lunes, 21 de noviembre de 2016

Nosotras, mujeres de Euskalduna


Bilbao, año 8 d.c. (después de la crisis). El sábado, en Zinebi (Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao) me llegaron noticias de unas mujeres luchadoras (lucharon antes y seguro que lo siguen haciendo ahora, en su día a día). Nadie se acordaba de ellas, nadie les había dado unas palmaditas en la espalda, nadie les había hecho un homenaje por su labor. Hasta ahora. Porque ahora ya lo tienen, ahí, en la pantalla grande, en forma de documental. Se llama: “Nosotras, mujeres de Euskalduna”.



Hace muchos años (o quizá no tantos) el Guggenheim no había sido ni siquiera soñado. Bilbao era una ciudad gris, sucia, cubierta por una nube de contaminación que afeaba el Botxo. Las fachadas de todos los edificios estaban escondidas tras una capa de grima, llovía incesantemente (más que ahora, mucho más que ahora), la ría era una inmundicia de desperdicios tóxicos color marrón chocolate y por la noche había una lluvia de microscópicas partículas metálicas. Y es que la industria lo ocupaba todo, estaba por todas partes, rodeaba la ciudad y se introducía en su tejido vertebral. Si encima del Casco Viejo se encontraba la Fábrica de Echevarría y donde ahora está el BEC respiraba hondamente Altos Hornos de Vizcaya, a dos pasos del Sagrado Corazón se hallaban los Astilleros Euskalduna. Sí, de ahí el nombre del Palacio que lo recuerda. Las nuevas generaciones no han conocido ese Bilbao y quizá se piensen que esto ha sido siempre una ciudad limpia y llena de luz. Pero el pasado no hay que olvidarlo.

 

Porque en aquel mundo gris, a pesar de todo lo anterior, se escondía una ciudad muy viva, donde además, se respiraba una estabilidad especial (sólo en ciertos aspectos, claro): había trabajo, mucho trabajo, que pasaba de generación en generación y parecía que nunca se iba a acabar. Hasta que un día la alarma roja saltó: iban a cerrar Euskalduna. Corría el año 84, una época en la que los trabajadores y los sindicatos todavía luchaban por sus
Araitz Rodríguez y Larraitz Zuazo
derechos. Y luchaban hasta el final. Fueron años duros. Euskalduna fue la primera, pero las demás siguieron pronto su camino. Hoy ya no queda ninguna. Lo que sobrevive es el recuerdo de una gente que se sintió expoliada, atacada en lo que pensaba que iba a ser su vida para siempre. Y no fueron sólo los obreros. Fueron también sus mujeres, sus hijas, sus madres, sus hermanas… Y de ellas se ha acordado este documental dirigido y guionizado, claro, por otras dos mujeres: Araitz Rodríguez (hija de uno de los trabajadores de los astilleros y de una de las protagonistas de esta historia) y Larraitz Zuazo. Producido desde el mismo Zinebi, han participado la UPV y EiTB. 

Nosotras, mujeres de Euskalduna” es un documental sentido, sacado de las tripas de 9 mujeres (las dos creadoras y sus siete protagonistas) de una manera elegante, como las historias bien contadas, con sus silencios, sus miradas a cámara, algunas lágrimas y voces quebradas, con testimonios que se conjugan con las conversaciones entre ellas, con imágenes de archivo que nos muestran aquellas manifestaciones y encerronas en las que tomaron parte. Nos muestran también aquellos famosos tiragomas que los obreros usaban como armas contra la policía que trataba de hacerlos callar y que se convirtieron en símbolos de su lucha. Los que vivíamos aquí entonces recordamos cómo atravesar el Puente de Deusto en aquellos tiempos era como pasar por un campo de batalla. Y estas mujeres valientes (entonces por luchar, ahora por contarlo) nos narran su punto de vista de la historia, su participación, cómo les afectó, cómo en algunos casos les cambió la vida. Aún es palpable la frustración que las dejó marcadas, cómo la herida sigue abierta para algunas de ellas, cómo la lucha obrera, el sangrante desmantelamiento industrial de Bizkaia (nunca especialmente aclarado) es como un tatuaje en su memoria.


Es un hecho que el papel de la mujer en la Historia (con mayúsculas) ha sido olvidado, borrado, extraído, disimulado, menospreciado, mancillado… Pero hoy en día, cada vez más, surgen iniciativas para tratar de recuperar su protagonismo en episodios concretos, en la Guerra Civil, en la Guerra Mundial, en la lucha obrera... Como ha hecho este estupendo documental. Cuando aparecen los títulos de crédito te llevas la impresión de que conoces un poco íntimamente a estas mujeres, aunque hayas compartido con ellas sólo una hora, pero has visto a través de sus ojos, has entendido la parte de la Historia que les tocó vivir. Y has admirado su fortaleza. ¡Qué preciosas algunas miradas! ¡Ya quisieran las Kidman, las Jolie, las Vergara tener esa realidad en los ojos!

domingo, 6 de noviembre de 2016

The Kills y GEoRGiA: un concierto-concierto, no un festival



Bilbao, año 8 d.c. (después de la crisis). Como ya tenemos gobierno y no podía ser más deprimente, entre muchísimas razones porque se intentará aplastar cualquier manifestación cultural a lo largo de los próximos 4 años, qué mejor que ahogar las penas en un buen concierto. Y digo concierto, para diferenciar a los amantes auténticos de la música en directo de los asistentes a festivales tipo BIME (leer mi crítica en el blog de Más Que Traductores) que se han convertido en un auténtico evento social, un “must” al que hay que ir para contarlo a los amigos a través de Facebook, Instagram, Twitter y demás: no importa si me dedico a hablar a grito pelado durante las actuaciones (¿perdona, estás dando la espalda a PJ Harvey para contarle bobadas a tu amigo? ¿A PJ Harvey?) o a fumar todo lo que quiera aunque sea un concierto en interior (¿¿¿estamos en el año 2016???).


Lo de anoche en el Kafé Antzokia (auténtico templo de la música en directo en la noche bilbaína) fue un concierto de los de pelo en pecho. Y lo digo así porque sus protagonistas principales fueron las féminas. Auténticas rockeras de espíritu post punky, tanto la cantante de GEoRGiA como la de The Kills. Potencias de voz y garra sobre el escenario en un show que podría compararse a las sesiones dobles del cine de antaño. Nunca mejor elegidas las dos partes de un concierto para casar a la perfección su energía y su música, ambas difíciles de clasificar.

GEoRGiA fue una auténtica sorpresa, ya que nada sabía yo de este grupo (en realidad la banda la compone la líder, Georgia Barnes, batería y vocales, acompañada en esta ocasión por otra mujer a cargo de los teclados). Sentada a su batería, con voz potente y una presencia que para nada necesitaba de guitarristas melenudos con vaqueros rotos para dejar claros sus radicales mensajes. La clasifican de post-grime pop, algo así como una prolongación británica del garage y el jungle que surgió a principios del siglo XXI. Esta ex jugadora juvenil de fútbol parece haber encontrado una vía para expresar su rabia más allá de la competición deportiva. Ella misma compone y produce sus temas seudo rap y los defiende con pasión (incluidos esos aullidos que ponen la piel de gallina). No sé si el público la conocía, pero al de unos minutos todos éramos fans de la garra de esta tía que parecía decirte desde detrás de su batería: “no te voy a pasar ni una”. ¿Alguien se acuerda de Rihanna o Beyoncé con su exagerada y ultrafemenina sensualidad? GEoRGiA está aquí para demostrar que de algo han servido varias décadas de feminismo: una mujer normal en el escenario, que pasa de poses y de falsos glamoures. Porque ella ha venido aquí a hacer música. Y lo demás sobra.

Y luego llegaron The Kills. Cuentan que los dos integrantes principales (Alison “VV” Mosshart y Jamie “Hotel” Hince) se conocieron en un hotel cuando ella le escuchó a él practicando la guitarra en el piso de abajo. Llamó a su puerta y el resto es historia. E historia es lo que hicieron anoche sobre el escenario del Antzokia. Un público entregado se desgañitó para cantar sus temas bailando sin parar. Claro que nadie pudo alcanzar los espasmódicos movimientos de Alison, que parecía querer parecerse a la replicante

interpretada por Daryl Hannah en “Blade Runner”.  Desde luego GEoRGiA había sido el calentamiento ideal para la actuación de The Kills. A su música se la describe como post-punk revival e indie rock, y viendo la fuerza de la actuación de Alison no pude evitar pensar en una de las aristócratas del pop grunge (por matrimonio) Courtney Love; pero de nuevo, sin ningún intento por su parte de apelar a la sensualidad. Más bien todo lo contrario, fuerza pura, convulsa y rockera, pero carismática y bien compaginada con los alardes guitarreros de su compañero. Se comieron el escenario y se ganaron al personal desde el minuto 1. El momento en que todo el mundo se puso a corear “Doing it to death” te hacía sentir que estabas en uno de esos macro concierto de los grandes vencedores de la escena musical. Ayer, desde luego, The Kills lo fueron. 


Y sólo así, disfrutando de muchos conciertos en directo, yendo a ver pelis en el cine, pasando por el teatro, viendo exposiciones y leyendo libros en papel (no son los actores los únicos que no pueden vivir de su profesión, como han publicado tanto últimamente los periódicos), podremos vencer a esta confabulación anticultural que ha vuelto a establecer sus posaderas (y sus cuentas bancarias) en el gobierno.