©RM
Sus calles, sus montes |
Bilbao
2012, definitivamente año del fin del
mundo. El Apocalipsis ya está
aquí y no nos hemos dado ni cuenta… Por eso hoy os voy a dar una sesión de
filosofía, de poesía y de magia de la de antaño. Olvidémonos de nuevo de esta
realidad que lo devora todo, cubriéndolo de un manto gris… Olvidémonos de la Sanidad que se nos va, de la Educación que ya casi no nos queda,
de la Televisión que volverá en breve a ser Manipulación (como en los peores tiempos azanarianos), de la Represión que se está aposentando en el
trono de este país de cuento. Olvidémonos de todo ello y demos paso sin embargo
a una realidad de película, con algo de melancolía y con ese toque imprescindible
de exquisito glamour. Para ello os recomiendo una música que más parece una
poesía…
¡Qué bonita letra!
¿Verdad?: “Voy a hacerte recordar, lo que
no quieres ser, lo que eres sin querer, lo que ya no podrás hacer… Lo que ya no
serás, lo que ya no tendrás, lo que ya no
podrás tener…” Y qué verdad tiene
La Habitación Roja (que por cierto actúan hoy mismo en Bilbao en
la Sala Azkena) al cantar con este lirismo. En realidad me recuerda a la
entrada que escribí hace unas semanas, titulada: “¿qué hubiera pasado si…?” O sea, eso de que según vamos creciendo (como personas, como adultos), nuestro
camino está cada vez más escrito, más trillado, y en él van quedando cosas sin
hacer, cosas que ya nunca podremos llevar a cabo… O quién sabe, quizá siempre
quede tiempo para cambiar el destino. Da qué pensar, ¿verdad? “Lo que ya no
serás…” Está claro que llegados a cierto momento de la vida, si aún no nos
hemos comido el mundo, es muy difícil que lo hagamos… Si no te convertiste en el
arquitecto del momento o el diseñador de éxito o el médico con la cura
imprescindible o el actor que se llevó el oscar o el cantante que llegó a
número 1 o el presidente que salvó a la nación (ay, qué falta nos haría) o el nuevo príncipe (si el actual hubiera demostrado ser gay al final…)… Vamos, que si
no hiciste todo esto en tus años mozos, difícilmente lo vas a hacer ahora… Pero
quién sabe, ¿no? Los sueños se pueden seguir manteniendo… Y quizá incluso materializando.
©RM
Una ciudad futurista... |
“Lo que eres sin querer…” Me
imagino que pocos planean exactamente el tipo de persona que quieren ser y
menos aún lo consiguen… “Lo que ya no podrás hacer…” Ahí, eso sí que duele.
Porque hay momentos, experiencias, que si no las viviste entonces, son ya
completamente irrecuperables. Por ejemplo, ¿cómo recuperar nunca el ver crecer
a los pequeños de tu familia? ¿O cómo compartir los últimos años de vida de los
que ya se han ido…? Son esas cosas que nunca planeas, que nunca te paras a
pensar y que, cuando lo haces, ya es demasiado tarde, porque ¡bluff!, ya se han
pasado... Y nunca vuelven. Así que, por mucho que te lamentes, tu vida ha ido
por otro camino... (¿Os habéis fijado en
la cantidad de puntos suspensivos que salen cuando uno se pone poético. Y es
que la vida está llena de puntos suspensivos…)
Gary Cooper |
“Lo que ya no tendrás…” ¡Ay,
tantas cosas que nunca podremos tener…! Pero lo que nunca nos podrán quitar es
la imaginación. Os propongo un ejercicio: ¿Y si nos imaginamos el sitio ideal
inexistente en el que nos gustaría vivir? Puede ser una casa, un monte, una
playa, un pueblo, una ciudad, un país, un mundo… Yo voy a ser un poco
pragmático, para variar, y voy a pensar, por ejemplo, ¿cómo sería el Bilbao de
mis sueños? Porque al fin y al cabo, si me he venido aquí a vivir (¡¡¿hace ya un año?!!) por elección
propia será por algo, ¿no? Pues sí, en muchos aspectos mi Bilbao ideal sería
como es, con su Guggy, su Alhóndiga, sus paseos por la Ría,
su puente Calatrava, su Torre Iberdrola, su Casco Viejo y sus txapelas. Desde luego
seguiría estando rodeado de montes (al
fin y al cabo, eso y la playa era lo que más echaba de menos cuando deambulaba
por el cemento
Lauren Bacall |
inacabable de las calles de Madrid). Eso sí, sería una
ciudad con menos coches, o mejor, sin coches. Todo el mundo viajaría en
bicicleta (individual, doble, familiar,
con sidecar…), llevando sus compras en la cestita, como los franceses, con
la baguette ahí, junto al perrito. Y claro, la gente vestiría como en una
película de los años 40 de las de blanco y negro: ellos con esos trajes
imponentes que tan bien le sentaban a Cary
Grant o a Gary Cooper, con los
pantalones flojos, los tirantes y el sombrero. Y ellas con sus faldas
entalladas, melenas de ondas y medias de cristal con línea por detrás, tipo Lauren Bacall, vamos. Todo el mundo se
pondría a bailar en los momentos más inesperados, como en los
musicales de
entonces, y siempre habría algún guapo marinerito vestido de blanco para
alegrarnos la vista… Y por los cielos, de vez en cuando, se vería pasar un
dirigible o un globo, que serían también formas mucho más civilizadas de
transporte y nos harían pensar que vivimos en una novela de Julio Verne (como ya pasa en algunos episodios de Fringe, otra de esas series fantásticas de JJ Abrahams que tan buenos ratos nos hacen pasar). Además, habría
una cascada que se vería desde distintos puntos estratégicos de la ciudad (en la nueva serie de moda, Juego de tronos, seguro que aparece
alguna). Y desde luego, lo que no podría faltar son los cines a la antigua,
en mitad de la Gran Vía, como en los
viejos tiempos, con grandes carteles en el exterior anunciando las películas
para que la gente entrase a sentarse en cómodas butacas antes de que se abriera
la cortina (roja) que cubre la
pantalla. Y habría personal con esos cajones que les cuelgan del cuello
vendiendo golosinas y helados en el descanso (claro, es que en esta ciudad ideal las sesiones dobles estarían de nuevo
de moda). Y por las noches los focos iluminarían a las grandes estrellas
que vendrían a los grandes estrenos (los
estrenos mundiales serían siempre, a partir de ahora, en Bilbao). Y así un
buen día, paseando por la ría, te podrías encontrar con
La gran Katharine Hepburn |
Katharine Hepburn con el cuello de su blusa subido. O con Marilyn Monroe haciendo mohines a las
cámaras junto al Guggenheim. O incluso
con Elizabeth Taylor luciendo joyas
extraordinarias en la alfombra roja de la Gran Vía o Ava Gardner corriéndose una buena juerga por el Casco Viejo… Porque
éste es mi Bilbao soñado y en él no podía faltar el cine. Pero el Cine con mayúsculas. Lleno de mitos
eternos. Nada de criajos de nombres impronunciables ni señoras recauchutadas
que parecen lagartos ni héroes de acción sin expresión facial…
Esto me recuerda que el
otro día… No sé si contarlo… Bueno, es que para desentrañar el siguiente hilo
hay que seguir con las confesiones… Resulta que cada uno tiene sus secretos,
como es debido y menester en una persona que no quiera ser aburrida. La señora
que de vez en cuando roba algo en los grandes almacenes, el señor que sigue a
una joven por la calle imaginándose cómo sería su vida con ella, el joven que
siempre se ha sentido viejo o el viejo que siempre se ha sentido joven… O simplemente,
el que responde a anuncios de compra o alquiler de pisos, sólo para verlos e
imaginarse cómo serían esas otras vidas que podría vivir o haber vivido… Bueno,
digamos que ése podría ser yo, ¿por qué no? Tampoco es tan grave, ¿no? Peor
sería ser maltratador o envenenador de ancianas o político o banquero algo así…
Esto viene a cuento de que el otro día, por una de esas extrañas
circunstancias, me encontraba yo visitando un piso que formaba parte de lo que
años atrás (en esa época de esplendor que
para todos es el pasado) había sido un cine, de los de antes. No me
preguntéis cómo pero el edificio entero había acabado reconvertido en pisos. Y La
verdad que éste en concreto estaba muy bien, era muy amplio, con techos altos y
unos ventanales de esos semicirculares de los edificios modernistas… Y allí
estaba yo, fingiendo interés en el estado de las cañerías, como que me lo fuera
a comprar, cuando el tío que me lo enseñaba recibió una llamada al móvil y
salió a la escalera a hablar. Así que me vi libre de su presencia para dar
rienda suelta a mi curiosidad. Y claro, tanto abrir y cerrar cajones, acabé
encontrando una caja que llamó mi atención. Era metálica y con flores grabadas en
el exterior, como esas latas de los años 50 tipo vintage que te encuentras en un mercadillo o en el Rastro (recuerdo que mi
abuela tenía unas cuantas con motivos chinos donde guardaba la costura).
Antes de abrirla comprobé que el tío de la agencia seguía hablando por teléfono
en el descansillo. Así que abrí la caja con mucho cuidado de no hacer ruido y
cuál fue mi sorpresa al encontrármela llena de afiches de películas antiguas,
fotos de escenas y carteleras con sabor añejo… No me lo podía creer. Rebusqué ávidamente
entre las imágenes que tantas sensaciones me provocaban y mi respiración casi
se paró de golpe al ver las fotos de una película de la que yo (siendo tan cinéfilo y mitómano como soy)
nunca había oído hablar, ni había leído jamás ni siquiera que se hubiera
llegado a planear… Estaba atónito. ¿Cómo era posible? ¿Marilyn Monroe y
Elizabeth
©RM
"Una historia de rivalidad..." |
Taylor juntas en una misma película? Era imposible… Pero si siempre
fue mi sueño… “Las hermanas Halcyon” se titulaba. Pero nunca se había hecho,
estaba convencido. 100%. Además, lo más extraño era que las dos diosas aparecían
en distintas fases de sus vidas, como si la película se hubiera estado rodando…
¡durante toda su carrera! Pero si aparecían
incluso de niñas… En ese momento
creo que llegué a marearme de la impresión y se me emborronó la vista de golpe.
Pero tuve que volver rápidamente a la realidad cuando oí como el tío de la
agencia había acabado de hablar por su móvil última generación y volvía a
entrar en el piso. Me puse nervioso, me temblaban las manos, pero sin
pensármelo, agarré todas las fotos que pude y me las metí en la chaqueta,
esperando que no se diera cuenta de
©RM
"Una historia que comenzó con inocencia..." |
la subida de al menos 10 tonos de rojo en
el color de mi cara. El tío entró disculpándose y parece que no se enteró de
nada. Yo no podía esperar a salir de allí para analizar el objeto de mi
“pequeño” hurto. Enseguida puse excusas para marcharme y salí disparado. Seguro
que el de la agencia ni sabía que las fotos estaban allí, tenía que haber
cogido la caja entera… Desde aquel día no he podido dejar de mirar esas fotos y
de buscar información… Pero no encuentro nada, cero, ni una noticia sobre el
rodaje ni sobre el proyecto… Estoy pensando en concertar otra cita con el de la
agencia para conseguir la caja… ¿Seguirá allí? ¿Y si otro visitante curioso se
la ha llevado?
©RM
"Una historia que se convirtió en la competición entre dos hermanas..." |
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