lunes, 10 de abril de 2017

Luego dicen que los gays ya no tenemos de qué quejarnos…


Bilbao, año nueve d.c. (después de la crisis, o sea, de la estafa). Sí, en España hay matrimonio igualitario desde que Zapatero lo aprobase en 2005. Eso no quiere decir que desde entonces no hayan seguido aumentando los ataques homófobos. Si hace unas semanas todo el país se revolvía ante la inmunda campaña neofascista del autobús del odio (que, por cierto, ha dado más publicidad positiva gratis a la comunidad trans en
este país que cualquier empresa de marketing multimillonaria hubiera podido hacer), esta semana nos hemos tenido que desesperar otra vez ante las últimas noticias. Primero fue la agresión homófoba en Holanda, sí, ese país tan moderno y liberado que fue el primero en legalizar el matrimonio de parejas del mismo sexo en 2001. Parece ser que una pareja de hombres fue atacada brutalmente a la salida de un club porque iban agarrados de la mano. De nuevo, la reacción en los medios fue tal que ha ocupado páginas en las publicaciones de todo el mundo, con fotos de hombres de todo tipo agarrados de la mano en apoyo a la libertad de expresar tu sexualidad cómo y cuando
quieras. Así que desde policías, personajes anónimos, doctores, deportistas y hasta políticos, posaban felizmente agarrados de la mano. ¿Os podéis imaginar algo así en este país? ¿Que el señor Rajoy y sus acólitos posaran sonriendo agarrados de la mano en apoyo a los gays y sus derechos…? ¡Ah, se me olvidaba, que este ya no es un país moderno y progresista y por un quítame allá esos chistes puede uno acabar en la cárcel!


Y con tintes mucho más oscuros, nos llegan recientes denuncias de que la población gay de Chechenia está desapareciendo misteriosamente. Se hablaba ya de unos cien muertos y otros tantos desaparecidos. Parece ser que toda la información que nos ha llegado está basada en rumores y no en datos, ya que la población chechena en general es tan homófoba que eso hace muy difícil recoger datos fiables. Alvi Karimov, portavoz del gobierno checheno declaró (muy asquerosamente, por cierto, como ya no soy periodista puedo dar mi opinión) que “no se puede detener lo que no existe en la república. Pero si existiera, la policía no tendría ningún problema porque sus propias familias los enviarían a un lugar sin retorno”. Según Euromaidan Press (noticias desde Ukrania), el líder de Chechenia, Ramzan Kadyrov, habría abierto el primer campo de internamiento de homosexuales desde que lo hiciera Hitler en los años 30, con la intención de ejecutar u obligar a abandonar el país a todo aquel hombre que practique una “sexualidad no tradicional”, como les gusta llamar en este país a la homosexualidad. Aparentemente allí se realiza terrorismo de estado, incluyendo torturas a los apresados
para que confiesen los nombres de otros “desviados como ellos”. Se conoce la localización de al menos uno de estos campos de concentración, una antigua base militar situada en Argun, en el número 996 de la calle Kadyrov. Todo esto recuerda muy peligrosamente a lo que ocurría en España durante la dictadura franquista y principios de la democracia, cuando la homosexualidad (tanto masculina como femenina) se pagaba con cárcel, palizas, violaciones, chantaje y electroshocks. 


Por otra parte, y en una nota más festiva por lo ridículo del caso, el gobierno de Putin, públicamente homófobo, ha prohibido la publicación de una conocida imagen del susodicho macho, con maquillaje sobre el fondo de una bandera gay del arco iris (más conocida
popularmente como el meme del “gay clown”, o sea, del payaso gay). Supuestamente esta imagen implica la idea de que el presidente sea gay (Dios o Diosa no lo quieran). Por lo tanto, y ante semejante infamia para la masculinidad del todopoderoso jinete despechugado, se ha incluido este póster entre los considerados en Rusia como “material extremista”. La pena incluye 15 días en prisión (¿en Siberia?) o el pago de 3000 rublos (unos 53 dólares). Como era de esperar semejante prohibición ha provocado una campaña online en la que se comparte incesantemente la imagen del señor Putin (menudo nombrecito, ¿sabrá lo que significa en castellano? ¿Nos declarará la guerra por ello?) maquillado como si se tratara del maestro de ceremonias de “Cabaret”. 



When we rise
Y para acabar con más reivindicaciones LGTB, si realmente quieres conocer una aproximación a lo que esta comunidad ha tenido que pasar en las últimas décadas (discriminación, agresiones, asesinatos, lucha por los derechos civiles, sida y estigma social, lucha por el matrimonio igualitario, persecución…) os recomiendo la serie de HBOWhen we rise(con unos estupendos Guy Pearce, Rachel Griffith, Mary-Louise Parker y Whoopi Goldberg). Allí os lo cuentan todo. Eso sí, preparad los pañuelos porque no es para corazones sensibles…


viernes, 20 de enero de 2017

Nueva forma de ver la tele (II)


Bilbao, año nueve d.c. (después de la crisis, o sea, el robo a mano armada del que todos somos víctimas). Y mientras los canales de televisión en abierto (léase, los gratis, los de siempre) continúan midiendo sus audiencias a la clásica, yo, como os había prometido, voy a seguir hablando de las últimas novedades en series de televisión. Pero de las que sólo se pueden ver en las nuevas plataformas, porque hoy en día Netflix, HBO, Movistar y pronto Amazon, son las que acumulan la mayor parte de la ficción que merece la pena verse. Desde luego, esto no deja de ser un blog de alto contenido crítico personal, con lo que ni son todas las que están ni están todas las que son. Pero es lo que tienen los críticos, que nuestros gustos personales se imponen sobre cualquier otro factor. Y si no que se lo pregunten a Mr. Boyero.

Voy a empezar por la recién llegada (como quien dice acaba de iniciar su andadura internacional como plataforma, aunque no deje de ser también el canal con mejor reputación en series de los últimos 15 años por lo menos), HBO. Y claro, hay que
mencionar a su buque estrella de los últimos tiempos: “Juego de tronos”. Pero ya se ha hablado mucho de esta serie que va  por la séptima temporada, aunque aún tendremos que esperar meses para ver el material rodado aquí al lado, en el País Vasco (en las temporadas anteriores ya pudimos reconocer los escenarios del Desierto de las Bardenas, el centro histórico de Girona, las tierras de Aragón o algunos edificios de Sevilla). Así que mejor empiezo con la que ha llegado para (supuestamente) ocupar su sitio cuando esta saga llegue a su conclusión. Estamos hablando, claro, de “Westworld”. ¿Cómo, que no sabes qué es? ¿Has tenido apagado internet los últimos meses? ¿Te has estado tapando los oídos? Porque no han dejado de hablar de esta nueva serie en todas partes. En realidad se trata de un remake de una peli de ciencia ficción de serie B de los 70, que tenía como estrella en decadencia a Yul Brynner y que mostraba un futuro cercano en el que un parque temático del oeste americano lleno de robots ofrecía a los visitantes la posibilidad de ejercer todo tipo de maldades bajo la excusa de que los robots no tienen alma. ¿Pero y si la tuvieran? A pesar de sus fallos, la historia resultó un éxito y se convirtió en película de culto, dando lugar a una secuela menos conocida titulada “Futureworld”, que contaba con Peter Fonda y Blythe Danner (la madre de la actricísima Gwyneth Paltrow) regresando a una reapertura del parque temático. Ya en el año 80 llegaría una primera serie de televisión que trataba de ser una continuación de estos dos films, pero sólo duró 5 capítulos y pasó completamente desapercibida. Así que hubo de esperar hasta este remake de lujo que ha sido la estrella del lanzamiento de esta plataforma en el mundo. Una primera temporada irregular, sorprendente a ratos, algo repetitiva y repleta de nombres conocidos del cine y la televisión, Anthony Hopkins, Ed Harris, James Marsden (el Cíclope de la trilogía original de X-Men) y Sidse Babett Knudsen (de Borgen), que mantiene la premisa del original y que, si no la alargan al estilo “Perdidos”, puede llegar a tener mucha miga. 


El otro gran desembarque de HBO internacional ha sido su primera producción italiana, “The young Pope”,  dirigida por Paolo Sorrentino, gran artista del cine que nos dio el lujazo que supuso “La gran belleza”. Si no te gustó aquella, no te molestes con esta. Sigue el mismo apabullante y elegante estilo visual, una acción entrecortada y llena de ironía (¡Dios mío, ¿el Vaticano la habrá visto?) con un joven y hermoso Papa interpretado por Jude Law, que fuma sin parar por las elegantes y barrocas estancias de los palacios eclesiásticos, acompañado a veces por una magnífica Diane Keaton en el papel de monja (ya era hora de que dejase de hacer esas payasadas de comedias americanas que casi siempre transcurren en bodas) y un sutilísimo Javier Cámara (¡qué gran actor tenemos, que lo mismo nos hace reír que llorar que pensar!). Un lujo tranquilo que no es para los amantes de la acción. Intrigas palaciegas en pleno Vaticano, mucho surrealismo (marca de la casa Sorrentino), magníficas interpretaciones y el primer Papa guapo de la historia, que además no tiene problemas en enseñar el culo.

Y la recién llegada, nada más estrenarse en la BBC ya está en HBO: “Taboo”, apabullante recreación del Londres de principios del siglo XIX a la manera de un western, que se adentra en una complicada herencia familiar con un misterioso personaje central que parece recién llegado de… la mismísima muerte (Tom Hardy), su exquisita medio hermana (la española Oona Chaplin, aristocracia del cine por apellido y de la tele por su participación en “Juego de Tronos”) y unos negocios turbios con empresarios y banqueros muy parecidos a los actuales, o sea, chacales en toda regla. La cosa promete.

Pero si a relaciones turbias nos asomamos, no podemos dejar escapar la oportunidad de hablar de “The affair”, esta vez en Movistar Series. Otra exquisitez (al menos su primera temporada lo fue, la segunda ya no llega a
tanto) de las relaciones de pareja complicadas. Originalísimo punto de partida ya que, cada capítulo de la primera temporada está dividido en dos partes en las que vemos los distintos puntos de vista de los dos protagonistas de este affair doblemente adúltero (ambos están casados) protagonizado por Dominic West (“The Affair”, ¡qué potencia física la de este animal!) y Ruth Wilson (tremenda en “Luther”). Así podemos ver los mismos hechos contados desde la perspectiva masculina y la femenina (muy interesante, de verdad). Los papeles del marido engañado (Joshua Jackson de “Fringe”) y la esposa abandonada (Maura Tierney) tampoco tienen desperdicio. De hecho la segunda temporada incluye también sus puntos de vista diversificando la historia, que se va más hacia el thriller con crimen y juicio incluidos, lo que hace que pierda su sentido original. La tercera temporada promete aún más cambios. Esperemos que no bajen la temperatura de las escenas de sexo, mucho más realistas (y profundas) de las que solemos ver en la tele. 


Y si hablamos de sexo habrá que pasarse por Netflix (sí, se han comido el mercado, hay que reconocerlo). Porque “Sense8” la aventura internacional de las hermanas Wachowski (filmaron la trilogía de “Matrix” cuando aún eran los hermanos Wachowski) en la que tiene un papel importante nuestro sexy Miguel Ángel Silvestre, no se corta un pelo a la hora de aderezar su extraña ensalada intercontinental con escenas de sexo de lo más calientes. Y si no lo creéis revisad el capítulo 6 de la primera temporada y veréis que es lo más parecido a una orgía en directo que habéis visto en vuestra pequeña pantalla. La espectacular cinematografía impacta en un principio pero finalmente acaba por perder interés a la vez que la historia se prolonga sin avanzar, convirtiéndose toda la primera temporada en una larguísima introducción de personajes (incluyendo esporádicas apariciones de Daryl Hannah para dejar claro que lo que estamos viendo es una historia de ciencia ficción -¿de verdad, no era un tripi?). Y por lo que he visto en el primer capítulo de la segunda temporada (o especial de Navidad), la línea argumental continúa igual. O sea, sin avanzar.

Y siguiendo con Netflix no podemos olvidarnos del que ha sido su gran exitazo: “Stranger things”, que consigue reunir en 8 capítulos la esencia de “ET”, “Los goonies”, “Encuentros en la tercera fase”, “Scanners” e incluso “The thing”, todos ellos exitazos de los 70-80. Y es que esta serie transcurre en la década de los cardados imposibles, recreándola hasta en los más mínimos detalles (incluida la banda sonora). Historia de aventuras infantiles que recupera a una histérica Winona Ryder en plena forma y a un Mathew Modine canoso y malvado. Bicicletas en escapadas nocturnas, una hermana mayor idéntica a la Kitty Pryde original de los cómics de X-Men de los 80 e incluso su propia mutante preadolescente con poderes psíquicos, que ha convertido a Millie Bobby Brown en la nueva it girl del momento. Un gran disfrute de serie.

Y en otra línea totalmente distinta (o sea, en plan “Downton Abbey”) se encuentra “The crown”, elegantísima puesta en escena de los jóvenes años de una reina, en este caso Isabel II de Inglaterra. Pero no os esperéis ñoñerías tipo Sissy, esto es
material serio que reconstruye una década (los 50) en el Reino Unido, consiguiendo que personajes que siempre nos han parecido de cartón piedra (la reina, su marido, su hermana, sus padres, Churchill…) tomen forma como personas de piel y sangre y pulsaciones, lo que hace que nos interesemos por lo que les pasa (increíble, les pasan cosas). Un placer tranquilo y una gran lección de inglés. 

Y para cambiar de rumbo qué mejor que “The get down”, un colorista musical como es debido. O mejor, una reconstrucción de un capítulo de la historia de la música que yo desconocía totalmente: el paso de la música disco al hip hop a finales de los 70. Con una espectacular dirección de Baz Luhrmann que convierte en un auténtico ballet cualquier escena aunque nadie baile, unos actores frescos y muy jóvenes que nos hacen pasar por la época de Dona Summer hasta empezar a rayar los vinilos al modo rap en fiestas que transcurrían en talleres industriales en pleno Bronx neoyorquino. Un auténtico deleite con una estupenda banda sonora (incluyendo la canción que crean al final de la primera temporada “Set me free”). Y un Giancarlo Esposito (el dueño de Los Pollos Hermanos en “Breaking Bad”) en un registro totalmente diferente al que tanta popularidad le dio.


Y el contraplano de esta serie sería (volviendo a HBO para cerrar el círculo) “Vynil”, la historia (mucho más oscura y drogada) de un productor discográfico tratando de sobrevivir a principios de los 70. Producida por Martin Scorsese y el mismísimo Mick Jagger, nos
cuenta la bajada a los infiernos del protagonista (Bobby Cannavale) para sacar adelante su propia empresa discográfica en pleno boom de la movida neoyorkina, donde nieva polvo blanco todas las noches y el sexo y el alcohol son habituales en las reuniones de negocios.

Y atentos a Amazon. Después del éxito de “Transparent” están a punto de desembarcar con la primera serie de televisión dirigida por el mismísimo Woody Allen… Eso es todo por ahora. Hay muchas más que seguro que merecen la pena. Si las habéis visto, escribidme y contádmelo… 

miércoles, 11 de enero de 2017

La nueva forma de ver la tele (I)


Bilbao, año 9 d.c. (después de la crisis, o sea, de esta estafa a la ciudadanía). Primer post del año y ya ha llegado la hora de hablar de la televisión. Pero de la de hoy en día, no de las vetustas programaciones de las cadenas concedidas por el gobierno, sino de lo que ya usa la mayor parte de la población activa. Sí, estoy hablando de plataformas como Netflix, HBO, Movistar o incluso Amazon, que nos ofrecen todas las series de nuestros sueños, todas esas maravillas que han inundado los mercados en los últimos diez años o más, en eso que se conoce como la Segunda Edad Dorada de la Televisión


Y aquí hay que aclarar que, desde las magníficas “A dos metros bajo tierra” (Six feet under) y “Los Soprano”, dio comienzo un renacer de este medio tan querido que había sido considerado como la hermana pequeña del séptimo arte. Y si durante varias décadas los actores con caché y renombre no querían ni oír hablar de la tele, ahora se pelean por aparecer en ella. De hecho, incluso la gran dama de la interpretación, Meryl Streep (¡qué gran discurso anti Trump en los Globos de Oro!), ha grabado ya su regreso al medio
(“The nix”, de J.J. Abrams) que le dio la popularidad en los lejanos 70 con “Holocausto”. Y es que hoy en día el trasiego de actores entre cine y televisión o al revés, es ya algo cotidiano. Y si no que se lo digan a Brian Cranston de “Breaking Bad” o a Christina Hendricks de “Mad Men”, que no dan abasto. Y otros nombres como Glenn Close, Jessica Lange, Dustin Hoffman o Nick Nolte no han perdido la oportunidad de hacer el camino a la inversa. Por algo todos dicen que hoy en día las mejores historias se escriben (y se cuentan) en la televisión.   


Pero hablemos de plataformas. Si en el principio fue e-mule y luego vinieron torrent y la infinidad de plataformas de descarga gratuita (obviamente de manera ilegal), las que nos permitían ver todas las series que venían del mercado americano y de las que todo el mundo hablaba (como las ya mencionadas o “The wire”), pronto nos cansamos de pasarnos horas descargando a velocidades dignas de Los Picapiedra y empezamos a ver los capítulos directamente en streaming, sin necesidad de descarga. Pero esto también
contaba con inconvenientes, ya que existían cantidades inacabables de versiones truco: porno, páginas de juego, virus, etc. Para entonces ya habían entrado en el juego las joyas nórdicas como “The bridge”, “Borgen” o “Bron/Broen”. Y siempre les hacían la competencia las originalidades inglesas del tipo “Sherlock”, “Life in Mars”, “Misfits” o “Being human”.

Y claro, el mercado sabe lo que quiere el cliente, así que como manera de rentabilizar tantos años de pérdidas con bajadas ilegales, surgieron Netflix y HBO (por ahora las que se están comiendo el pastel). Y es que la televisión en directo, es decir con las series programadas a las 22.40 y con anuncios, con dos o tres capítulos seguidos, y siempre pendientes de la audiencia, ya no se la traga más que la generación jubilada… Y al tiempo. Porque ahora, por 7.99€ al mes, cualquiera puede tener acceso a una lista inacabable de series y de películas de manera legal. Para que no venga el señor Montoro a acusarnos de lo que ellos hacen tan bien, o sea, robar. Así que voy a comentar algunas de las series de última hornada que he visto últimamente y que creo que merecen la pena verse… O quizá lo haga en el siguiente post, y así, en el mejor estilo de capítulo de fin de temporada, os dejo con el cliffhanger…, es decir, con la miel en los labios. 

TO BE CONTINUED