domingo, 8 de diciembre de 2013

Lo confieso: tengo una relación íntima con Beckham


Bilbao, año 5 dc (después de la crisis). Como parece que en cualquier momento el país se hunde o nos meten a todos a la cárcel por levantar la mano en el sentido equivocado, creo que ha llegado el momento de hacer una confesión, no sea que más tarde no me dé tiempo y me quede yo con esta exclusiva tan sabrosa. Y no es que quiera yo pasearme por los platós de ningún programucho de esos que te dan un bocadillo y te obligan a comértelo en directo. No, es que yo quiero que si me van a llevar al cadalso, al menos se me quede la conciencia tranquila. Porque yo no puedo vivir más con este secreto. Y es que, desde hace unos cuantos meses, tengo una relación más que íntima con David Beckham. Y claro, aquí os preguntaréis que cómo de íntima. Pues sólo os puedo decir que me abraza las partes íntimas y me aporta mucha seguridad y sujeción. La verdad que me resulta bastante cómoda esta relación y cuando por la mañana he decidido que éste va a ser uno de mis días Beckham ya sé que el transcurso de la jornada va a ser más que satisfactorio.


Y es que claro, no hay más que mirarlo con esa sonrisa traviesa, esos ojos claros y chispeantes, ese pelo afeitado a la perfección, esas mechas divinas que parecen hasta reales, esa mandíbula, esas abdominales, las uñas de manicura perfecta, el abrazo sensual con el que te recibe sólo con mirarte. Porque, ay amigos, que te mire Beckham de frente no es como que te mire Luis Ramírez el de la oficina de al lado ni como que te mire Alberto el del gimnasio o el reponedor del supermercado. No, esto es una mirada directa, profunda y con toda la intención, del mismísimo David Beckham. El rey. El del balón. El de las portadas friendly en las revistas gays para demostrar que su metrosexualidad no se queda en la estética. El de la mujer absurda (que a mí me empezó a caer bien desde que se refirió a la Obregón como “esa barbie geriátrica”). El de los sueños húmedos de muchos y hasta muchas. El de la moda. Definitivamente, Beckham el de los calzoncillos.

 

Y es que yo, que no soy muy dado a las marcas, que presumo de que la publicidad me pasa por encima sin afectarme, que siempre digo que nunca llevaré una camiseta que diga Armani porque me debería pagar él a mí por hacerle publicidad, no pude resistirme: me compré unos calzoncillos de marca Beckham. Y desde entonces mi vida cambió. Son de un color gris oscuro con goma negra y unas discretas letras que deletrean ese apellido… Y no, a él no le pediría que me pagara por hacerle publicidad. Al fin y al cabo, ¿cuántas personas me ven en calzoncillos? Tampoco voy a pretender que soy el príncipe del gimnasio. Para cuatro veces que voy tampoco llamo tanto la atención. Pero a lo que iba. Yo me pongo esos calzoncillos grises y ya me siento otra persona. Me siento íntimamente conectado a David (a él no le importa que le llame así). Desde la mañana, desde que salgo de la ducha. Y estoy seguro que él lo nota. ¿Cómo no lo va a notar si se trata de una conexión tan especial? Me pregunto si su mujer también lo nota y se pone celosa… ¿Cómo me catalogaría? ¿El Jon Kortajarena maduro, como me decía una conocida de Madrid? ¿El Clooney bilbaíno como me ha dicho alguna fan alguna vez? ¿O quizá la Norma Desmond del 2013 (sí, hombre, la de “El crepúsculo de los dioses” que siempre soñaba con hacer un comeback)?

En el curso de Community Manager que estoy haciendo (online, soy así de moderno) dicen que las marcas usan los medios de comunicación para mantener una relación más humana con los usuarios/clientes, gracias al canal de comunicación de ida y vuelta que suponen. A mí, la verdad, lo de meterme en el Facebook de Starbucks o de Calvin Klein no me quita el sueño, vamos, que no le dedicaría ni cinco minutos de mi ajetreada vida. Y además, ¿cómo se va a comparar eso con llevar puesto un Beckham auténtico desde la mañana? ¿Se puede llegar a una relación más humana, más íntima que ésa? Y ahora que lo pienso, ¿tendrá Beckham una página de Facebook que humanice la marca? Me voy a meter a ver si cuenta algo de mí…

 

sábado, 30 de noviembre de 2013

I wanna be a Manic Street Preachers’ backing singer

 

Bilbao. Año 5 dc (después de la crisis). El fin de semana pasado tuve una revelación: por fin sé lo que quiero hacer en mi vida. Quiero ser la corista negra de los Manic Street Preachers. Puede que muchos no conozcáis a este grupo galés que actuó el viernes pasado en el BEC de Bilbao (deberíamos decir Barakaldo, que es donde realmente está), como parte del festival BIME. Había esperado más de 15 años para tener el gusto de verles actuar en directo. Desde que mi marido me los presentara al de poco de regresar a España e instalarnos en Madrid. Creo recordar que los vi por primera vez en uno de los últimos programas de música que RTVE se atrevió a hacer, “El séptimo de caballería”, presentado (con mucha baba) por Miguel Bosé (debería limitarse a cantar). Lo mejor que tenía aquel programa eran sus invitados y la música que tocaban en directo. Por allí pasaron REM, los Manic, Ariel Rot, Santiago Auserón, Chavela Vargas y hasta Madonna. Pero los Manic… ¡Ay, esos solos de trompeta me enamoraron! Mi marido me contó cómo uno de sus líderes, Richey, había desaparecido en los 90 y siempre se había dicho que saltó desde un puente cerca de Cardiff para sumergirse en un río y acabar con su vida. Nunca se le encontró…

 

Desde entonces estuve enamorado de la música de los Manic y me sirvió como banda sonora mientras escribía uno de mis guiones para largometraje. En él contaba, o más bien fantaseaba, sobre los acontecimientos que habían rodeado a la muerte de mi aita, uno de los hechos más traumáticos que había experimentado hasta entonces. Lo curioso es que aquel proyecto me llevó hasta un concurso organizado por la distribuidora Universal en el que buscaban creadores de nuevos proyectos. ¡Y quedé finalista! Llegué hasta los escenarios del Festival de Cine de San Sebastián para defenderlo. Éramos 12 creadores con ganas de dar el salto al largo, todos –o casi todos, el que ganó ya tenía su experiencia- éramos principiantes, inocentes y creíamos que aquello, aunque no ganáramos, nos abriría las puertas. ¡Qué nervios! Nunca me había visto sobre un escenario delante de una multitud (me salvó ver entre el público a mi amiga Nieves sonriendo) y un jurado (que incluía a una bastante borde Candela Peña y al encantador guionista de “El hijo de la novia”). Teníamos que defender el proyecto y presentar algo que lo apoyase. Yo había preparado un monólogo representado por dos de mis amigos actores, Aitor y Ainhoa, basado en uno de los capítulos del guión. También había preparado una grabación de cómo me imaginaba el look de la peli. La banda sonora, desde luego, era “Ocean spray”, de los Manic. Podeís escucharlo si abrís el link en otra pestaña:


El solo de trompeta estaba dedicado a uno de los pasajes más emotivos de la historia de mi aita (mitad ficción-mitad realidad).


Cuando el viernes pasado llegamos al BEC empecé a darme cuenta de la magia de todo este círculo. Resulta que estábamos en un edificio que se había construido sobre el suelo que antiguamente ocupaba la fábrica de Altos Hornos de Vizcaya, en la que habían trabajado toda su vida mi abuelo, mis tíos y, claro, mi aita. Allí era donde íbamos los domingos a esperarle para dar un paseo y aquellos pasillos eran los que él se habría recorrido innumerables veces en sus turnos de trabajo. Un espacio gigantesco, frío, sin demasiada alma, casi imposible de llenar para los conciertos programados. Nada más llegar, conocimos a una curiosa viajera, Deborah, inglesa, que se recorría el mundo para ver a su banda favorita, los Manic Street Preachers. Los había visto ya cerca de 100 veces, en sitios tan diversos como Japón, Australia y ahora Bilbao. En cuanto le conté mi preferencia por esta maravillosa canción, me informó con toda seguridad que no la iban a tocar, porque en esta gira no era una de las que estaban usando.

John Grant
Antes que los Manic actuaba John Grant, uno de los últimos exitazos de las radios mundiales. Todo un caballero. Ya talludito, con aspecto de oso (barba pelirroja, camisa de leñador, gorro de lana y movimientos de backing singer-corista). Abiertamente gay, canta con la masculinidad de un Sinatra cualquiera mezclado con Richard Hawley (ex de Pulp) o incluso Nick Cave. Canciones melódicas tan pegadizas como ésta:



En ellas utiliza un vocabulario abierto, que a algunos les puede parecer hasta grosero: “I´m the greatest mother fucker…” Y en uno de sus conciertos salió del armario como portador del VIH. Olé sus huevos. Se presentó en un castellano dulce e impoluto, al que regresó en diferentes momentos de la actuación, probando incluso algo de euskera con su “eskerrik asko”. Ya quisieran las Ana Botella de este mundo desenvolverse así de bien con los idiomas.

Algo que me llamó mucho la atención de estos conciertos es que la gente fumaba como si la ley antitabaco nunca hubiera existido. Y los guardias de seguridad brillaban por su ausencia, sólo les interesaba que no entrases con alcohol para que tuvieras que pagar los 8 euracos que costaba el katxi de cerveza.

Y entonces llegaron los Manic. ¡Qué gustazo! Empezaron fuerte con su “Motorcycle emptiness”:


¿Y a que no sabéis cuál fue la tercera canción? Pues sí, “Ocean spray”. Yo estaba extático… El solo de trompeta me llegó al alma. Casi pude percibir la presencia de mi aita sonriéndome, agradeciéndome el homenaje en el que había sido su lugar de trabajo durante tantos años… Fue un concierto monumental, casi un grandes éxitos. Había esperado quince años para escucharles en directo pero había merecido la pena, los tenía ahí delante, muy cerquita porque no había demasiada gente. Y tocaron tantos de los temas que yo había usado durante años como banda sonora de mis reportajes enNosolomusica Como decía, todo un homenaje. Viéndoles me di cuenta que había encontrado mi vocación: quería ser backing singer (suena mucho mejor que corista) de los Manic. Pero eso sí, negra, que tienen mucha mejor voz y sus movimientos de caderas son más sensuales…


¿Y de mi proyecto de guión? Bueno, evidentemente no gané, se lo llevó el único que ya tenía experiencia probada dirigiendo. Pero sí que lo acabé, lo pulí, lo moví por varias productoras y una de Andalucía estuvo casi a punto de aceptarlo (y eso que toda la historia se desarrollaba en Bilbao). Pero nunca llegó a hacerse. Se llamaba “Fresas en septiembre”. Hace poco lo estuve revisando y me seguía gustando. Tanto que incluso me surgió la idea de recobrar los personajes 15 años después y ver qué había sido de ellos. ¿¿¿Os imagináis cuál será la banda sonora???

Manic Street Preachers

lunes, 21 de octubre de 2013

Anoche soñé que volvía a Manderley...

Las guillotinas vuelven a la calle...
   Bilbao. Año 5 d.c. (después de la crisis). “Anoche soñé que volvía a Manderley…” Gran frase aquella con la que la escritora francesa (y lesbiana) Daphne Du Marier decidió dar comienzo a su novela más famosa: “Rebeca”. Hitchcock no pudo mejorarla y la usó literalmente para abrir su magnífica versión fílmica (con Joan Fontaine, Lawrence Olivier y la fabulosa Judith Anderson  como Mrs Danvers, el ama de llaves). Allí abría un larguísimo flashback (toda la peli lo era). Aquí nos va a servir para hacer un ejercicio de nostalgia. “¿Pero no son todas las entradas de tu blog un ejercicio de nostalgia?”- os preguntaréis como avispados y fieles lectores que sois. Y yo ahí tendré que contestar: “sí pero no”. Como aquella conocida canción de Lolita (ya empezamos). Sí, porque siempre acabo haciendo alusión a cantantes (como ahora), dibujantes, series de televisión, actores, películas, novelas, lugares, personas o incluso colecciones de cromos, que tienen alguna relación con mi pasado. Pero al fin y al cabo todo el mundo escribe sobre sus propias experiencias, ¿no? Y qué son esas experiencias sino pasado… Además, yo, que soy muy cuco, disfrazo esas historias de presente, haciendo siempre alusión a la situación actual. ¿Por qué creéis que empiezo todas mis entradas desde hace meses con el consabido “Bilbao. Año 5 d.c. (después de la crisis)”? Pues está claro, para ser actual, para que el que empieza a leer una de mis entradas no piense, “ya está éste con sus pajaradas mentales…”, sino que deduzca muy adecuadamente: “fíjate, utiliza las realidades distópicas basadas en sus recuerdos de niñez para hacer un comentario crítico, ácido, quasi británico, sobre la realidad de este país de pandereta en el que vivimos…” Pues sí, ahí estamos, habéis dado en el clavo y por eso me seguís leyendo. Porque sois inteligentes, os gusta la sutileza y la fantasía crítica con la realidad actual…Es decir, os gusta la “distopía social”, ese nuevo género literario en el que pretendo hacerme experto. 


Ejemplo de realidad distópica
Nacho Duato
Así que hoy no voy a hablaros de los personajes de Alejandro Dumas, Emilio Salgari, Herman Melville, HG Wells o Julio Verne. Tampoco voy a compararlos con los políticos, banqueros, opresores y dictadores actuales. Ya todos sabemos quiénes son, lo que hacen, dónde están y dónde deberían estar… (¿He oído “cárcel”, “destierro”, “exilio”, “cámara de tortura”, “guillotina”…?) Hoy os voy a contar lo que me pasó hace un par de días, en una tarde de este extrañamente ultracálido otoño que estamos teniendo (¿será el fin del mundo, el Apocalipsis, Armageddom?). Me acerqué a mi querido Guggenheim para asistir a un espectáculo de danza de la CND (nada que ver con USB, MP3, DVD, ADSL, PC, TDT, URL, RAM, HTML…). Allí reunidos en el atrio del museo y rodeados por este grandilocuente edificio-escultura, los cachorros de la Compañía Nacional de Danza (no, ya no la dirige el estupendo Nacho Duato… ¿Os he contado ya lo del día que pasé con él…?) se introdujeron entre nosotros todos vestidos de negro y bajo un imponente sonido de olas, ofrecieron sus convulsiones mientras con rictus muy serios nos iban conduciendo al teatro… Y fueron las olas las que me condujeron a la nostalgia.

©RM
Tendremos que recurrir a youtube para ambientaros. Así que seguid este link (pegándolo antes en otra pestaña, claro) y escuchar a “Foster the people”, con su hit “Pumped up kicks”.


Las olas me retrotrajeron hacia algo que me contaban hace poco. Uno de mis amigos del instituto, Javi (os podéis imaginar la cantidad de años que hace que nos conocemos y el montón de experiencias que hemos compartido) me confesaba hace unas semanas… ¡¡¡que había experimentado un viaje en el tiempo!!! Así, como lo oís… Bueno, en realidad, no exactamente. Pero casi. El caso es que viajó hacia atrás en el tiempo, hasta un día muy especial para nosotros, uno que compartimos con un grupo de compañeros de clase… ¡¡¡en 1º de BUP!!! (abajo la LOMCE) Fue un día que recordamos todos porque supuso la primera salida que hicimos juntos los que luego nos convertiríamos en la cuadrilla del instituto. O por lo menos algunos de ellos. Nos juntamos unos 10 y nos fuimos a la playa a pasar el día, con comida, baño y todo tipo de anécdotas inolvidables. En mi memoria ha quedado grabado como una especie de mini episodio de “Verano azul”, pero sin Chanquete ni Julia que le dieran el toque sensato... La horrible permanente que Amaia se acababa de hacer, las risas histéricas pero comprimidas de Marisa, el seco sentido del humor de las bromas de Calderas, el romanticismo de la melena de Izaskun (sí, yo todavía no había descubierto a los chicos y me producía gorgoritos en el estómago cada vez que la veía)… Todos nos quemamos sin remedio y a la mañana siguiente nadie se podía levantar de la cama. Volvimos el lunes al instituto rojos como cerezas pero con la sensación de que la vida estaba empezando…

Os podéis imaginar la envidia que me dio cuando mi amigo me contó que había tenido el privilegio de volver a vivir aquel día. Aunque fuera sólo en un sueño. ¡Qué suerte la suya! ¿No os apetecería a veces poder volver a vivir ciertos momentos del pasado tal y como fueron…? Escuchar las voces, respirar el aire, ver las caras, disfrutar de aquel momento tan añorado… Pues Javi lo hizo. Revivió el día entero, con los chistes, las risas, los rostros frescos de la primera adolescencia, de no haber sido marcados aún por nada… Con nuestro acné, nuestros espantosos cortes de pelo, los cuerpos aún sin formar y toda una vida por vivir. Esa alegría que sólo se puede vivir en estado puro a esa edad… Pero el sueño no se quedaba ahí. Continuó. Javi se metía al agua mientras todos nos quedábamos en la orilla, y desde su posición privilegiada (al fin y al cabo era el protagonista del sueño) pudo ver con horror que se acercaba un tsunami. Y en medio del pánico intentó avisarnos para que huyéramos, pero la ola avanzaba sin remedio y nosotros no le escuchábamos…

Vosotros sí que podéis escuchar esta otra canción, muy en la línea, de Peter Bjorn and John: “Young folks”.



Juventud, divino tesoro...
Al escuchar esta historia, no pude evitar buscar explicaciones (siempre las he buscado en los sueños).  Para mí estaba claro que Javi, desde su punto en el mar, intentaba detener el paso del tiempo, la ola, el tsunami, no era sino la vida que estaba a punto de arrastrarnos. Y vaya si lo hizo. Crecimos, nos hicimos jóvenes y de ahí pasamos a ser adultos, todo en un suspiro, en lo que dura una risa… De los 10 que estábamos allí, a alguno le hemos perdido la pista. Pero otros somos amigos de cuadri, y a los demás los vemos de vez en cuando, por casualidad, o sabemos de ellos por amigos comunes. Desgraciadamente, uno ya ha desaparecido de este ciclo vital. Se lo llevó un cáncer hace ahora un año (mientras se sigue reduciendo el presupuesto de Sanidad y se empiezan a cobrar las medicinas incluso a las víctimas de esta terrible enfermedad), aunque luchó hasta el último momento como un valiente (acababa de adoptar un niño). Es tremendo cuando los de tu propia generación empiezan a desaparecer… Al resto del grupo no le ha ido tan mal. O quizá sí, quién sabe. Casi todos han tenido hijos, una incluso tuvo los huevos (ovarios) de tenerlo por sí sola porque no encontraba la pareja que buscaba (hoy en día el gobierno no se lo permitiría, o al menos no por la Sanidad pública). Casi todos estudiamos carrera y hemos trabajado de forma más o menos constante. Una de las chicas sufrió durante años de depresión, lo que casi la inhabilitó profesionalmente. Dos más, sin embargo, llevan desde hace años su propio negocio. Y otras dos son funcionarias (también estarán notando las rebajas de sueldo). Yo ahora he vuelto a vivir de las clases de idiomas después de años entregado al medio audiovisual (en un país de enchufismo, la experiencia no sirve de nada) y acabo de empezar un curso en la UNED… Algunos hemos viajado, otros se han quedado en el pueblo por elección. Siete nos hemos emparejado, tres siguen siendo solteras. Del total, al menos dos somos gays. ¿Servirá todo esto como muestra estadística de lo que ha sido la vida de nuestra generación…? No lo sé. Lo que sí sé es que todos hemos luchado lo nuestro y ahora nos encontramos con una sociedad que casi ni reconocemos. Quizá sea el momento de luchar un poco más, de dar más guerra, aunque no nos apetezca… Pero aquel día en la playa… Ay, aquel día éramos jóvenes, inocentes y con ganas de comernos la vida… Me encantaría revivirlo, aunque fuera en un sueño. O en la máquina del tiempo… Y vosotros, si tuvierais la oportunidad, ¿qué día de vuestra propia historia revisitaríais? 

martes, 8 de octubre de 2013

Esto no hay por dónde cogerlo...


Bilbao. Año 5 d.c. (después de la crisis). ¿O debería decir año 1 d.r. (de la recuperación, PP dixit)? El problema es que eso de la recuperación tiene menos credibilidad que cualquiera de los cómics que leía yo de pequeño… Vamos, que no se lo creen ni los niños que han estado en huelga durante tres semanas en Baleares para oponerse a las pataletas de ese partido que todo lo puede, todo lo gobierna y todo lo destroza, esos mismos a cuyos padres ya han amenazado con quitarles la custodia por no llevar a sus hijos a la escuela... Realmente Aznar se lo montó muy bien, nos atrapó a todos con las malditas hipotecas sobredimensionadas para que ahora nadie se atreva ni a respirar (o casi nadie, a pesar de esa “mayoría silenciosa” que tanto les gusta mencionar). Y así, ellos, los omnipotentes, los que todo lo controlan (la moral, la banca, la empresa, la justicia, el gobierno, las zanjas todavía con muertos sin identificar…) están rediseñando este país a imagen y semejanza de la ideología del régimen. ¿Que de qué régimen hablo? ¡Hombre, pues del régimen! El suyo, el que nos dejó a la cola de Europa y ahora vuelve a hacerlo. El de la doble moral que no quiere el divorcio pero ellos qué bien se divorcian, el que no quiere el matrimonio gay pero ellos qué bien se casan, el que no quiere el aborto pero ellos cómo abortan cuando les conviene… El de un país en el que sólo puedan estudiar los hijos de los ricos, en el que sólo tengan atención sanitaria adecuada los españolitos de bien, en el que todos los cargos de poder estén ostentados por amigos y familiares (que se llevan unos sueldos tan sobredimensionados como las hipotecas antes mencionadas)… Vamos, una España, grande y libre... A su manera. Y mientras tanto, los ciudadanos de a pie aferrados a sus hipotecas, esperando, quizá soñando, que alguien inicie la revolución, que alguien haga justicia y que los Bárcenas, los Malaya, los Fabra, los Cospedal, los Mato, los Barberá, los Camps, los Rajoy, los Aznar, los Urdangarín (y tantos más, no me caben aquí) acaben en la cárcel con la pena que les corresponde, unos por corruptos, otros por nepotismo y todos, todo, por MENTIROSOS…

   

Antes mencionaba los cómics que leía de pequeño. Y es que me acabo de enterar que ha muerto uno de los artistas que más sueños nos proporcionó a los de mi generación con sus portadas de cómic: Antonio Bernal Romero. Su nombre no os sonará, pero en cuanto veáis algunas de sus cubiertas seguro que os traen recuerdos de niñez. Porque no solamente ilustró las del Capitán Trueno, el Jabato o el Corsario de Hierro, sino también muchas de aquellas novelitas ilustradas publicadas en la colección Joyas Literarias Juveniles. Que realmente hacían honor a su nombre, porque eran auténticas joyas y a muchos nos introdujeron en el mundo de la lectura y nos atraparon para siempre con aventuras clásicas como “La isla del tesoro”, “Los tres mosqueteros”, “La isla
©RM sobre la obra de Antonio Bernal Romero
 misteriosa” o “Sandokan”. Bernal Romero tenía 89 años y no he podido evitar hacerle un pequeño homenaje usando algunos de los personajes que creó para una colección de cromos adhesivos (era la moda entonces, si estabas a la última coleccionabas los adhesivos, si no, seguías con los de cartón) que aún conservo. Las maravillas de los escáneres, el photoshop y toda la tecnología digital que hemos adoptado con la naturalidad más pasmosa y que nos permiten de alguna manera realizar algunos de nuestros sueños de niñez, como el de colocar a todos esos personajes fantásticos en un paisaje a su altura…

Al contemplar estas portadas me he dado cuenta de lo mucho que necesitamos en estos momentos a un Corsario de Hierro que venga a impartir justicia a este país. O más bien a este mundo. Él, que defendía los derechos humanos y la honestidad a capa y espada, que enseguida simpatizaba con las causas perdidas, liberaba esclavos, salvaba a damiselas en apuros, derrocaba tiranos, desenmascaraba mentirosos... (¿os suena todo esto? parece una página de cualquier periódico, ¿verdad?) Qué diría el Corsario si de repente lo sacasen de una de sus viñetas para plantarle en la realidad pura y dura. O el Jabato o los tres mosqueteros, o Tom Sawyer, Huckleberry Finn o el mismísimo Capitán Nemo… Probablemente serían incapaces de entender cómo el mal se ha extendido de tal manera y se ha asentado en el poder (no sólo en este país, en casi todos) sin que casi nadie sea capaz de hacer nada para evitarlo… A Obama le crecen los enanos por querer la Sanidad universal mientras aquí, que la teníamos, se empeñan en quitárnosla… Cómo iba a consentir el Corsario que cientos de africanos muriesen en las costas de Lampedusa (ésas que tanto inspiraron a Visconti) mientras todos se lavan las manos y se echan las culpas mutuamente… Y al final para que los únicos que se puedan quedar en nuestra preciada Europa sean los muertos (claro, la repatriación de cadáveres sale muy cara a día de hoy…).

  

Recuerdo con nostalgia a Lord Benburry, el archienemigo del Corsario, un ex pirata convertido en lord gracias a los favores realizados al rey… Un malvado de los de manual, que lo mismo traficaba con esclavos que engañaba a desdichados para quedarse con sus tierras, que maltrataba a sus empleados, exprimía a los que habitaban sus tierras y vivía rodeado de lujo y desperdicio. ¿Cómo? ¿Que os suena? Sí, la verdad que es la descripción de cualquier banquero, político o macro empresario de los de hoy en día… Sólo que hoy estamos en el siglo XXI y el tal Lord Benburry vivía en el XVII. Y yo me pregunto, ¿dónde está nuestro Corsario de Hierro…?  


Lord Benburry en portada
  

  

miércoles, 22 de mayo de 2013

Vivimos en un mundo de ciencia ficción

©RM




Bilbao, año 2013. O quizá debiera decir, año 5 dc (después de la crisis). Vivimos en un mundo de ciencia ficción. Y no, no lo digo por la cantidad de aparatitos y gadgets de los que nos hemos rodeado, pequeños robots que nos hacen la vida más fácil (o más difícil) ni porque ya por los años 70 se rumorease que tanta tecnología acabaría quitando puestos de trabajo... Y con esto no quiero decir que la culpa del 27% de parados de este país sea de la informática, la tecnología y los robots que nos han invadido. Simplemente creo que algo habrán contribuido. Claro que cuando dejamos de tener industria, los cultivos se reorganizaron por imposición de la UE y nuestra única exportación pasó a ser ZARA, las armas y el sol, pues quizá alguien debiera haberse parado a pensar en lo que se nos venía encima. Pero incluso con todo esto, cuando me refiero a ciencia ficción no estoy realmente hablando de todo esto, sino de las últimas declaraciones de Rajoy, ese magnánimo presidente, valiente donde los haya, sin problema alguno en enfrentarse al pueblo para dar explicaciones de sus “razonables” actos. Ahora resulta que el único que ve el futuro color de rosa (por no hablar de brotes verdes) es él. Él. El que nos ha llevado a una realidad totalmente orwelliana en la que nuestro líder indiscutible (o sea, él) se comunica con nosotros a través de pantallas de plasma. Sí, señoras y señores, ahora resulta que vamos viento en popa y que todo es gracias a su reforma laboral. Yo sinceramente creo que este señor (que por cierto, se tiñe el pelo muy mal y no sé para qué, porque no aparenta ni más joven ni más guapo sino todo lo contrario, será por quitarse de encima esa imagen de “abuelito de Heidi”) vive en una distopía en la que su realidad avanza a un ritmo totalmente diferente a la del resto del país, una de esas realidades paralelas que tanto aparecen en la ciencia ficción, en las que todo guarda mucha similitud con lo que ocurre en esta realidad pero al mismo tiempo es increíblemente diferente. Y en esa distopía, la sociedad española crece en PIB, crece en empleo y en felicidad de sus habitantes mientras la deuda baja por motivos lógicos y creíbles y el rescate nunca ha sucedido...

Umberto Tozzi en la actualidad
¡cómo pasa el tiempo!
Así que dediquémonos a la ciencia ficción, las realidades paralelas y frivolidades varias que nos alegren un poco esta auténtica realidad que todos conocemos ya demasiado bien y que, por una vez, no voy a describir aquí. Resulta que el otro día salía yo del supermercado (sí, también seres como yo acudimos periódicamente a llenar la despensa por lo que pueda pasar), cuando de pronto, en el hilo musical sonó una canción que hacía años que no oía, que ni siquiera recordaba: era “Gloria”, de Umberto Tozzi. ¡Qué temazo!


El caso es que al llegar a casa no pude resistirme y busqué en esa enciclopedia musical que es youtube el link que os acabo de dejar. No os perdáis los pasos de baile del italiano, son irrepetibles. Eran los tiempos de “Tocata” y “Aplauso”, de tardes púberes escuchando los últimos hits venidos de más allá (que no del más allá). Y ya puesto a recordar, seguí mi furia de archivista de la memoria y busqué la siguiente versión que se hizo popular de esa misma canción, pero esta vez cantada (sin la garra del anterior) por Laura Branigan (también es imprescindible echar un vistazo al decorado de bolas de cristal y al vestuario de la niña en su vídeo).


Mando Diao. Mira que es guapo...










Y claro, el hilo de la memoria y la cultura musical de uno no tiene fin, así que me enfrasqué en la búsqueda de esa otra Gloria, la que cantaban hace poco los exquisitamente marchosos Mando Diao:



No, no es la modelo,
es Jane Fonda...
Jane en el festival de Cannes


En realidad no sé si me gusta tanto la canción por lo bueno que está el cantante de este grupo sueco, por la fuerza intrínseca del temazo o por el vídeo de regusto vintage que parece sacado de una película de Steve McQueen de finales de los años 60, evidentemente protagonizada por la sinpar Jane Fonda de la época de “Barbarella” o “Descalzos por el parque”. ¿O es que soy el único que encuentra a la protagonista de este vídeoclip absolutamente idéntica a la hija de Henry? Mirad el vídeo, luego mirad las fotos, miradlas bien, y comparar. La Gloria de la canción es una modelo sueca (que no puedo mencionar por temas de la ley de protección de datos), un auténtico bellezón que en un bucle distópico podía ser la nieta de la auténtica Jane Fonda, que habría heredado la frescura de su abuela y los rasgos de su bisabuelo, el magnífico Henry. El caso es que buscando su nombre en internet he encontrado que existe otra mujer del mismo nombre que nació en 1882 y murió en 1968, exactamente la época en la que Jane Fonda lucía el look de la modela en el vídeo de Mando Diao. ¿Os habéis perdido ya? Pues aún queda. Si lo que queríamos era hablar de ciencia ficción y no meternos en la consabida polémica de la ley Wert, detestada por todos, pero defendida a ultranza por un gobierno que habita su propia realidad distópica (algo así como “El planeta de los simios” del PP), y por lo tanto más cercano a la ciencia ficción (sobre todo en sus declaraciones, si no, repasad las famosas-legendarias declaraciones de la Cospedal sobre el finiquito en diferido)… Entonces será mejor que echemos un vistazo a la última aparición pública de Jane Fonda en el festival de Cannes. Eso sí que es de ciencia ficción. No tenéis más que comparar su imagen de joven y la de ahora. Lo primero, ¿cómo puede nadie de 75 años tener ese tipazo? ¿Hay cirugía que lo consiga? ¿No os parece más de ciencia ficción ahora que cuando se paseaba en shorts interespaciales por las galaxias de Barbarella…? Desde luego que, si ponemos en una balanza a Jane Fonda paseándose por la torre Iberdrola (ya sea en versión Barbarella o en versión Cannes), a Cospedal hablando de finiquitos, Umberto Tozzi dando pasitos de baile bajo bolas de cristal de discoteca o a Rajoy diciendo que el país va viento en popa a toda vela… ¿Qué os parece que se acerca más a la ciencia ficción? Quizá sea la peregrina (nunca mejor dicho) idea de los obispos de reclamar como derecho propio el que la religión (o sea, su religión) forme parte de todas las asignaturas que se estudien en este país… 


 
Henry Fonda con la cara de su hija,
¿o era al revés?