Mostrando entradas con la etiqueta Podemos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Podemos. Mostrar todas las entradas

domingo, 2 de noviembre de 2014

BIME: ceniceros, Podemos y el selfie más cerdo de la historia


Bilbao, año 6 a.c. (después de la crisis). Segundo año del BIME en el BEC: ¿Morir de éxito o incinerarse vivo? Sólo ha sido su segunda edición y ya era imposible ver (o por lo menos disfrutar de) algunas de las bandas debido a las aglomeraciones, el humo del tabaco y las incesantes conversaciones de los que quieren decir que estuvieron ahí pero tienen cero interés en la música. Placebo, The National, Divine Comedy, Mando Diao, Macy Gray… Todos ellos desfilaron por los escenarios de este inmenso edificio (algunos blandiendo cigarros en sus actuaciones) que en su anterior encarnación fuera la inmensa fábrica de Altos Hornos deVizcaya. Hubo de todo, desde metro toda la noche (gracias, Metro Bilbao) hasta reivindicaciones políticas que hacían referencia a Podemos, el selfie más cerdo de la historia o el descubrimiento de que Mando Diao en español significa… I love you???


Mando Diao
The National


A pesar del olor a Lucky Strike, de los incómodos bolsos de las chicas que se te clavan en todas partes y de los precios de la cerveza (¿8-9 euros un katxi en medio de la crisis???) hubo dos reyes de este fin de semana musical: The National y Mando Diao. Ni siquiera Placebo llegó a arañarles el trono a estas dos bandas que emocionaron, excitaron, maravillaron y sorprendieron. ¿Qué más se les puede pedir?

Macy Gray
Es curioso que en la primera noche, la del viernes, los dos puntos más álgidos estuvieran protagonizados por versiones. Concretamente cuando Macy Gray hizo “Creep” de Radiohead y cuando Placebo se atrevió (con estupendos resultados) con “Running up that hill” de Kate Bush. Es verdad que ambos  tuvieron los mayores éxitos de sus respectivas carreras en los 90 y que todo el mundo estaba esperando que tocasen sus éxitos de aquellas épocas. También es verdad que desbordaron energía y demostraron un saber hacer que sólo da las tablas. Pero ahí quedó eso. La Gray tiene fuerza, es una mujer con garra. Y Placebo todavía suena a Placebo… todo el tiempo. En un momento dado había perdido la noción de cuándo cambiaban de tema porque todo me sonaba exactamente igual… Y eso que hay que apreciar que Brian Molko se esforzase por
Placebo
conectar con el público hablando en español y que el baterista era como una versión tatuada y masculina de una barbie moderna. No sé, quizá fue que la cantidad de gente que lo llenaba todo, su incesante necesidad de moverse de sitio, fumar a dos manos (si no tres) y hablar a gritos durante cualquier canción, me hicieron perder el sentido de la magia. ¿No se suponía que teníamos una ley antitabaco? Espero que para el próximo año pongan ceniceros. O quizá haya un incendio y luego todos nos echaremos las manos a la cabeza: ¿cómo es posible, fumando en un local con miles de personas…? Los organizadores dirán que fueron los servicios de seguridad, los servicios de seguridad que fue el Ayuntamiento, el Ayuntamiento que fue el propietario y el propietario que fueron los asistentes y los muertos los auténticos culpables…



Bjorn Dixgard, de Mando Diao

La segunda noche empezó fuerte. Los suecos Mando Diao en su concierto express (menos de una hora, como la mayoría de los conciertos del BIME) lo dieron todo a su manera. Eso sí que es energía sobre el escenario. Para la segunda canción su líder, Bjorn Dixgard, ya se había desprendido de la camisa para ofrecernos su torso de vikingo exuberante en todo su esplendor. Es verdad que se lo ofreció (de una manera bastante trasnochada, digna de alguien que se cree BonJovi) directamente a las chicas, pero nos daba igual. Su compañero de banda enseguida siguió el ejemplo y los dos permanecieron semidesnudos el
Mando Diao
resto del concierto, subiendo notablemente la temperatura de su rock garajero-discotequero. Cuando entonaron el tema que todos esperábamos, “Gloria”, nos sorprendió cómo habían rebajado el impulso de su melocotonazo (como dirían en Radio-3), pero enseguida quedó claro que no era más que una argucia para ir subiendo los voltios hacia el final hasta convertirlo, obviamente, en el supertemazo que siempre ha sido. Impecables incluso a pesar de su hipersexuada obsesión por dejar clara su heterosexualidad (¿o deberíamos decir heterosexismo?). Vale, están muy buenos, pero tampoco es para tanto. Llevaban un punto de insolencia pero tenían su gracia los chicos: nos contaron cómo con 14 años, cuando formaron el grupo, eligieron el nombre porque alguien les contó que Mando Diao en español significaba “I love you”… Me recordó a cuando de pequeño me dijeron que en francés se pedía la hora diciendo “Qué horita pondia” y mi primo y yo nos dedicábamos a repetirlo sin cesar creyéndonos muy cosmopolitas…

Billy Bragg
Me sorprendió el británico Billy Bragg. Quizá no por su música (nunca me ha ido demasiado el folk) sino por su insistencia en hablar de política sobre el escenario. Y de verdad que lo entiendo, creo que cualquiera de nosotros en estos momentos, si tuviéramos un púlpito y una audiencia, haríamos lo mismo. Nos felicitó por ser el único país que en las elecciones europeas había dado un giro a la izquierda con Podemos, a diferencia de lo que ha pasado en el Reino Unido con UKIP o en Francia con Le Pen (me niego a facilitar enlaces). Su idea de que la única forma de arrebatar el poder a las multinacionales que nos gobiernan por encima de los parlamentos es recuperar el poder localmente, en ayuntamientos, regiones o vecindarios me resultó de lo más atractiva. ¿La música? Sabía llevar el concierto, se metió con Morrissey y las letras antifascistas pegaban en esta semana que ni pintadas… Vamos, que se ganó a la audiencia. 


Matt Beringer, de The National

Y por fin llegó The National. ¿Qué puedo decir? Me encantan sus álbumes, pero nunca pensé que pudieran hacerme bailar. Me esperaba algo mucho más oscuro y deprimente, pero desde el primer momento me sorprendieron con su energía, el ritmo mucho más rockero, los solos de trompeta, el carisma de su líder y la repartición de roles (en un momento dado cinco de los ocho componentes estaban cantando a la vez)… Impecable el sonido, los visuales de fondo, el sudor de los componentes… y el selfie final. Según se aproximaba la hora de acabar el concierto (los horarios del programa se mantenían estrictamente), el cantante se entusiasmaba más y más. Se echó entre el público y dejó que le sujetaran en el más puro estilo rockero. 
The National
La gente se volvió loca, le sacaban fotos desde todos los ángulos posibles, hasta que en un momento dado alguien le pasó su móvil para que se sacara un selfie. Y él, ni corto ni perezoso, se lo metió en la bragueta y se subió al escenario, para sacárselo a la vista de todos (fue un momento de nervios porque nadie sabía exactamente qué iba a salir de allí) y devolvérselo a su dueño-a… ¿Se publicará alguna vez esa foto? Esperemos que no se quemara entre el humo de los cigarros…


lunes, 9 de junio de 2014

Bilbao inundado por el teatro alternativo


Bilbao, año 6 dc (después de la crisis). Hoy me he prometido no hablar de política. Ni de elecciones europeas. Ni de abdicaciones. Ni del empoderamiento del pueblo. Ni de si monarquía o república. Ni de democracia real. Ni de si podemos o no. Hoy, sorprendentemente, voy a hablaros de teatro. De teatro alternativo para ser más concreto. Y de teatro alternativo en Bilbao. Os lo creáis o no.

ACT. Del inglés, actuar. Actuar, del español: obrar, comportarse de una manera determinada, interpretar un papel en una obra teatral o cinematográfica. Cultura. ¿Es la cultura política? ¿Promueve la política la cultura? Yo, ante esta pregunta tan escabrosa, sólo puedo decir que si no fuera porque el director de este festival de escena corta (también director del centro de formación escénica BAI de Bizkaia) es amigo mío, no me hubiera enterado de que existía. Y eso que llevan 11 años organizándolo. Y eso que es un festival de referencia internacional para el panorama teatral alternativo, para las nuevas tendencias escénicas. Y eso que es el único de su estilo que se celebra en Euskadi. Y eso que es divertido hasta rabiar. Son muchos “y eso”…

Ferenc Fehér (Hungría)

“Mientras yo estaba naciendo, mi padre estaba en la ducha. Para cuando nací, mi padre ya estaba limpio”, “¿Quién no se ha dado placer con un compañero en el gimnasio del colegio?”, “Todo, todo, estaba inundado de sangre de pollo”, “Mientras mi abuela moría, mi padre estaba en la ducha. Para cuando murió, mi padre ya estaba limpio”… Estas son algunas de las declaraciones de principios lanzadas por los ACTores del festival. Pero no queda ahí la cosa, porque todo, todo lo que ocurría una vez dentro de los teatros (Pabellón 6, Kafe Antzokia, Guggenheim Zero Espazioa, Barakaldo Antzokia) transcurría en tres idiomas: castellano, euskera e inglés. Ya fuera con subtítulos o mezclándolos todos de viva voz, en una experiencia histéricamente divertida. Para disfrutar muchas de las obras, había que perder los prejuicios intelectuales, dejarse llevar por el mero absurdo del disfrute. Desnudos integrales frontales que duraban mucho más de lo esperado, danzas homoeróticas con hombres-chicos a punto de besarse en cualquier momento, mujeres con la cabeza metida en una caja de cartón que actuaban como si nada, contorsionistas andróginos a modo de araña sibilantes, silbadoras profesionales con aspecto pin-up, mendigos que se pelean por un mendrugo de pan mientras bailan desaforados, coreanos capaces de bailar y crear poesía con la boca llena de caramelos…

H.in ballet (Corea)

El primer día que acudí al festival, en Pabellon 6, en Zorrotzaurre (tenéis que conocerlo, me recuerda a los espacios de Lavapiés o incluso del Londres más off), al presentar tu entrada apuntaban tu nombre y antes de entrar iban leyendo los nombres en alto para que levantases la mano y sonrieras. Una tablet lo grababa todo. Ya dentro, un par de niños adolescentes vestidos de colegiales, se perseguían en un disfrute que jugaba entre el homoerotismo y las peleas infantiles. En un momento dado, se sentaban en sillas de colegio y en la pantalla aparecían preguntas del tipo: “¿Quién no se ha masturbado pensando en su profesor?” Uno de los colegiales siempre levantaba la mano. Pero es que en la pantalla de un ordenador nos podíamos ver a nosotros mismos levantando la mano y sonriendo a la entrada…

"Ni sí ni no sino todo lo burlesco"
Una mujer diminuta (Marisa Pons, Madrid, metro y medio y con aires de Betty Page) te despierta de la oscuridad silbando con una precisión y una fuerza increíbles. Yo no sabía que se podían reproducir canciones con semejante fidelidad, solo silbando. Tras juguetear entre bolsas de papel y colocarse una en la cabeza, se pinta unos labios perfectos (en la bolsa) mientras continúa leyendo, mirándose al espejo, dando lugar a una imagen de un surrealismo infinito… De pronto desaparece. Suena el móvil detrás de mí y una chica se pone a hablar en alto con la actriz desaparecida, sigue sus instrucciones y le pasa el móvil a uno del público que a su vez debe seguir las instrucciones y acaba en el escenario removiendo las bolsas de papel… Vuelve la actriz, lanza un avión de papel a una chica del público que tiene que leer para todos sus instrucciones. Finalmente la actriz acaba silbando a pleno pulmón “Como una ola” en versión Rocío Jurado… ¡sujetando la mesa sobre su cabeza! ¿Cabe más surrealismo en una sola escena? Se acabó llevando el premio ACT...

"Pollo campero. Comidas para llevar"

En el Kafe Antzokia, su enrollado personal facilitaba un ambiente relajado en el que te podías tomar una copa mientras admirabas a las catárticamente divertidas Sekvantaro con “Pollo campero. Comidas para llevar”, las del padre que se duchaba tanto… Con semejante título os podéis imaginar que jugaban al absurdo quizá incluso más que la anterior, con una mezcla de inglés y español que facilitaba la risa y una actitud que quedó clara desde el primer momento en el que, sin haber dicho ni una palabra, se desnudan completamente y se colocan delante del público durante un rato increíblemente largo, sin hacer nada, para que las veas, de frente y de perfil, nada que ocultar. A partir de ahí ya te parece que las conoces y que son como colegas. Después (una vez vestidas) pasan a desnudarse emocionalmente con las frases intimistas que las describen… Hubo quien no entendió tanto surrealismo, sobre todo cuando pidieron al público que las entrevistase como si fueran divas del teatro y se dedicaron a responder peras por manzanas, a la mejor manera de cualquier político de los que nos gobiernan: “ah, que me preguntas por la corrupción, yo te respondo con las cifras de la creación de empleo…”

Sandman
La danza llegó desde Corea, Hungría y Bélgica. La pareja de coreanos (H.in ballet) era delicada, con un punto divertido y una música ensoñadora muy en la línea de las últimas tendencias que mezclan danza contemporánea con humor. Los húngaros (Ferenc Fehér), con su imagen de homeless, dinamizaron el escenario con su continua confrontación, aunque yo realmente esperaba que cuando se quitaron las camisas acabaran morreándose en plan salvaje (no lo hicieron, tristemente). Y finalmente llegó, en la gala de clausura, la/el belga Sandman. Aspecto de mujer en un principio, la palabra hombre –man- en el nombre, y desde luego, arena (sand). Porque este personaje era más arena que carne y huesos. Jamás había visto un espectáculo de danza con un contorsionista que pareciera no tener huesos sino ser músculo flexible, arena y agua fluida, sin codos ni rodillas ni tobillos, incluso sin cuello… Era la ganadora del festival del año pasado y no me extraña. Y digo ganadora por aplicarle un género que me haga más fácil la descripción y porque llevaba faldas (soy así de convencional, qué dirán mis amigos escoceses). Porque es que con todos con los que hablé tuvieron sus dudas sobre el género del artista. Si empezaba como mujer naciendo para luego flotar (con rapidísimos cambios de vestuario en el mismo escenario) cual Agnetha de Abba sobre campo de margaritas y transformarse en una bestia sensual y sexual de sinuosa melena roja, acababa despojándose de la parte de arriba del vestido para descubrir un torso completamente plano y desarrollar una chepa, quedarse calva y adoptar el lenguaje corporal de un anciano que baja a andar entre el público y que provocó que me encogiese en la butaca deseando que no se me acercase… Es verdad que al principio sus movimientos desarticulados ya me habían recordado a los de un insecto gigante, pero la belleza acabó predominando en las imágenes que creaba y que nos dejaron boquiabiertos… (Conchita Wurst, ahógate de envidia…)

Y entre obra y obra podías mezclarte con los actores que acababas de ver, hablar con el jurado (la actriz vasca Itziar Lazkano, el atractivísimo actor y programador Joan Negrié y el
El jurado de ACT
director coreano con perfecto inglés NakHyun Kang)
o comentar con cualquiera cómo te habías quedado tras la última obra. Toda una experiencia del disfrute. Cuatro días de teatro sin fin que, para muchos de los habitantes de Bilbao, pasó totalmente inadvertida, pero que para los que tuvimos el placer de estar allí nos ha enganchado ya para las próximas ediciones. Y en los tiempos que corremos, las propuestas culturales hay que apoyarlas siempre. Y si son buenas, más aún.