Bilbao.
Año 5 d.c. (después de la crisis). ¿O
debería decir año 1 d.r. (de la
recuperación, PP dixit)? El problema es que eso de la recuperación tiene
menos credibilidad que cualquiera de los cómics que leía yo de pequeño… Vamos,
que no se lo creen ni los niños que han estado en huelga durante tres semanas en Baleares
para oponerse a las pataletas de ese partido que todo lo puede, todo lo
gobierna y todo lo destroza, esos mismos a cuyos padres ya han amenazado con
quitarles la custodia por no llevar a sus hijos a la escuela... Realmente Aznar se lo montó muy bien, nos atrapó
a todos con las malditas hipotecas sobredimensionadas para que ahora nadie se
atreva ni a respirar (o casi nadie, a
pesar de esa “mayoría silenciosa”
que tanto les gusta mencionar). Y así, ellos, los omnipotentes, los que
todo lo controlan (la moral, la banca, la
empresa, la justicia, el gobierno, las zanjas todavía con muertos sin
identificar…) están rediseñando este país a imagen y semejanza de la
ideología del régimen. ¿Que de qué régimen hablo? ¡Hombre, pues del régimen! El
suyo, el que nos dejó a la cola de Europa y ahora vuelve a hacerlo. El de la
doble moral que no quiere el divorcio pero ellos qué bien se divorcian, el que
no quiere el matrimonio gay pero
ellos qué bien se casan, el que no quiere el aborto pero ellos cómo abortan cuando les conviene… El de un país
en el que sólo puedan estudiar los hijos de los ricos, en el que sólo tengan
atención sanitaria adecuada los españolitos de bien, en el que todos los cargos
de poder estén ostentados por amigos y familiares (que se llevan unos sueldos tan sobredimensionados como las hipotecas
antes mencionadas)… Vamos, una España, grande y libre... A su manera. Y
mientras tanto, los ciudadanos de a pie aferrados a sus hipotecas, esperando,
quizá soñando, que alguien inicie la revolución, que alguien haga justicia y
que los Bárcenas, los Malaya, los Fabra, los Cospedal, los Mato, los Barberá, los Camps, los Rajoy,
los Aznar, los Urdangarín (y tantos más, no me caben
aquí) acaben en la cárcel con la pena que les corresponde, unos por
corruptos, otros por nepotismo y todos, todo, por MENTIROSOS…
Antes
mencionaba los cómics que leía de pequeño. Y es que me acabo de enterar que ha
muerto uno de los artistas que más sueños nos proporcionó a los de mi
generación con sus portadas de cómic: Antonio
Bernal Romero. Su nombre no os sonará, pero en cuanto veáis algunas de sus cubiertas
seguro que os traen recuerdos de niñez. Porque no solamente ilustró las del Capitán Trueno, el Jabato o el Corsario de
Hierro, sino también muchas de aquellas novelitas ilustradas publicadas en
la colección Joyas Literarias Juveniles.
Que realmente hacían honor a su nombre, porque eran auténticas joyas y a muchos
nos introdujeron en el mundo de la lectura y nos atraparon para siempre con aventuras
clásicas como “La isla del tesoro”, “Los tres mosqueteros”, “La isla
©RM sobre la obra de Antonio Bernal Romero
|
misteriosa” o “Sandokan”. Bernal Romero tenía 89 años
y no he podido evitar hacerle un pequeño homenaje usando algunos de los
personajes que creó para una colección de cromos adhesivos (era la moda entonces, si estabas a la última coleccionabas los adhesivos,
si no, seguías con los de cartón) que aún conservo. Las maravillas de los
escáneres, el photoshop y toda la tecnología digital que hemos adoptado con la
naturalidad más pasmosa y que nos permiten de alguna manera realizar algunos de
nuestros sueños de niñez, como el de colocar a todos esos personajes fantásticos
en un paisaje a su altura…
Al
contemplar estas portadas me he dado cuenta de lo mucho que necesitamos en
estos momentos a un Corsario de Hierro que venga a impartir justicia a este país.
O más bien a este mundo. Él, que defendía los derechos humanos y la honestidad
a capa y espada, que enseguida simpatizaba con las causas perdidas, liberaba esclavos,
salvaba a damiselas en apuros, derrocaba tiranos, desenmascaraba mentirosos... (¿os suena todo esto? parece una página de cualquier
periódico, ¿verdad?) Qué diría el Corsario si de repente lo sacasen de una
de sus viñetas para plantarle en la realidad pura y dura. O el Jabato o los tres
mosqueteros, o Tom Sawyer, Huckleberry Finn o el mismísimo Capitán Nemo… Probablemente serían
incapaces de entender cómo el mal se ha extendido de tal manera y se ha
asentado en el poder (no sólo en este
país, en casi todos) sin que casi nadie sea capaz de hacer nada para evitarlo…
A Obama le crecen los enanos por querer
la Sanidad universal mientras aquí, que
la teníamos, se empeñan en quitárnosla… Cómo iba a consentir el Corsario que
cientos de africanos muriesen en las costas de Lampedusa (ésas que tanto
inspiraron a Visconti) mientras
todos se lavan las manos y se echan las culpas mutuamente… Y al final para que
los únicos que se puedan quedar en nuestra preciada Europa sean los muertos (claro, la repatriación de cadáveres sale muy
cara a día de hoy…).
Recuerdo
con nostalgia a Lord Benburry, el archienemigo
del Corsario, un ex pirata convertido en lord gracias a los favores realizados al
rey… Un malvado de los de manual, que lo mismo traficaba con esclavos que engañaba
a desdichados para quedarse con sus tierras, que maltrataba a sus empleados, exprimía
a los que habitaban sus tierras y vivía rodeado de lujo y desperdicio. ¿Cómo? ¿Que
os suena? Sí, la verdad que es la descripción de cualquier banquero, político o
macro empresario de los de hoy en día… Sólo que hoy estamos en el siglo XXI y el
tal Lord Benburry vivía en el XVII. Y yo me pregunto, ¿dónde está nuestro Corsario
de Hierro…?
No hay comentarios:
Publicar un comentario