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Las guillotinas vuelven a la calle... |
Bilbao.
Año 5 d.c. (después de la crisis). “Anoche
soñé que volvía a Manderley…” Gran frase aquella con la que la escritora
francesa (y lesbiana) Daphne Du Marier decidió dar comienzo a
su novela más famosa: “Rebeca”. Hitchcock no pudo mejorarla y la usó
literalmente para abrir su magnífica versión fílmica (con Joan Fontaine, Lawrence Olivier y la fabulosa Judith Anderson como Mrs
Danvers, el ama de llaves). Allí abría un larguísimo flashback (toda la peli lo era). Aquí nos va a
servir para hacer un ejercicio de nostalgia. “¿Pero no son todas las entradas de
tu blog un ejercicio de nostalgia?”- os preguntaréis como avispados y fieles lectores
que sois. Y yo ahí tendré que contestar: “sí pero no”. Como aquella conocida
canción de Lolita (ya empezamos). Sí, porque siempre acabo
haciendo alusión a cantantes (como ahora),
dibujantes, series de televisión, actores, películas, novelas, lugares,
personas o incluso colecciones de cromos, que tienen alguna relación con mi
pasado. Pero al fin y al cabo todo el mundo escribe sobre sus propias
experiencias, ¿no? Y qué son esas experiencias sino pasado… Además, yo, que soy
muy cuco, disfrazo esas historias de presente, haciendo siempre alusión a la
situación actual. ¿Por qué creéis que empiezo todas mis entradas desde hace
meses con el consabido “Bilbao. Año 5 d.c. (después
de la crisis)”? Pues está claro, para ser actual, para que el que empieza a
leer una de mis entradas no piense, “ya está éste con sus pajaradas mentales…”,
sino que deduzca muy adecuadamente: “fíjate, utiliza las realidades distópicas
basadas en sus recuerdos de niñez para hacer un comentario crítico, ácido,
quasi británico, sobre la realidad de este país de pandereta en el que
vivimos…” Pues sí, ahí estamos, habéis dado en el clavo y por eso me seguís
leyendo. Porque sois inteligentes, os gusta la sutileza y la fantasía crítica
con la realidad actual…Es decir, os gusta la “distopía social”, ese nuevo género literario en el que pretendo
hacerme experto.
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Ejemplo de realidad distópica |
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Nacho Duato |
Así
que hoy no voy a hablaros de los personajes de Alejandro Dumas, Emilio Salgari, Herman Melville, HG Wells o Julio Verne. Tampoco voy a compararlos
con los políticos, banqueros, opresores y dictadores
actuales. Ya todos sabemos quiénes son, lo que hacen, dónde están y dónde
deberían estar… (¿He oído “cárcel”,
“destierro”, “exilio”, “cámara de tortura”, “guillotina”…?) Hoy os voy a
contar lo que me pasó hace un par de días, en una tarde de este extrañamente
ultracálido otoño que estamos teniendo (¿será
el fin del mundo, el Apocalipsis, Armageddom?). Me acerqué a mi querido Guggenheim para asistir a un
espectáculo de danza de la CND (nada que ver con USB, MP3, DVD, ADSL, PC,
TDT, URL, RAM, HTML…). Allí reunidos en el atrio del museo y rodeados por
este grandilocuente edificio-escultura, los cachorros de la Compañía Nacional
de Danza (no, ya no la dirige el
estupendo Nacho Duato… ¿Os he
contado ya lo del día que pasé con él…?) se introdujeron entre nosotros
todos vestidos de negro y bajo un imponente sonido de olas, ofrecieron sus
convulsiones mientras con rictus muy serios nos iban conduciendo al teatro… Y
fueron las olas las que me condujeron a la nostalgia.
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©RM
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Tendremos
que recurrir a youtube para ambientaros.
Así que seguid este link (pegándolo antes
en otra pestaña, claro) y escuchar a “Foster
the people”, con su hit “Pumped up kicks”.
Las
olas me retrotrajeron hacia algo que me contaban hace poco. Uno de mis amigos
del instituto, Javi (os podéis imaginar
la cantidad de años que hace que nos conocemos y el montón de experiencias que
hemos compartido) me confesaba hace unas semanas… ¡¡¡que había experimentado
un viaje en el tiempo!!! Así, como lo oís… Bueno, en realidad, no exactamente.
Pero casi. El caso es que viajó hacia atrás en el tiempo, hasta un día muy
especial para nosotros, uno que compartimos con un grupo de compañeros de clase…
¡¡¡en 1º de BUP!!! (abajo la LOMCE) Fue un día que recordamos todos porque supuso la primera
salida que hicimos juntos los que luego nos convertiríamos en la cuadrilla del
instituto. O por lo menos algunos de ellos. Nos juntamos unos 10 y nos fuimos a
la playa a pasar el día, con comida, baño y todo tipo de anécdotas
inolvidables. En mi memoria ha quedado grabado como una especie de mini
episodio de “Verano azul”, pero sin Chanquete ni Julia que le dieran el
toque sensato... La horrible permanente que Amaia se acababa de hacer, las
risas histéricas pero comprimidas de Marisa, el seco sentido del humor de las
bromas de Calderas, el romanticismo de la melena de Izaskun (sí, yo todavía no había descubierto a los
chicos y me producía gorgoritos en el estómago cada vez que la veía)… Todos
nos quemamos sin remedio y a la mañana siguiente nadie se podía levantar de la
cama. Volvimos el lunes al instituto rojos como cerezas pero con la sensación
de que la vida estaba empezando…
Os
podéis imaginar la envidia que me dio cuando mi amigo me contó que había tenido
el privilegio de volver a vivir aquel día. Aunque fuera sólo en un sueño. ¡Qué
suerte la suya! ¿No os apetecería a veces poder volver a vivir ciertos momentos
del pasado tal y como fueron…? Escuchar las voces, respirar el aire, ver las
caras, disfrutar de aquel momento tan añorado… Pues Javi lo hizo. Revivió el
día entero, con los chistes, las risas, los rostros frescos de la primera
adolescencia, de no haber sido marcados aún por nada… Con nuestro acné,
nuestros espantosos cortes de pelo, los cuerpos aún sin formar y toda una vida
por vivir. Esa alegría que sólo se puede vivir en estado puro a esa edad… Pero
el sueño no se quedaba ahí. Continuó. Javi se metía al agua mientras todos nos
quedábamos en la orilla, y desde su posición privilegiada (al fin y al cabo era el protagonista del sueño) pudo ver con
horror que se acercaba un tsunami. Y
en medio del pánico intentó avisarnos para que huyéramos, pero la ola avanzaba
sin remedio y nosotros no le escuchábamos…
Vosotros
sí que podéis escuchar esta otra canción, muy en la línea, de Peter Bjorn and John: “Young folks”.
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Juventud, divino tesoro... |
Al
escuchar esta historia, no pude evitar buscar explicaciones (siempre las he buscado en los sueños). Para mí estaba claro que Javi, desde su punto
en el mar, intentaba detener el paso del tiempo, la ola, el tsunami, no era
sino la vida que estaba a punto de arrastrarnos. Y vaya si lo hizo. Crecimos,
nos hicimos jóvenes y de ahí pasamos a ser adultos, todo en un suspiro, en lo
que dura una risa… De los 10 que estábamos allí, a alguno le hemos perdido la
pista. Pero otros somos amigos de cuadri, y a los demás los vemos de vez en
cuando, por casualidad, o sabemos de ellos por amigos comunes. Desgraciadamente,
uno ya ha desaparecido de este ciclo vital. Se lo llevó un cáncer hace ahora un
año (mientras se sigue reduciendo el
presupuesto de Sanidad y se empiezan
a cobrar las medicinas incluso a las víctimas de esta terrible enfermedad),
aunque luchó hasta el último momento como un valiente (acababa de adoptar un niño). Es tremendo cuando los de tu propia
generación empiezan a desaparecer… Al resto del grupo no le ha ido tan mal. O
quizá sí, quién sabe. Casi todos han tenido hijos, una incluso tuvo los huevos (ovarios) de tenerlo por sí sola porque
no encontraba la pareja que buscaba (hoy
en día el gobierno no se lo permitiría, o al menos no por la Sanidad pública).
Casi todos estudiamos carrera y hemos trabajado de forma más o menos constante.
Una de las chicas sufrió durante años de depresión, lo que casi la inhabilitó
profesionalmente. Dos más, sin embargo, llevan desde hace años su propio
negocio. Y otras dos son funcionarias (también
estarán notando las rebajas de sueldo). Yo ahora he vuelto a vivir de las
clases de idiomas después de años entregado al medio audiovisual (en un país de enchufismo, la experiencia
no sirve de nada) y acabo de empezar un curso en la UNED… Algunos hemos viajado, otros se han quedado
en el pueblo por elección. Siete nos hemos emparejado, tres siguen siendo solteras.
Del total, al menos dos somos gays. ¿Servirá todo esto como muestra estadística
de lo que ha sido la vida de nuestra generación…? No lo sé. Lo que sí sé es que
todos hemos luchado lo nuestro y ahora nos encontramos con una sociedad que
casi ni reconocemos. Quizá sea el momento de luchar un poco más, de dar más
guerra, aunque no nos apetezca… Pero aquel día en la playa… Ay, aquel día
éramos jóvenes, inocentes y con ganas de comernos la vida… Me encantaría
revivirlo, aunque fuera en un sueño. O en la máquina del tiempo… Y vosotros, si
tuvierais la oportunidad, ¿qué día de vuestra propia historia revisitaríais?
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