domingo, 27 de septiembre de 2020

Tales of the city

 

©Rob Cristo

Año 1 d.c. (durante la crisis -de la Covid). La primera vez que oí hablar de Tales of the city (hoy en día una de las últimas series de Netflix en su reboot-continuación) corrían los primeros años 90 y yo vivía en Londres. Se trataba de una miniserie de televisión coproducida entre los Estados Unidos y el Reino Unido que estaba causando sensación en el panorama televisivo de las islas británicas, debido a que por sus imágenes transitaban con total naturalidad hombres gays, lesbianas, bisexuales, transexuales…, e incluso algún heterosexual. Recordemos que en aquella época estábamos aún inmersos en la epidemia del SIDA, lo que había rebajado muchísimo la visibilidad catódica del colectivo LGTBI+ desde principios de los 80 (justo cuando estaba empezando a despegar). El hecho de que la historia estuviera ambientada en el San Francisco de mediados de los 70, hacía que sus personajes fornicaran sin prejuicios y sin escrúpulos, mucho antes de tener que prestar atención a posibles contagios y tragedias. Ya llegaría el momento.

Porque como aprendí gracias a mis amig@s londinenses, la serie se basaba en una conocida saga de novelas escritas por el autor americano ArmisteadMaupin y cualquier gay que se preciara de serlo las conocía al dedillo. Como yo estaba por aquel entonces adquiriendo la identidad de “gay que se enorgullece de serlo” me puse a la tarea y me leí la primera de las novelas, titulada como la serie, Tales of the city. Y ya no pude parar; enseguida llegó la segunda (More tales of the city), la tercera (Further tales of the city -formando así la trilogía de los 70) y después me haría con la siguiente trilogía ambientada en los 80 (Babycakes, Significant others y Sure of you, en las que ya no se podía obviar el tema del SIDA, que tomaba protagonismo en las tramas).

Una de las curiosidades de esta saga de novelas y series de televisión es que comenzó como una columna de un periódico de San Francisco, en la que Mr. Maupin desarrolló un grupo de personajes: Mary-Ann Singleton, Michael Tolliver (Mouse para los amigos), Mrs. Madrigal, Brian, Dee-Dee Halcyon…, que creaban adicción entre los lectores, que querían saber más sobre sus vidas, sus secretos, sus romances y los misterios en los que se enredaban. Porque Tales of the City es básicamente una historia sobre la familia, pero no la familia biológica, sino (como bien explica Maupin) la familia lógica, aquella que elegimos a lo largo de nuestras vidas para compartir nuestras alegrías y nuestras miserias, o sea, esas amistades que se convierten en una constante en nuestra existencia. Pero también es una historia de búsqueda de identidad, de saber quiénes somos ahora a pesar de lo que hayamos sido antes. Y desde luego es una historia de cambios, de trans-formaciones. Los personajes no solo cambian de parejas, de amigos o de género e identidad sexual (entonces aún no se había inventado el término género fluido), los hay que cambian incluso de color de piel, es decir, de raza. Así de original es la obra de Armistead Maupin (cuya vida es el centro del documental The untoldtales of Armistead Maupin, de nuevo en Netflix).

El centro neurálgico de las historias es una singular casa de apartamentos de alquiler situados alrededor de un maravilloso jardín donde entre otras cosas se planta marihuana, a la que se accede a través de una pintoresca escalera de madera. En las novelas se llama Barbary Lane, en la realidad existe y se llama Macondray Lane. Yo estuve allí (con orgullo), en mis tiempos como redactor de Nosolomusica -cuando había presupuesto en los programas de televisión para enviarnos a la otra parte del mundo a hacer reportajes-, entrevistando al autor, un encantador Mr. Maupin, que cumplió así uno de mis sueños, pasearme por los jardines que pisaban mis personajes favoritos. La dueña de los apartamentos Mrs. Madrigal, una singular y adorable mujer de mediana edad con un pasado y un secreto, es interpretada en las series por Olympia Dukakis (las tres miniseries originales que cubrían la primera trilogía y el reciente reboot-continuación se pueden ver, claro, en Netflix). A su alrededor se establecen las relaciones entre sus inquilinos (Laura Linney -candidata a varios Oscar y protagonista de Ozark- interpreta a la intrépida Mary-Ann), cada uno con sus propios secretos, y también una espiral de misterios casi hitchcockianos, entre los que se puede encontrar pedofilia, canibalismo y hasta gurús de sectas asesinas. Según avanzan los años, los personajes van madurando y sus historias también. Hasta llegar a una tercera trilogía publicada ya en el siglo XXI, en la que nos encontramos a todos ellos (o los que han sobrevivido) afrontando el principio (o el fin) de la tercera edad. Algunos misterios del pasado vuelven a reaparecer en un guiño a los lectores fieles. Porque Tales of the city tiene una legión de seguidor@s por todo el mundo, auténticos fans que esperamos con ansia la publicación de la última novela del autor, en la que retoma a uno de los personajes de la saga a mitad de los 80.

En la ilustración que he realizado (podéis ver más en la web de Rob Cristo) como homenaje a estas Historias de San Francisco (como se titularon aquí en una edición que abarcaba las tres primeras novelas, que fueron traducidas sin demasiada creatividad y que pasaron sin pena ni gloria por las librerías españolas), he intentado recoger a los personajes que para mí son más representativos de la saga, algunos de ellos repetidos en diferentes edades, como parte de una espiral que les envuelve -romances, misterios, raptos, muertes, amnesias…- enmarcada por el fabuloso Golden Gate de San Francisco. Si os fijáis encontraréis también pequeños objetos que son símbolos de algunas de las historias más icónicas, principalmente de la primera trilogía, la más divertida de las tres. En mis sueños sería la portada de una edición cuidada de esta saga en castellano. Porque, seamos realistas en estos tiempos de Covid, ¿qué es la vida sin nuestros sueño, sin unas buenas risas, una pizca de romance, un buen misterio que resolver y la vuelta siempre a esa familia lógica a la que contarle tus aventuras?

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