Año 1 d.c. (durante la crisis -de la Covid). Divine, sex
symbol, cantante, actriz, actor, drag queen, trans, obscena,
ridícula, atrevida, musa underground, rompedora, sinvergüenza, gay,
performer… Es casi imposible definir lo que era Divine, cuyo trabajo se
extendió por las décadas de los 60, 70 y 80. En una de sus más famosas
películas, Pink Flamingos, se la describía como “la persona más
inmunda del mundo”. Y no era para menos, ya que en la escena final del film
la actriz se comía, entre arcadas, en un plano rodado sin cortes, la caca
recién excretada de un perro callejero. Hace ya tiempo, cuando vi la película
en un cine de culto que funcionó durante años en los sótanos del Mercado
Fuencarral en Madrid, me sorprendí al notar como un tío que estaba sentado
en la fila de atrás, se masturbaba durante esta escena. Me imagino que hay
gustos para todo. Un compañero de trabajo me confesó que durante años tuvo
pesadillas recordando semejantes fotogramas. ¿Se puede ser más rompedora? Por eso es la última adquisición de mi galería de Chicas Malas.
La
verdad que mis primeras memorias del personaje son de los años 80, cuando
Divine estaba intentando lanzar su carrera como cantante con éxitos tan
infames como “You think you’re a man” o “I’m so beautiful”, con una voz más que
desagradable y aspecto de drag queen trasnochada cuando el término aún ni
siquiera se había popularizado. Era como una versión travestida de Torrente
después de haberse tomado un ácido. Enseguida empecé a ver sus
películas, todas ellas dirigidas por el rompedor director estadounidense John Waters (predecesor y seguro que inspiración del primer Almodóvar),
de quien era musa. Años después tuve la oportunidad de entrevistar a este
director en el Festival de San Sebastián y cuál sería mi sorpresa al
darme cuenta de que el rey del cine underground de Baltimore (también ciudad
origen de Divine) era en realidad un auténtico caballero que bien podría
haber nacido en Cambridge… Con él rodó Divine la mayor parte de sus películas,
incluyendo la ya mencionada Pink Flamingos y títulos como Polyester
(que usaba el innovador sistema conocido como Odorama, gracias al
cual se podía oler lo mismo que la protagonista, un ama de casa con un sentido
olfativo superdesarrollado y un marido de lo más guarro) y su gran éxito, Hairspray
(que años más tarde sería remakeado en versión musical con John Travolta en
el papel de Divine; si Travolta tuvo que recurrir a prótesis de todo tipo -muy
dignamente, todo hay que decirlo- en el caso de Divine, todo lo que se veía era
real).
Si
empezó su carrera como peluquero de señoras y tuvo una tienda de ropa vintage,
su lucha por ganarse un lugar en el firmamento de la fama a costa de rodar
escenas transgresoras le llevó a escapar varias veces de la policía, protagonizando
situaciones al más puro estilo Hollywood huyendo en un coche a alta velocidad
con las sirenas azules a sus espaldas. Llegó incluso a compartir pantalla con
la famosa heredera/terrorista Patty Hearst… Sus problemas de sobrepeso
le provocaron una muerte temprana (en 1988 a los 43 años), cuando su
fama estaba empezando ya a tocar el circuito comercial interpretando incluso
papeles de hombre. Su falta de prejuicios y moralidad, su gusto por el riesgo y
por quebrantar las normas, su atrevimiento (que no hubiera desentonado en Pepi,
Luci, Bom y otras chicas del montón) y su desfachatez nos hacen pensar que
hoy en día hacen falta más personas como ella porque hacen del mundo un sitio
mucho mejor. O al menos mucho más divertido.
¡Fabulosa!
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