domingo, 21 de junio de 2015

“Hablar”, auténtico cine “Marca España”



Bilbao, año 7 d.c. (después de la crisis). La prensa y el marketing de “Hablar(de Joaquín Oristrell) han cargado las tintas en el hecho de que esta película sea un magnífico y auténtico plano secuencia de más de 70 minutos (vamos, algo así como lo que González Iñarritu fingió hacer en “Birdman” –lo suyo era un plano secuencia trucado). Y lo es. Pero no es este valor técnico el único punto fuerte del film. También lo es su ideología, sus personajes, su presupuesto y, desde luego, sus actores.

Raúl Arévalo en "Hablar"
Y no es una tontería lo del plano secuencia. Cualquiera que tenga una mínima noción de cine conoce las dificultades que este truco técnico involucra: hace falta mucha coreografía, mucha pericia técnica para aguantar la cámara sin cortar siguiendo a los personajes durante toda la duración de la peli - consiguiendo que se les vea y se les oiga – y desde luego 
"Encruzijados"
mucha capacidad de improvisación por parte de todos los involucrados para, pase lo que pase, seguir filmando. Yo lo sé bien pues en mis tiempos de cortometrajista intenté hacerlo con “
Encruzijados(con Asier Etxeandia, Ana Wagener, Carlos Santos y Gracia Olayo) pero enseguida me di cuenta de que era imposible (principalmente por la imposibilidad de ensayar con los 17 actores juntos) y opté por planos entrelazados a la manera de un falso plano secuencia. Lo podéis ver en el siguiente link, hasta cierto punto “Hablar” me lo recuerda:


Nur Al Levi en "Hablar"
“Hablar” lo consigue, y aunque en algún momento se intuya la sombra de la cámara o algunas interpretaciones sean mejorables y se pudiera haber solucionado con otra toma, evidentemente 70 minutos de plano no es como para repetir demasiadas veces. Dicen que sólo hicieron 4 tomas. ¡4 tomas! Pero si Marilyn Monroe para decir la sencilla frase “¿Dónde está el bourbon?” en “Con faldas y a lo loco” necesitó noventa y tantas… Y así y
La bella Marta Etura en "Hablar"
todo el resultado, a mi parecer, es excelente. ¿Por qué? Pues principalmente porque comunica. Comunica la realidad de un país – el nuestro – a la deriva. Comunica el hambre y la necesidad de las madres que no tienen con qué alimentar a sus hijos, comunica la angustia de muchísimos jóvenes que no encuentran trabajo a pesar de estar sobrecualificados, comunica el valor de la cultura, comunica lo perdidos que estamos emocionalmente en esta sociedad de las nuevas tecnologías y comunica, finalmente, la incomunicación. La de pareja, la de madre e hijo, la de ciudadano y policía, la de jefes explotadores y trabajadores explotados, en fin, la incomunicación de todos.

Joaquín Oristrell en el rodaje de "Hablar"


Porque el mensaje que creo que nos quiere lanzar Joaquín Oristrell (estupendo director – “Sin vergüenza”, “Inconscientes”, y guionista - “Todos los hombres sois iguales”, “Boca a boca”, “Reinas”) es que en esta sociedad necesitamos hablar. Las personas con las personas; y eso incluye también las instituciones con los ciudadanos, los gobernantes con los ciudadanos, los partidos políticos con los ciudadanos, los banqueros con los ciudadanos, los empresarios con los ciudadanos, vamos, que aunque los que están arriba no están interesados en lo que les tengamos que decir, nosotros sí estamos interesados en que nos oigan.

Juan Diego Botto y Astrid Jones en "Hablar"
Y todo esto lo dice un maravilloso grupo de actores que no para de hablar: el loco de Sergio Peris-Mencheta (qué grande, fue el primer actor que me dijo que sí a un guión
María Botto en "Hablar"
junto a la que era su novia entonces, la maravillosa Silvia Abascal)
, el cabrón de Juan Diego Botto, la madre hambrienta de María Botto (hermana del anterior, qué lástima da), la filósofa de Nur Al Levi (hermana de los anteriores, papel extraño, cargante), la borracha desesperada -que no habla pero que llora muy bien- de Estefanía de los Santos (eres grande, Estefanía), la mujer del corrupto -¿Bárcenas?– de Mercedes Sampietro (¿cómo se puede decir tanto con sus miradas sin abrir la boca?), la sobrecualificada de Marta Etura (qué belleza, qué voz, una vez recibí una sonrisa suya y te ilumina el alma), el amante virtual de Raúl Arévalo (genial, como siempre), la africana
Miguel Ángel Muñoz y Carmen Balagué
explotada de
Astrid Jones (qué realidad encierra esa mujer), el obseso del porno de Miguel Ángel Muñoz (cómo ha mejorado este chico desde “UPA dance”), la madre comprensiva de Carmen Balagué (estupenda actriz casada con Oristrell, “La Chunga” de “Aquí no hay quién viva”), el cambio de registro de Secun de la Rosa, la sorpresa final de Alex García (en la vida real, cuando él y su novia, Verónica Echegui entran en los bares de Lavapiés, la gente se da la vuelta a mirarlos no porque los reconozcan sino por lo hermosos que son), la increíble camarera filósofa encantadora de serpientes de Melanie Olivares (qué papelón, qué intensidad, con tan poco tiempo y se te queda clavada en la retina) y el recital final de PetraMartínez y Juan Margallo en el teatro. ¡Qué homenaje a la palabra, al actor, al teatro, qué bonito final! ¡Qué difícil película y qué pedazos de actores!



Cine bien hecho, historias que hacen historia, que cuentan nuestra historia actual, actorazos que te dejan con la boca abierta, técnica de a-caballo que funciona. Esto sí que es Marca España. Pero probablemente no la que al (des)gobierno le gustaría exportar.   

martes, 9 de junio de 2015

ACT acts, ACT in Bilbao



Bilbao, year 7 a.c. (after the crisis). ACT: four days, 15 pieces of theatre, dance and performance, small format, two venues (Teatro Barakaldo and Kafe Antzokia), a committed audience (and ready to jump on to the stage at any moment), an alternative atmosphere incomparable in a city like Bilbao, many nudes (these modern actors love taking their clothes off), John McEnroe, Bjorn Borg, Rocío Jurado, whistling txistu (typical Basque flute), flamenco in Basque, 70 countries where homosexuality is still penalized, immigrants who are waiting for their papers to have a normal life (or at least as normal as yours and mine), haggard druids, dancing Siamese sisters, trilingual presentations (English, Basque and Spanish) and on top of everything, a great flair for enjoyment. 

This is the 12th year ACT has been celebrated: a unique festival that brings to Bilbao companies from all over the world. In this edition we had representatives from Korea, the UK, the Netherlands, Spain, Euskadi (Basque Country), Cuba, Germany, Iraq, Belgium and France. Not bad for a festival whose budget may be small but inversely proportionate to the enjoyment it provides. ACT is organized by the Arts & Drama School BAI, which has been around for a while and divides its activities between Barakaldo and Bilbao. One day they decided it was about time to enlighten theatre-goers in Bilbao, so they brought in performances more open to the avant-garde and to international relations. It was clear from the beginning that one of its objectives was to be a meeting point between companies from all over the world. And for those companies to get to know each other here, in Bilbao, going out for a drink and trying delicious “pintxos”.  

The energy evident during the celebration of ACT is quite difficult to explain. The audience is mainly young (though you can also find people of all ages), and curious (but I´m sure there are some who just tagged along), and includes a lot of aspiring actors (and probably some scientists and IT people, too) but very few prejudices. In fact, all of us who are there know that at any minute you could find yourself onstage doing the most absurd things. For instance, on the first day of the performances, four members of the audience ended up playing 1981’s mythical tennis match between McEnroe and Bjorn Borg at Wimbledon. Yes, you read it correctly: there were four people involved even though there were only two tennis players. But the other two also had very crucial roles: one was holding an egg while the other was pressing a toilet plunger on the floor to imitate the sound of the tennis ball when it hits the racket. It was a project presented by the British guru/druid/actor/genius Jamie Wood, “Beating McEnroe”. It was a piece of nonsense that took surrealism to the extreme (and he ended up in his underwear, of course).

But before that we had been invaded… by plants in “La invasión de los ladrones de cuerpos” (“The invasion of the body snatchers”). It consisted of a multimedia project which
"La invasión de los ladrones de cuerpos"
allowed the only actor in the company La casa en el árbol to transmit his anguish to the audience. Through a mini camera he offered different points of view on his relationship with several disturbing dummies that ended up being cloned by plants. Just like you, like me, like the whole of society would. His legs became those of his girlfriend, his orgasm was hers, and at the same time he was other people: he was everyone. His way of playing within the screen was quick and smart. And of course, he ended up in his underwear.  

While Hannah Sullivan, UK (if this were a glossy magazine, here we would see her
"Me, my selfie and I"
age, but me, personally, I prefer her nationality)
made us dance to the 90s rhythms of her youth to make us realize how people dance around us, for me the most stunning act was seeing two Siamese sisters dancing while dressed as glamorous 30s chicks with plastic faces. With hairstyles a lo Clara Bow (silent movies’ film star) and the same look as any of the oppressive characters in Didier Cómes’ comics, it was “Me, my selfie and I” by Katja Heitmann, Netherlands (and here I do have to write her age, as when she and her brother –not sister- took their masks off, we found out they were… only 15!). What extraordinary energy, what a way of moving those bodies, what symmetry! At first I thought it was only one person in front of a mirror, but no, it was two of them with a mini screen in between portraying the plastic doll’s disturbing face. These two didn´t end up in their underwear, but when they took their masks off they uncovered much more: their child-like essence, their potential, their genius. If they can do this at 15, what will they be able to do at 25?

"Waiting"
People are waiting, but what are they waiting for? Their images in close-up talk to us from three white sheets on stage. They tell us about their boredom while waiting. They smile, they share their fears and, little by little, they unravel a labyrinth of stories about immigrants who are waiting for their legal papers in order to have a life - a life they were dreaming of when they had to abandon their countries. Mokhallad Rasem’s proposal in “Waiting” was a very powerful one: three dancers on stage dressed in black start a dance routine that transforms them into moving cinema screens. The three members of the company compose and decompose those people’s images, those human beings who, just like their images on stage, become defragmented because our society doesn´t want them to be legal. 

"Homo sapiens"
And of course, one of the winners of ACT 2015: Igor Vrebac, Bosnia (living in Netherlands). On our arrival on the first day of ACT, even without knowing who he was, his presence in the audience captivated all of us: tall, a body to die for, constant smile on his face and that particular grace that only dancers have when they walk. His play, “Homo sapiens”, goes deep into his memories as a gay child and teenager in a chauvinist and heterosexist society; in a very intimate way he opens his heart (in his underwear, of course) and he reminds us
"Homo sapiens"
of the fact that, although in 70 countries people who love people of their own gender are still penalized or even sentenced to death, very deep inside we are all Homo Sapiens. Some people said that this play also includes the most poetic live pee ever seen on stage. 


One of the strong points of ACT is the fact that its participants stay for the whole duration of the festival. They see their colleagues’ plays and they are there for anybody to share with them their opinions about their performances. More festivals like this are needed. More artistic expressions with that energy, that flair for enjoyment and sharing. Being there you feel like laughing, dancing, sometimes crying: you just feel like expressing yourself. Just like being an artist. Congratulations, ACT!

ACT actúa, ACT en Bilbao



Bilbao, año 7 d.c. (después de la crisis). ACT: cuatro días, 15 obras de teatro, danza y performance, pequeño formato, dos salas (Teatro Barakaldo y Kafe Antzokia), un público entregado (y dispuesto a saltar al escenario en cualquier momento), un ambiente alternativo inigualable para una ciudad como Bilbao, muchos desnudos (mira que a estos actores modernos les encanta quitarse la ropa), John McEnroe, Bjorn Borg, Rocío Jurado, txistu silbado, seguiriyas en euskera, 70 países donde la homosexualidad está aún penalizada, inmigrantes que esperan sus papeles para tener una vida normal (o al menos como la tuya y la mía), druidas trasnochados, hermanas siamesas danzantes,
presentaciones trilingües (inglés, euskera y castellano) y por encima de todo, muchas ganas de disfrutar.


Este ha sido el 12º año que se celebra ACT, festival singular que trae a Bilbao compañías de todos los rincones del mundo. En esta edición hemos tenido a Corea, Reino Unido, Holanda, España, Euskadi, Cuba, Alemania, Irak, Bélgica y Francia. No está mal para un festival de bajo presupuesto, inversamente proporcional a la diversión que provocan las obras que nos ofrece. ACT lo organiza el Centro de Formación Escénica BAI, escuela ya de larga trayectoria que divide sus actividades entre Barakaldo y Bilbao. Un buen día decidieron que ya era hora de animar el panorama bilbaíno con propuestas abiertas a las nuevas tendencias escénicas y a las interrelaciones internacionales. Vamos, que uno de sus objetivos ha sido siempre el de que su propuesta sirva de punto de conexión entre compañías de todo el mundo. Y que se conozcan aquí, en Bilbao, tomando potes y probando pintxos.

Por todo eso la energía que se respira durante la celebración de ACT es muy difícil de explicar. El público es mayoritariamente joven (pero hay gente de todas las edades), con inquietudes (pero seguro que hay incluso algún aburrido), muchos actores (e incluso hasta científicos e informáticos) y muy pocos prejuicios. De hecho, todos los que vamos allí sabemos que en cualquier momento podemos acabar sobre el escenario haciendo las cosas más absurdas. Por ejemplo, el primer día de actuaciones, cuatro asistentes acabaron interpretando el mítico encuentro de 1981 entre McEnroe y Bjorn Borg en Wimbledon. Sí, habéis oído bien, eran cuatro. Aunque había sólo dos jugadores, claro. Pero los otros dos espontáneos tenían adjudicados papeles no menos importantes: uno sujetaba un huevo, la otra apretaba un desatascador contra el suelo para imitar el sonido de la pelota de tenis al golpear la raqueta… Se trataba de la propuesta del gurú/druida/actor/genio británico Jamie Wood y su “Beating McEnroe”. Un despropósito que llevaba los límites del surrealismo al extremo (acabó en calzoncillos, claro)

Pero antes de eso nos habían invadido… las plantas. Una propuesta multimedia conseguía
"La invasión de los ladrones de cuerpos"
que el protagonista (La casa en el árbol) de “La invasión de los ladrones de cuerpos” nos trasladase su angustia a través de una mini cámara que proporcionaba diferentes puntos de vista sobre su relación con varios maniquíes inquietantes que acababan clonados por plantas. Como tú, como yo, como toda la sociedad. Sus piernas se transformaban en las de su novia, su orgasmo era el de ella, y a la vez era otro, era otra, era todos. Muy ingenioso su juego con la pantalla. Y acabó en calzoncillos, claro.

Si Hannah Sullivan (Reino Unido - si esto fuera una revista aquí pondría su edad, yo, sinceramente, prefiero su nacionalidad) nos hizo bailar los ritmos noventeros de su juventud para que nos fijásemos en cómo baila
"Me, my selfie and I"
la gente que nos rodea, para mí lo más impactante fue ver bailar a dos hermanas siamesas vestidas de glamurosas chicas años 30 y con cara de plástico. Corte de pelo a lo Clara Bow (estrella del cine mudo), aspecto de personaje opresivo de cualquier cómic de Didier Comès… Era la representación de Katja Heitmann (Holanda, y aquí sí, aquí tengo que poner su edad, porque cuando ella y su hermano-nohermana se quitaron las máscaras descubrimos que tienen… ¡15 años!), “Me, my selfie and I”. ¡Qué energía, qué manera de moverse, qué simetría! Al principio pensé que era sólo una persona delante de un espejo, pero no, eran dos, con una mini pantalla en medio que representaba su inquietante rostro de muñeca de plástico… Estos no se quedaron en calzoncillos, pero al quitarse las máscaras nos descubrieron mucho más: su esencia infantil, su potencial, su genio. Si hacen esto con 15 años, ¿qué harán con 25?

"Waiting"
La gente espera. Pero espera, ¿a qué? Sus imágenes en primer plano nos hablan desde tres sábanas en el escenario, nos cuentan su aburrimiento al esperar, sonríen, comparten sus miedos y poco a poco desentrañan un laberinto de historias de inmigrantes que esperan papeles para tener una vida, aquella que añoraban cuando abandonaron su país. Muy potente la propuesta de Mokhallad Rasem en “Waiting”: tres bailarines vestidos de negro inician una danza que los acaba transformando en pantallas de cine en movimiento. Entre los tres componen y descomponen las imágenes de esas personas, esos seres humanos que, al igual que sus imágenes sobre el escenario, se desfragmentan porque nuestra sociedad no quiere que tengan papeles. 

"Homo sapiens"
Y por supuesto, el ganador de ACT 2015: Igor Vrebac (bosnio, residente en Holanda). Nada más llegar al primer día de ACT, sin saber quién era, su presencia entre el público ya nos cautivó a todos (y a todas), alto, cuerpo de escándalo, sonrisa perenne y esa gracia al andar que sólo tienen los bailarines. Su obra, “Homo sapiens”, profundiza en sus recuerdos como niño y adolescente gay en una sociedad machista y heterocentrista; de una manera intimista nos abre su corazón (en calzoncillos, claro) y nos recuerda que, aunque en 70 países todavía se condena con penas de cárcel o incluso de muerte a las personas que
"Homo sapiens"
aman a personas de su mismo sexo, en el fondo todos somos Homo Sapiens. Según ciertos comentarios, fue también la meada más poética que nunca se había visto sobre un escenario.


Uno de los puntos fuertes de ACT es que sus participantes se quedan durante la duración de todo el festival, ven las obras de sus compañeros y están allí al alcance de cualquiera que desee compartir con ellos sus opiniones sobre lo que han representado. Hacen falta más festivales, más expresiones artísticas como esta, con esa energía, con esas ganas de disfrutar y de compartir. Estando allí, te dan ganas de reír, de bailar, a veces de llorar, en fin, te dan ganas de expresarte, de ser artista. ¡Enhorabuena, ACT!