseguido, que no necesitamos hacer más ruido. Y están muy equivocados. El 17 de mayo moría Donna Summer, ¡qué paradoja! Porque era el día internacional de lucha contra la homofobia (también la lesbofobia y la transfobia, pero como eso complica mucho el término yo prefiero usar sólo el primero, que lo engloba todo). Y porque la Summer había sido, en sus mejores tiempos, una de las pioneras en esto del “divismo gay”. Muchos de sus seguidores pertenecían a dicha comunidad. ¿Por qué? Pues me imagino que porque salían mucho de marcha y les encantaba bailar la música disco que ella hacía. Y porque veían en ella a una mujer de personalidad fuerte que, a pesar de ser negra, había llegado a la cima. Un auténtico ejemplo a seguir. Sin embargo la Summer protagonizó su propia bajada a los infiernos. Hubo un momento en su carrera, ya en los 80, cuando (¡oh, horror de los horrores!) se convirtió al cristianismo renacido (una facción dentro de la Iglesia católica que lleva todo a sus extremos, algo así como la filosofía de Rouco Varela mezclada con la del obispo de Alcalá, ups, había prometido no hablar de religión). Y ahí llegó su caída. Dicen (y esto nunca ha sido confirmado, ya que ella misma lo desmintió, no sabemos si porque realmente no lo dijo o porque vio peligrar las ventas de sus discos) que en un concierto en 1983 les dijo a un reducido grupo de fans gays con los que charlaba entre bambalinas: “He visto el mal de la homosexualidad salir de vosotros, el SIDA es vuestro pecado”. Rápidamente fue publicado en la revista gay “The Advocate” y el rumor corrió como la pólvora. Muchos locales gays dejaron de pinchar su música. Yo mismo recuerdo cómo, a finales de los 80 y aún a principios de los 90, en algunas discotecas gays, nos salíamos de la pista si ponían una de sus canciones. La carrera de la diva nunca se recuperó. Quizá no fue realmente por esto, sino porque su nueva forma de pensar la llevó a hacer un tipo de música que ya no encajaba con su público, que para entonces ya había encontrado sustitutas en las figuras de Madonna o Kylie Minogue. ¿No os parece paradójico que Donna Summer, envuelta en esa polémica, muriese precisamente el día internacional de la lucha contra la homofobia? ¿Qué pensarán de esto los fanáticos religiosos?

Madonna en pose
Kylie en plan diva


 No sé si será cierto o no. Pero lo que sí es indudable es que la Summer nos dejó una serie de canciones que son todo un himno a la alegría del baile. Y si no, comprobadlo en el siguiente link: 

 
Se trata de “No more tears (Enough is enough)”, que cantó junto a otra diva, Barbra Streissand, en el año 1979. Y a esta canción le debo yo muchos momentos inolvidables de mi trayectoria. Recuerdo bailarla sin parar a altas horas de la madrugada en mitad de los 90, con mi amiga Marta, en un apartamento perdido de algún barrio de Londres. Habíamos ido a una fiesta de disfraces de temática años 20 a casa de un ligue de Cerdeña que yo tenía por aquel entonces. Recuerdo cómo fuimos en el autobús, vestidos para matar, Marta con sus flecos y su vestido de cintura caída, con cinta en el pelo para bailar el charleston, y yo con un smoking super elegante con pajarita y pelo engominado con onda… Ciertamente dábamos el cante incluso en una ciudad anónima como es Londres. El caso es que cuando ya nadie tenía ganas de fiesta, serían ya las 7 de la mañana, a alguien se le ocurrió poner esta canción. Recuerdo el suelo del salón enorme, de baldosas blancas y negras, como un tablero de ajedrez, con la primera luz del día entrando por las ventanas. Y Marta y yo, muy años 20, bailando como descosidos al ritmo setentero de Summer y Streissand. En cuanto acabó la canción, Marta agarró un puchero y se puso a cocinar pasta para los invitados, la mayoría de ellos italianos. Años después, ya en Madrid, la misma canción nos sorprendió a Marta y a mí, siguiendo a una de las carrozas del Orgullo Gay. Y cómo no, la volvimos a bailar como si nos fuera la vida en ello. Sólo por eso, para mí Donna Summer es y será siempre, una gran diva. 



 Lo que no quiere decir que no haya que seguir luchando contra cualquier forma de homofobia, ya sea en declaraciones de esposas de ex presidentes sobre peras y manzanas o en sermones de obispos en misas televisadas o en insultos por la calle. Porque, perdonad que os diga, si nunca os han insultado por la calle, si nunca os han llamado “maricón”, así, con odio y resentimiento, ya sea en el colegio o en cualquier parte donde hayas andado con todo tu derecho y toda tu pluma o ausencia de ella, entonces no podéis entender lo que es la homofobia. Porque a pesar de los cambios en la sociedad, sigue habiendo ataques homófobos, incluso crímenes homófobos, o suicidios adolescentes provocados por la homofobia de sus compañeros de clase. Y ocurre aquí, en nuestro propio país, en nuestro barrio, no sólo en uno de los 80 países que aún condenan la homosexualidad con penas de cárcel y hasta con la muerte. Los que piensan que el SIDA fue un castigo divino aún andan entre nosotros. Sin ir más lejos la semana pasada en Grecia, miembros de un partido neonazi se fueron al barrio gay de Atenas y se manifestaron con antorchas y pancartas que decían: “Ahora son los inmigrantes, los siguientes seréis vosotros”. Por eso, sigue siendo necesaria la lucha contra la homofobia. Y mientras palabras como “maricón, mariquita, marica, mariconada, tortillera, camionera, sarasa, pluma” y tantas otras, se sigan usando como parte de nuestro vocabulario habitual, la homofobia seguirá estando vigente en nuestra sociedad. Sólo en un día de la Semana Grande de Bilbao del año pasado se cometieron tres agresiones homófobas. Sin embargo, un reciente estudio dice que el 81% de los jóvenes vascos están a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. Mientras este tipo de estudios se tengan que seguir haciendo, eso quiere decir que la homofobia sigue existiendo. Aquí y ahora. Mientras no haya políticos, futbolistas, camioneros, actores, abogadas, alcaldesas, cantantes, fontaneros, electricistas, que vivan abiertamente su homosexualidad o transexualidad, mientras a tanta gente le siga preocupando lo que cada cual hace en su propia cama y se sientan con derecho a opinar sobre ello, eso quiere decir que aún vivimos en una sociedad malsana. Todavía hay quien nos considera enfermos. Y yo me pregunto, ¿quién está enfermo de verdad? Ya sólo me queda parafrasear a la Summer y decir: “Enough is enough”.  

©RM
Atardecer en la ría de Bilbao

martes, 15 de mayo de 2012

Una ciudad rojiblanca


©RM
©RM
Bilbao 2012, año del fin del mundo… Pero quizá aún haya esperanza. ¿Por qué? ¿Será porque la izquierda gobierna en Francia y le lleva la contraria a la gran panadera alemana? ¿Será porque los chicos del 15M vuelven a tomar las calles y la policía vuelve a tomarles a ellos haciendo uso de aquella ley que prohíbe grupos de más de 20 personas y que creo que surgió para combatir el terrorismo años ha? ¿Será porque Obama se ha convertido en el primer presidente americano en apoyar el matrimonio gay? ¿O será porque el sol vuelve a brillar en esta brumosa ciudad después de que en abril lloviera 29 de los 30 días que tiene en el calendario? En realidad la esperanza es que en Bilbao, capital portuaria (o casi), industrial, vasca, rebelde, independiente, separada… ha vuelto a brillar con la unidad de sus gentes. Por encima de la ideología política, por encima de la clase social o incluso de la procedencia o la identidad sexual, Bilbao ha demostrado que miles y miles de personas pueden echarse a la calle bajo una única bandera: la rojiblanca. La ciudad entera (y alrededores, o sea, el Gran Bilbao, ¡qué bonita expresión!), como demuestran las fotos que acompañan hoy esta entrada, se tornó rojiblanca. Nunca había visto yo algo parecido, tanto fervor, tanta alegría y unión… (tenéis que recordar que llevaba más de 20 años fuera de aquí) Fachadas enteras cubiertas con las banderas, familias en la calle, cuadrillas, desconocidos, todos unidos con un único grito: “Aupa, Athletic”.

Cualquiera que me conozca mínimamente sabe que a mí, el único momento del fútbol que me interesa, es aquel en el que los jugadores se atreven a quitarse las camisetas mojadas… Y siempre me quejo de que no haya más primeros planos (al fin y al cabo, lo mío es el cine, como decía uno de los electroduendes en la añorada “La bola de cristal”, que yo
"Lo mío es el cine..."
me empeñaba en ponerles a mis hermanos pequeños para que me salieran modernos…). Pero es verdad que, en tiempos tan tristes y tremendistas como los que vivimos, que haya un motivo de alegría e ilusión para unir a todo un pueblo (generalmente separado) es digno de tenerse en cuenta. Y eso que yo no vi ni el partido (nunca he visto uno, lo confieso, hace poco me enteré de que los equipos, a mitad de juego, cambian de lado en el campo…). Pero el espíritu era contagioso, no he visto nada así más que en las Fiestas de la Semana Grande de Bilbao. 

©RM

Y ahí es donde me surge una pregunta. Si la vida se puede parar durante casi un día entero por un partido de fútbol, ¿cómo es que no se para también ante una reforma laboral y social que nos está dejando en bragas? ¿Cómo es que esa misma furia celebratoria que une a miles y miles de personas no se convierte en furia contra los tiranos a los que estamos dejando que se rían de nosotros? Nacionalizan los bancos que no funcionan para quedarse con sus deudas en lugar de hacerles pagar por sus errores, mientras sus directivos se van de rositas con pensiones millonarias. Sin embargo, las empresas públicas que funcionan, como los transportes públicos, los privatizan, para que los beneficios se los lleven otros y los usuarios empecemos a notar una bajada en la calidad del servicio (es lo que va a pasar en Bilbao con los autobuses urbanos, el Bilbobus pasa a manos de ALSA). El novio valenciano de una mujer china tiene que pagar millones por un tratamiento contra el terrible cáncer de su pareja, mientras la Espe se dedica a privatizar sus hospitales y a seguir inaugurando centros médicos que luego no llegan ni a usarse. Los ciudadanos tenemos que pagar nuestros impuestos religiosamente, mientras la religión católica, es decir, la Iglesia, no paga ni el IBI (sorprendentemente, los ayuntamientos que le están pidiendo que lo haga son del PP, está
Foto de El País
claro que ante el dinero no hay fe que valga…). Los detenidos en las concentraciones del 15M pueden ser condenados a penas de 2 a 4 años por resistirse pacíficamente (mirar sus rostros de estupor ante los excesos policiales), mientras que el yerno del rey seguro que se va de rositas tras, presuntamente, robar y robar dinero público. Y el presidente del Supremo se pegó no sé cuántas vacaciones en Marbella (por ahora se han comprobado 18) a cuenta del erario público (o sea, de nosotros). Y eso que el susodicho es confeso usuario de misa diaria (católica, se entiende) Pero luego los que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades somos nosotros, los currelas. Lo que no le evita al
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Ayuntamiento de Bilbao gastarse más de 8.000 euros de dinero público para llenar la ciudad de banderitas del Athletic… Todo sea para animar la afición y el turismo. Lo único que tiene sentido en todo esto es que el caso del obispo de Alcalá de Henares, el infame Reig Plà, está siendo estudiado por un juez para verificar si incurrió en delito al difamar a todos los homosexuales en vivo y en directo, a través de su aparición en La 2 (pagada por todos nosotros, homosexuales o heterosexuales o bisexuales o trisexuales o multisexuales…) al vincular homosexualidad y prostitución (puede que en realidad la única manera de sexualidad que el tipo haya conocido sea ésa, la prostitución. Claro que, mejor eso que la pederastia a la que se dedican muchos de sus compinches…). Ya sólo el hecho de que se hayan abierto diligencias previas quiere decir que hay indicio de delito. Y mientras, el presidente del gobierno, para más inri, admite que todos los terribles recortes se están haciendo, “tarde, mal y a rastras”… Pues vaya seguridad que nos inspira…

Pero vayamos a por más buenas noticias. Como que los estudiantes de todos los niveles educativos de este país, estén a punto de realizar una huelga histórica el día 22 de mayo. Va a ser la primera vez que se unen en una protesta desde la educación infantil hasta la universitaria. Y es que la situación lo merece. La unidad hace la fuerza. Y si el ánimo de los leones puede paralizar una ciudad, el impulso del pueblo también puede paralizar un país. Echar un vistazo a este artículo publicado hoy en El País, que cuenta la experiencia de una ciudadana que simplemente pasaba por Sol camino de su casa. No tiene desperdicio. 


Foto de El País
Y para dulcificar el ambiente, os ofrezco el final de este culebrón hollywoodiense que es “Sublime Confrontación”. O lo que es lo mismo: “The Halcyon sisters”. Pero antes, poner este link en otra pestaña de vuestro buscador y usarlo como banda sonora. Se trata de Joan as police woman, un nombre extraño (hace referencia a la mujer policía interpretada en los 70 por Angie Dickinson, menudas piernas tenía) que esconde una voz divina. Tuve el placer de verla en directo el año pasado en Madrid. Disfrutadlo. 


©RM
"El origen de la rivalidad sólo pudo ser un hombre... Estrella invitada: Bette Davis como la señora Halcyon"
Dos hermanas nacidas en una familia rica. Una misma pasión: la interpretación, el teatro, el cine… Ya desde pequeñas organizaban sus propias representaciones en la mansión de los Halcyon, ayudadas por amigas del colegio y por las múltiples criadas que las adoraban. Su madre, estricta mujer multimillonaria (la gran Bette Davis), trató de desalentar semejante afición, no digna de su clase. Pero la pasión de las niñas pudo más. Estaban tan unidas que nunca se plantearon que iban a entrar en una de las profesiones más competitivas del mundo. Se adoraban y nunca pensaron que nada, ni nadie, pudiera interponerse en el cariño que sentían la una por la otra. La del pelo azabache y los ojos violeta, Miriam, tenía un carácter dulce y caprichoso, hacía que todo el mundo la adorase. La otra, Vivien, la del pelo casi pelirrojo, era más insegura, más retraída, pero poseía una sensualidad innata que desde muy joven volvía locos a los hombres. Las dos entraron a la vez en Hollywood por la puerta grande. La pelirroja ya se había vuelto rubia… Eran la combinación perfecta, una rubia platino y la otra morena ébano. Incluso interpretaron juntas algún musical de juventud con bastante éxito. Y hasta dejaron sus huellas juntas en el Paseo de la Fama….

Entonces llegó él, Steve (Montgomery Clift). Alto, moreno, guapísimo, con unos ojos
©RM
"Primero se casó con una..."
que casi podían competir con los de Miriam. Era educado, sensible, las trataba como a auténticas damas… Y claro, las dos se enamoraron locamente de él. Y allí empezó el problema. Las hermanas empezaron a negarse a seguir trabajando juntas. Es más, comenzaron a competir por los mismos papeles, llegando a las más oscuras artimañas para conseguirlos y así tener más éxito que la otra. Se volvieron locas por conseguir un oscar. Y todo se fue al garete cuando Miriam consiguió que Steve se casara con ella. Vivien no pudo superarlo. Se intentó suicidar varias veces, se casó con el primero que se lo propuso, se divorció, se volvió a casar, a divorciarse… Pero Miriam no era más feliz que ella. Su matrimonio no funcionaba y sólo ella sabía por qué. Sin embargo sus carreras iban lanzadas por encima de todas las estrellas del firmamento del celuloide. Se habían convertido en auténticos iconos de la década de los 50. Pero hacía ya tiempo que nunca aparecían juntas en público. Y se decía que en privado no se hablaban desde hacía años.

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"...Y luego con la otra."
Miriam y Steve acabaron divorciándose. Y Vivien aprovechó la ocasión para ser el consuelo de Steve. O quizá ya lo fuera incluso antes del divorcio. Se casaron. Miriam nunca se lo perdonó. Pero la venganza era dulce. Porque ella sabía que ese matrimonio sería tan infeliz como el suyo. Ella conocía el secreto de Steve. Sabía que era un alma atormentada. Sabía quién era su único y auténtico amor…

“The Halcyon Sisters”, que aquí se iba a llamar “Sublime Confrontación”, nunca llegó a rodarse. Dicen que los enfrentamientos entre Marilyn Monroe y Elizabeth Taylor durante las primeras lecturas de guión fueron tan estruendosas como los de los personajes que iban a interpretar. Los productores se dieron cuenta de que el rodaje sería imposible. Además cada una exigía más dinero que la otra y entre las dos se hubieran comido el presupuesto entero de la película. El proyecto acabó en un cajón. Hasta que yo encontré estas fotos hace poco. En un antiguo cine de Bilbao transformado en apartamentos…  

©RM
"Pero él sólo podía amar a otro hombre..."