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Bilbao 2012, definitivamente año del fin del mundo. Mientras el pueblo español (y parte del europeo, o al menos el europeo del sur, es decir, los pobres de esta supuesta “gran familia”) se siente cada vez más como en la imagen 1, buscando esa salvación (que no rescate) de la situación de ruina y represión en la que nos vemos cada vez más metidos, nuestros políticos, nuestros banqueros y nuestros grandes empresarios siguen empeñados en cocinar el caldo de cultivo ideal para llegar a la imagen 2. Veamos cuánto tardamos en hacerla realidad. Desde luego, si imitáramos al gobierno y tomáramos como medida los resultados de las elecciones gallegas, estaríamos más como en la imagen 3, es decir, inmóviles e idiotizados, confiados en esa “solución divina” que nos prometieron cuando ganaron las elecciones. De lo que no se quiere hacer cuenta el gobierno es de la bajada de votos que han tenido en Euskadi y del descenso del voto en general, porque afrontémoslo, el pueblo cada vez confía menos en el sistema y en particular en los políticos. Es más, en esas múltiples encuestas de opinión que se empeñan en hacer, los españoles encuentran que su mayor problema es… ¡la clase política! Y si no que vean los resultados en Euskadi del partido “Escaños en blanco”, que trata de llenar los parlamentos de escaños vacíos para que no haya tanto chupóptero viviendo como reyes de nosotros, su pueblo, los que les votamos.
Pero hoy me he propuesto no
hablar de política, que ya sabéis cómo me pongo… Hoy voy a dispersarme un poco
con temas mucho más banales, que luego me acusan deremover los fuegos de la revolución... Y para ello os propongo
una banda sonora de lo más relajante: se trata de Martha Wainwright, la hermanísima
del conocido (y super gay) Rufus Wainwright.
¿Carlota, Carolina o Grace...? |
©RM Ese Bilbao que me gusta tanto... |
El concierto. He de decirlo, acabó con mi espalda.
Últimamente reconozco que elijo mucho los conciertos a los que voy porque, de
verdad, termino siempre deseando que no hagan un bis porque mi espalda no lo
resiste. Y desde que volví de Jordania
he estado sufriendo terriblemente (tensiones
acumuladas, tirón incluido, lo sé). Así que cuando The Wedding Present anunciaron hacia el final del concierto que
eran de esos grupos raros que no hacen bises, casi doy saltos de alegría (suavitos, no vaya a ser que mis lumbares no
lo resistan, ¡qué triste hablar de lumbares a mi tierna edad…!). Os paso un
link a una de sus canciones:
En realidad no es que sean mi tipo de música favorito,
pero fue un regalo que le hice a mi marido por su cumpleaños. Al fin y al cabo
fueron uno de los grupos que él escuchaba en los 80 y no quiero que tenga la
sensación de que por esta ciudad no pasan grupos interesantes (ya sabéis que es un fanático de la música,
particularmente la indie). El caso es que yo pretendía regalarle entradas
para ver a Patti Smith, que viene
este mes a actuar en el Guggy. Pero estaban agotadísimas… Así que me conformé
con un segundo plato. Me hizo gracia que los teloneros (de los que no había oído hablar en mi vida, eran locales) intentaran
mantener su aura de rockeros, pero que sólo consiguieran que la gente se
animara cuando hicieron una versión de los 80 de Alaska… Si es que el poder de la petardada siempre acaba
funcionando. Pincha Alaska o Fangoria
en cualquier fiesta y verás cómo todo el mundo se pone a bailar…
Y por último también disfruté hace unos días de una
performance multimedia (cuando bromeaba
con convertirme en artista multimedia para ver si por fin consigo ganarme un
futuro, mi amigo Javi sugirió: “¿Y no sería mejor artista con medias”? Habrá
que pensárselo…) que mezclaba danza contemporánea (con desnudos), coros, música, autómatas gigantes, luces y la
narración de varios periodistas de guerra,
incluido Jon Sistiaga. Claro, iba
sobre escenarios de guerra y sobre su sinsentido. Era original y se presentaba
en el novísimo y brillantísimo pabellón de los deportes de Miribilla (una de esas otras obras artísticas que
inundan la ciudad). Y la verdad que nada mejor pudimos hacer en esa aciaga
noche en la que la palabra “tormenta” se quedaba corta para describir la que
caía. ¿Se habría pasado esa noche el divino Thor por Bilbao? (me refiero
al maridísimo de la Pataky, claro)
Y ya que os he hablado de mi espalda os contaré algo más de mis conclusiones de estos últimos dos meses. Resulta que sí, mi espalda llegó a un punto tan extremo que mi médico de cabecera (sanidad pública, no gratis como nos dicen, sino pagada por todos nosotros) me envió a rehabilitación a Santa Marina, un hospital que hay por aquí en el monte. Y he de decir que no tardaron en darme cita, que me atendieron de maravilla durante las dos semanas que estuve yendo a diario y que me reafirmó en lo que he aprendido durante la estancia de mi madre en el hospital por una operación de rodilla. La rehabilitación a ella le tocó en el hospital de Gorliz, una maravilla de edificio junto al mar que más parece un balneario decimonónico que un centro de rehabilitación. Estuvo allí ingresada durante algo más de una semana y la trataron con profesionalidad y mucho cariño (algo muy importante para gente de esa edad). Cuando íbamos a visitarla, mi tío Juliantxu no hacía más que decir: “Esto no podemos permitir que desaparezca”. Se refería a la sanidad pública, ésa que tanto nos hemos peleado por conseguir durante años y que ahora nos están ya quitando (todo empieza con euro por receta y acaba como ya sabemos…). Si no nos movemos, esto es sólo el principio, hermanos y hermanas… Y ahí acabo, con el mismo cuadro con el que empecé, para que no nos olvidemos de que está muy bien ser petardos de vez en cuando. Pero seamos responsables y luchemos por lo que tenemos… Este mes hay una huelga general, yo creo que debería ser indefinida…
Y ya que os he hablado de mi espalda os contaré algo más de mis conclusiones de estos últimos dos meses. Resulta que sí, mi espalda llegó a un punto tan extremo que mi médico de cabecera (sanidad pública, no gratis como nos dicen, sino pagada por todos nosotros) me envió a rehabilitación a Santa Marina, un hospital que hay por aquí en el monte. Y he de decir que no tardaron en darme cita, que me atendieron de maravilla durante las dos semanas que estuve yendo a diario y que me reafirmó en lo que he aprendido durante la estancia de mi madre en el hospital por una operación de rodilla. La rehabilitación a ella le tocó en el hospital de Gorliz, una maravilla de edificio junto al mar que más parece un balneario decimonónico que un centro de rehabilitación. Estuvo allí ingresada durante algo más de una semana y la trataron con profesionalidad y mucho cariño (algo muy importante para gente de esa edad). Cuando íbamos a visitarla, mi tío Juliantxu no hacía más que decir: “Esto no podemos permitir que desaparezca”. Se refería a la sanidad pública, ésa que tanto nos hemos peleado por conseguir durante años y que ahora nos están ya quitando (todo empieza con euro por receta y acaba como ya sabemos…). Si no nos movemos, esto es sólo el principio, hermanos y hermanas… Y ahí acabo, con el mismo cuadro con el que empecé, para que no nos olvidemos de que está muy bien ser petardos de vez en cuando. Pero seamos responsables y luchemos por lo que tenemos… Este mes hay una huelga general, yo creo que debería ser indefinida…
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