jueves, 27 de febrero de 2014

Yo también quiero ser infantona


Juez Marlaska... elegante
Bilbao. Año 6 d.c. (después de la crisis). Lo he decidido. Este año no pienso hacer la declaración de la renta. Me niego a pagar impuestos. Y si alguien me pregunta o me reclama ya tengo la respuesta adecuada: no me acuerdo. O quizá mejor: no me consta. O hasta es posible un simple: no lo sé. Y claro, cuando me pregunten a qué viene tanta imprecisión y desmemoria yo contestaré: es que mire usted, señor juez, yo soy un hombre enamorado y como tal sólo puedo hacer lo que me dicte el amor… Y claro, llegados a este punto mejor me invento un amante, porque no le voy a cargar el muerto a mi sufrido marido. Mejor les digo que me eché un amante, que me tenía sorbido el coco y que fue él quien me recomendó no pagar impuestos. Y claro, yo, como hombre enamorado (con carrera universitaria y un currículum profesional bastante bueno, todo hay que decirlo) siempre hago lo que me diga el hombre que me sorba… el seso. Está claro que el señor juez (que probablemente será Ruz, Bermúdez, Marlaska o incluso Garzón, al que restaurarán en su cargo debido a la importancia de los hechos juzgados) se mostrará muy comprensivo, el fiscal entenderá perfectamente mi situación e incluso el jurado popular simpatizará con mi situación de pobre hombre enamorado…


Lo que no sé es qué me pondré para el paseíllo. Porque claro, yo, al no tener ancestros aristocráticos, no me libraré de la humillación pública. Aunque ahora que lo pienso, mi añorado amigo Álvaro (de la universidad) siempre me llamaba “el Duque”. Y eso era mucho antes de los tiempos del estupendo Miguel Ángel Silvestre. Era por Bowie, creo recordar. Sí, David. No, Beckham no, Bowie, David Bowie. Y no, no me parezco al cantante glam. Aunque es verdad que yo en los 80 era bastante andrógino… Total, que la aristocracia de mi título (y mi elegancia) igual me libran del paseíllo. Pero así y todo, a ver qué me pongo. Porque por muy eleganteperosencillo que quiera ir, a ver cómo cargo yo con las veintitantas botellas de agua que me tengo que trincar durante la declaración. Igual las cambio por cerveza. Así mis declaraciones irán envalentonándose según vayan cayendo las botellas. Y quizá incluso declare lo de mis cuentas en Suiza


Ah, ¿no sabíais lo de mis cuentas en Suiza? Es que, claro, lo de dar clases de inglés da para mucho. Y no digamos de los años que trabajé en la tele, que eran los de la bonanza (y me acabo de enterar que en cierto programa en el que trabajé, una productora super ñoña pagaba en algunos viajes las dietas al equipo en… coca. Y yo que siempre pensé que esas cosas eran parte de la leyenda de la televisión… ¡Y mira que era ñoña!). Total, que yo llevo años trasladando mis pequeñas fortunas a Suiza porque a mí todos mis amigos del PP (ya sabéis que tengo muchos) me decían que Zurich era una colonia de Castilla-La Mancha, vamos, algo así como Ceuta o Melilla pero en Europa. Y claro, si yo me creo lo de no pagar impuestos cómo no me iba a creer lo de la colonia (aunque yo siempre he sido más de perfume). Así que mi caso pasará a llenar los tabloides y los programas de debate (de Intereconomía al Intermedio, me muero de ganas de ver cómo lo cuenta el Gran Wyoming). Y claro, se alargará en el tiempo como pasa siempre en este país. Sobre todo cuando salga a la luz que también hacía donaciones ilegales a partiditos políticos de poca monta, que luego a su vez me daban estupendos contratos para darles clases de inglés con dinerito público (que me pagaban en negro, claro, y de la caja B)… Así que ya podemos ir pensando en el nombre que va a llevar este caso (que se prolongará en el tiempo hasta que prescriba), que mezcla no sólo aristocracia y corrupción sino dinero público, cuentas en Suiza, pagos en negro, cajas B y donaciones ilegales a partidos políticos. Vamos, lo de cualquier historia de este país de pandereta y cuchufleta… ¡Ah! ¿Y os he contado lo de los cursos inventados con alumnos fantasma para que la Patronal (ese ente abstracto cual cuadro de Kandinsky) se sacase unos cuartos, la pobre (eso me lo recomendaba mi amante también y yo no me acuerdo o no me consta). Claro que esto, si me lo recuerda Garzón durante el juicio le espetaré: “Me está usted casi ofendiendo, señoría…”

Mary of Scots
Me muero de ganas de ver la explicación que da la Cospedal de todo esto en el Telediario de La 1 (a través de pantalla de plasma, claro). Y a la trama podíamos llamarla… ¡el caso Duque! Es lo que tenemos los rojos, que nos pierden los títulos nobiliarios… Y si no que se lo digan al marido de la Duquesa de Alba, que igual acaba de rey consorte de Escocia…