Bilbao, año 8 d.c. (después de la crisis). Como ya tenemos
gobierno y no podía ser más deprimente, entre muchísimas razones porque se
intentará aplastar cualquier manifestación cultural a lo largo de los próximos
4 años, qué mejor que ahogar las penas en un
buen concierto. Y digo
concierto, para diferenciar a los amantes auténticos de la música en directo de
los asistentes a festivales tipo BIME (leer mi crítica en el blog de Más Que Traductores)
que se han convertido en un auténtico evento social, un “must” al que hay
que ir para contarlo a los amigos a través de Facebook, Instagram, Twitter y demás: no importa si me
dedico a hablar a grito pelado durante las actuaciones (¿perdona, estás dando la espalda a PJ Harvey para contarle bobadas a
tu amigo? ¿A PJ Harvey?) o a
fumar todo lo que quiera aunque sea un concierto en interior (¿¿¿estamos en el año 2016???).
Lo
de anoche en el Kafé Antzokia (auténtico templo de la música en directo en
la noche bilbaína) fue un concierto de los de pelo en pecho. Y lo digo así
porque sus protagonistas principales fueron las féminas. Auténticas rockeras de
espíritu post punky, tanto la cantante de GEoRGiA
como la de The Kills. Potencias de
voz y garra sobre el escenario en un show que podría compararse a las sesiones
dobles del cine de antaño. Nunca mejor elegidas las dos partes de un concierto
para casar a la perfección su energía y su música, ambas difíciles de
clasificar.
GEoRGiA
fue una auténtica sorpresa, ya que nada sabía yo de este grupo (en realidad la banda la compone la líder, Georgia Barnes, batería y vocales,
acompañada en esta ocasión por otra mujer a cargo de los teclados). Sentada
a su batería, con voz potente y una presencia que para nada necesitaba de
guitarristas melenudos con vaqueros rotos para dejar claros sus radicales mensajes.
La clasifican de post-grime pop,
algo así como una prolongación británica del garage y el jungle que surgió a
principios del siglo XXI. Esta ex jugadora juvenil de fútbol parece haber
encontrado una vía para expresar su rabia más allá de la competición deportiva.
Ella misma compone y produce sus temas seudo rap y los defiende con pasión (incluidos esos aullidos que ponen la piel
de gallina). No sé si el público la conocía, pero al de unos minutos todos
éramos fans de la garra de esta tía que parecía decirte desde detrás de su
batería: “no te voy a pasar ni una”. ¿Alguien se acuerda de Rihanna o Beyoncé
con su exagerada y ultrafemenina sensualidad? GEoRGiA está aquí para demostrar
que de algo han servido varias décadas de feminismo: una mujer normal en el
escenario, que pasa de poses y de falsos glamoures. Porque ella ha venido aquí a
hacer música. Y lo demás sobra.
Y
luego llegaron The Kills. Cuentan que los dos integrantes principales (Alison
“VV” Mosshart y Jamie “Hotel” Hince) se
conocieron en un hotel cuando ella le escuchó a él practicando la guitarra en
el piso de abajo. Llamó a su puerta y el resto es historia. E historia es lo
que hicieron anoche sobre el escenario del Antzokia. Un público entregado se
desgañitó para cantar sus temas bailando sin parar. Claro que nadie pudo
alcanzar los espasmódicos movimientos de Alison, que parecía querer parecerse a
la replicante
interpretada
por Daryl Hannah en “Blade Runner”. Desde
luego GEoRGiA había sido el calentamiento ideal para la actuación de The Kills.
A su música se la describe como post-punk revival e indie rock, y viendo la
fuerza de la actuación de Alison no pude evitar pensar en una de las
aristócratas del pop grunge (por
matrimonio) Courtney Love; pero de nuevo, sin ningún intento por su parte de
apelar a la sensualidad. Más bien todo lo contrario, fuerza pura, convulsa y
rockera, pero carismática y bien compaginada con los alardes guitarreros de su
compañero. Se comieron el escenario y se ganaron al personal desde el minuto 1.
El momento en que todo el mundo se puso a corear “Doing it to death” te hacía sentir
que estabas en uno de esos macro concierto de los grandes vencedores de la escena
musical. Ayer, desde luego, The Kills lo fueron.
Y
sólo así, disfrutando de muchos conciertos en directo, yendo a ver pelis en el
cine, pasando por el teatro, viendo exposiciones y leyendo libros en papel (no son los actores los únicos que no pueden
vivir de su profesión, como han publicado tanto últimamente los periódicos),
podremos vencer a esta confabulación anticultural que ha vuelto a establecer sus
posaderas (y sus cuentas bancarias) en
el gobierno.
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