©RM Coquelot, Licenciado Poza 33 |
(Para escuchar la banda sonora de esta segunda
parte de la historia, sólo tenéis que abrir en otra ventana el siguiente link,
saltar la publi y escucharlo según leéis) http://www.youtube.com/watch?v=HLEA3bc-3p0
Secuencia
5. Exterior – día. Indautxu.
¿Cómo conoce George
Clooney tan bien las calles de Bilbao
Centro? Si ni siquiera se para a mirar los nombres. ¿Habrá estado aquí a
menudo? Pero de verdad, ¿es que nadie reconoce al actor? ¿Y cuál es el
contenido de su misterioso maletín? Un aleteo de mariposas se había aposentado
en mi estómago desde que esa tarde lluviosa descubriese a la estrella saliendo
discretamente del Hotel Dómine… Tras
perderle y reencontrarle en el concierto de Amparanoia en FNAC, ahora le seguía a muy poca distancia por las calles de
Indautxu. Mi instinto detectivesco me decía que lo hiciera con precaución, así que
de vez en cuando me paraba a mirar escaparates para disimular. Me di cuenta de
que habían abierto un montón de comercios nuevos que no conocía. Incluso con la
tensión del momento, no dejaron de llamarme la atención los colores y la
iluminación de algunas tiendas. El Coquelot,
por ejemplo, por la apariencia de la primera planta, te pensarías que es un
salón de té o una peluquería, pero no, se dedica a los complementos. Y Bambola, como su
©RM Bambola, Rodríguez Arias 39 |
propio nombre indica (“muñeca” en italiano) abarca todas las
variedades rosas de Hello Kitty y
similares. Ideal para las niñas (y niños)
con querencias muñequiles. Pero Clooney no se paró en ninguna de ellas, sino
que se fue directamente, y sin dudarlo (¿se
habrá memorizado el callejero de Bilbao como se memoriza los guiones de sus
pelis?) hasta el Viejo Zortzi.
Secuencia
6. Exterior – día. Viejo Zortzi.
Entonces lo entendí. Claro, las palabras que le había
oído pronunciar al teléfono en FNAC: eight, “8”… zortzi. Ésa era la clave del
mensaje en código. Porque, ¿qué mejor para recibir a todo un Clooney que un
local cuyo escaparate está formado de coloridas botellas de vinos y licores?
Espero que tengan Martini blanco, con lo que le pega al Clooney –pensé
inmediatamente, pero no me dio tiempo a comprobarlo porque me cerraron la
puerta en las narices. Todavía no era la hora de abrir al público. Pero a él,
obviamente, le habían dejado pasar (¿quién
no lo haría...?) Así que ya me veía sin saber qué ocurría dentro y a quién
le daba el dichoso maletín. Después del frío que estaba chupando me iba a
quedar sin enterarme. Pero no tuve que esperar mucho, porque enseguida volvió a
salir el verdadero protagonista de esta película. Le daba la mano muy sonriente
a alguien que estaba en el interior y a quien no pude ver, protegido por las
sombras. Sólo escuché lo que le decía. Una única palabra: “Kortajarena”, que el
actor repitió sin dificultad imitando el acento de su interlocutor (estos actores pillan los acentos al vuelo).
El Viejo Zortzi, Licenciado Poza 54 |
Kortajarena, claro, ¿qué mejor representante
internacional de esta ciudad que el cosmopolita modelo? Pero mejor me doy prisa
o se me escapa otra vez. Mientras le seguía, mi cerebro iba a mil revoluciones
por minuto. Kortajarena, Jon Kortajarena,
¿qué tendrá que ver el guapísimo modelo en todo esto? ¿Y dónde está en estos
momentos? A ver, su madre tiene varias peluquerías en Bilbao… Y sus fotos…
Rápido, piensa, ¿para qué marca posa habitualmente? Piensa, revisa mentalmente
los folletos, los suplementos del fin de semana… ¡FLASHBACK!
©RM Café Iruña, frente a los Jardines de Albia |
El bello Kortajarena |
Secuencia 7. Interior – día. Café Iruña.
El
pasado fin de semana estuve en este antiguo café leyendo los suplementos de los
periódicos que ya no me compro (la
crisis, claro) mientras disfrutaba de la decoración mudéjar que incluye incluso
partes del Corán. Alguien me contaba hace poco que entre sus paredes ha ocurrido
de todo a lo largo de su más de un siglo de existencia, desde cupletistas que
se subían a la barra hasta extraperlo, pasando por el piano donde practicaba el
mismísimo maestro Guridi y, alucinante, el primer ejemplo de “take away” (comida para llevar) allá por el año…
¡1917! Pero céntrate, volvamos a los suplementos del fin de semana… Y a Jon
Kortajarena en las fotos de… Pero mira que es guapo este muchacho, ¡qué labios
tiene! ¡Y qué pómulos! Ya sé… ¡Las fotos eran para Roberto Verino!
©RM Roberto Verino, Rodríguez Arias 18 |
Secuencia 8. Interior – día. Tienda de
Roberto Verino.
Entro a uno de los templos de la moda masculina en Bilbao. El dependiente se muestra muy solícito y, aunque sabe al instante que no voy a comprar nada (no hay más que ver lo que llevo puesto) me trata como si fuera un cliente habitual. Me pregunto por qué no se dirige a Clooney, con lo bien que le quedan los trajes. De hecho, para cuando yo entraba, él ya se estaba probando una chaqueta. Le queda genial, claro, con esa planta… Sonríe satisfecho ante el espejo. Es obvio que se la va a comprar. Yo hago como que me interesan muchísimo unas camisas (que sí que me interesan, pero ya sabéis, la crisis) y me doy cuenta de que ha dejado el maletín delante del espejo. ¿Seré tan atrevido como para cogerlo mientras terminan la transacción y echar un vistazo a su contenido? Me acerco disimuladamente. Cada vez más. George está pagando con tarjeta de crédito, claro. Oigo el sonido del aparato. Estoy a punto de tocar el maletín. Mi mano se acerca. Pero en ese momento una voz femenina, suave, melodiosa, como si cantara, me saca del trance. –Señor, se deja su maletín- le dice a Clooney en perfecto inglés americanizado. Miro para ver quién es y casi me caigo allí mismo de la sorpresa. No puede ser. Definitivamente me estoy volviendo loco… ¿Ella? ¿Aquí? George levanta la mirada también. Sonríe, obviamente obnubilado por la visión. Pero no parece sorprenderse. Seguro que a los actores esto les pasa muy a menudo. Los dos se miran como si estuvieran hechos el uno para el otro. Clooney coge su compra y el maletín. Ella se engancha a su brazo como la cosa más natural del mundo. Y así salen los dos juntos, George Clooney y Audrey Hepburn a las calles de Bilbao Centro. Como si nada. Yo, claro, no puedo hacer otra cosa que seguirles…
Entro a uno de los templos de la moda masculina en Bilbao. El dependiente se muestra muy solícito y, aunque sabe al instante que no voy a comprar nada (no hay más que ver lo que llevo puesto) me trata como si fuera un cliente habitual. Me pregunto por qué no se dirige a Clooney, con lo bien que le quedan los trajes. De hecho, para cuando yo entraba, él ya se estaba probando una chaqueta. Le queda genial, claro, con esa planta… Sonríe satisfecho ante el espejo. Es obvio que se la va a comprar. Yo hago como que me interesan muchísimo unas camisas (que sí que me interesan, pero ya sabéis, la crisis) y me doy cuenta de que ha dejado el maletín delante del espejo. ¿Seré tan atrevido como para cogerlo mientras terminan la transacción y echar un vistazo a su contenido? Me acerco disimuladamente. Cada vez más. George está pagando con tarjeta de crédito, claro. Oigo el sonido del aparato. Estoy a punto de tocar el maletín. Mi mano se acerca. Pero en ese momento una voz femenina, suave, melodiosa, como si cantara, me saca del trance. –Señor, se deja su maletín- le dice a Clooney en perfecto inglés americanizado. Miro para ver quién es y casi me caigo allí mismo de la sorpresa. No puede ser. Definitivamente me estoy volviendo loco… ¿Ella? ¿Aquí? George levanta la mirada también. Sonríe, obviamente obnubilado por la visión. Pero no parece sorprenderse. Seguro que a los actores esto les pasa muy a menudo. Los dos se miran como si estuvieran hechos el uno para el otro. Clooney coge su compra y el maletín. Ella se engancha a su brazo como la cosa más natural del mundo. Y así salen los dos juntos, George Clooney y Audrey Hepburn a las calles de Bilbao Centro. Como si nada. Yo, claro, no puedo hacer otra cosa que seguirles…
(to be continued)
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