©RM El Corto Maltés, María Díaz de Haro 20 |
(Para la banda sonora de esta tercera parte
de la historia: abrir en otra ventana el siguiente link, saltar la publi y
escucharlo según leéis)
Secuencia 9. Exterior - día. Calles de Indautxu.
Ya
no me queda más remedio que rendirme a la evidencia. He perdido total y
completamente la razón. Estoy siguiendo a George
Clooney y a Audrey Hepburn, que
andan cogidos del brazo por las calles de Bilbao
Centro. Y él sigue llevando ese misterioso maletín en la mano… Se paran a
mirar el escaparate de El Corto Maltés.
Les debe llamar la atención la decoración vintage y lo comentan entre risas.
Parece que se conocen de toda la vida. Me pregunto si también conocen al
personaje que da nombre al bar. Por un momento hasta me parece ver al
aventurero personaje de cómic reflejado en el cristal… Lo que me faltaba.
©RM Gozatu, Maestro Gª Rivero 6 |
Secuencia 10. Interior – día. Gozatu.
George
y Audrey deben tener hambre, porque han entrado sin pensárselo en el Gozatu.
Entro detrás de ellos y, aunque ya nada debiera sorprenderme, la cantidad (y variedad) de pintxos en la barra, me
deja casi exhausto pensando cuál voy a elegir. Ellos no se lo piensan tanto y
se sientan tranquilamente a ponerse al día y a la vez, a atiborrarse a pintxos (¿cómo conservarán esa línea, si parece que
no han comido en tres días? Eso sí, todo con mucha elegancia) Me empiezo ya
a preguntar si todas las llamadas que ha recibido Clooney a lo largo de la tarde
serían solamente códigos de una kedada entre amigos (o amantes, ¿quién sabe?). Pero, ¿por qué acudir con un maletín a
una cita tan entrañable? Me dan ganas de preguntárselo directamente y así poder
irme de una vez por todas al concurso de bloggers, que es donde debería estar,
pero prefiero no romper el encanto y simplemente les observo desde la barra.
Nadie más lo hace, así que son todo míos. Audrey mira al reloj y de repente
parece que se le ha hecho tarde. O más bien, tardísimo. Recogen sus cosas
precipitadamente y salen. Yo, para variar, les sigo.
©RM La Alhóndiga, Pza Arrikibar |
Secuencia 11. Exterior – noche. Calles
de Bilbao.
Pasan
por delante de infinidad de comercios, locales, bares, restaurantes… Pero sólo
parece llamarles la atención uno. De donuts. Estos americanos… (pero Audrey era europea, ¿no? Se habrá contagiado) La verdad que no me extraña porque Doopies and Coffee atrae, por su
iluminación, por la decoración, o quizá por la gula.
©RM Rguez Arias 39 |
Ellos deben estar ya
llenos, porque se dirigen hacia la Alhóndiga
y no deben tener tanta prisa como parecía. Se paran a comentar el edificio. O
quizá sea parte de su misión secreta. Porque Audrey señala una de las ventanas
de la parte superior donde se ha encendido una luz. Alguien (sólo se vislumbra una sombra) la
enciende y la apaga varias veces, como si fuera un código oculto. La Hepburn,
ni corta ni perezosa, saca del bolso un coqueto espejito y refleja con él la
luz de las farolas, abriéndolo y cerrándolo también varias veces. Clooney la
mira con interés mientras ella se comporta como una auténtica espía
internacional. Está claro que ha pasado por esto más veces. Y yo me maldigo por
no haber hecho caso de aquellos cursillos de señales de barcos que seguí en
Algorta cuando aún pretendía convertirme en agente secreto. Audrey cierra el espejito y le susurra algo al
oído a su amigo actor. Siguen su recorrido. La luz en lo alto de la Alhóndiga
se apaga definitivamente. Cruzan la plaza de Arrikibar y se dirigen hacia la
calle Ercilla. Claro, allí sólo
podían ir al Hotel. El Ercilla, desde luego.
Hepburn en el Ercilla, |
Secuencia 12. Exterior – noche. Hotel Ercilla.
Van
a entrar (¿serán definitivamente amantes?
Cada vez hay más misterios en esta historia y yo sin descubrir aún ninguno).
Pero allí mismo, en la entrada, se despiden con un pacato beso en la
mejilla. Y entonces es cuando ocurre un
momento clave. Lo veo a cámara lenta, claro. Tras el inocente beso y un mohín
de niña mimada por parte de ella… él le pasa el maletín. O sea que era para la actriz
todo el tiempo… ¿Pero qué hay dentro? Clooney se queda mirando cómo la estrella de
otros tiempos entra elegantemente al hotel, casi como si flotara en lugar de
andar. ¿Qué hago? ¿Entro y pregunto a la recepcionista en qué habitación se
aloja Audrey Hepburn? Seguro que llama a la Ertzaintza. Mejor me quedo con
Clooney, que ya es para mí como un viejo amigo.
Secuencia 13. Exterior – noche. Gran
Vía-Calle Ledesma.
Le
veo callejear esta vez casi sin rumbo. Entra en la Gran Vía (ya iluminada con el
mismo azul de los últimos años, que le da un aspecto tan irreal como la
historia que estoy viviendo esta tarde) y pasea. Cruza Moyua. Pasa por delante de la BBK
y se queda mirando un enorme anuncio que publicita la exposición de Fernando Botero en el Museo de Bellas Artes (seguro que le conoce personalmente).
Sigue su paseo y tuerce hacia la calle Ledesma.
Allí, sin pensárselo demasiado, se mezcla con la gente que se amontona en el
exterior del Bar que recibe su nombre de la calle.
Secuencia 14. Interior – noche. Bar Ledesma.
Se
ha debido quedar con hambre, porque desde fuera veo cómo se devora uno de los
estupendos pintxos de tortilla en los que se especializan. Ha elegido el de
torti de champiñones (detalle a tener en
cuenta si alguna vez le invitáis a cenar). El bar está a tope pero nadie
parece reconocerle y él está obviamente a gusto, disfrutando del anonimato. Da
las gracias al camarero y sale. Sigue su ruta incierta.
Secuencia 15. Exterior – noche. Calles
de Bilbao.
Pero
claro, ¿dónde podría dirigirse el protagonista de “Ocean´s eleven”? Está claro,
al Gran Casino de Bilbao. Antes de llegar se para a mirar un cartel gigante
con la cara de su amigo Brad. Brad Pitt,
claro, que anuncia un conocido perfume de mujer que en su tiempo ya anunciara
otra gran diva de Hollywood: Marilyn
Monroe (¿sabéis que la rubia inmortal
fue la primera opción para interpretar a Holly Golighty en “Desayuno con
diamantes”? Al final todo acaba encajando en el puzle).
©RM El Gran Casino, Ada. Urquijo, 13 |
Le
dejo en el Casino, creo que la única apuesta que puedo hacer en este momento es
sobre cuál será el contenido del maletín o por qué nadie parece reconocer a
estas macro estrellas allá donde vayan. Estoy decidido a descubrir el misterio.
¿Qué hay en ese endiablado maletín? ¿Dinero? ¿Cosméticos que les hacen
inmortales? ¿Joyas? Mañana a primera hora me panto en el Dómine y no dejaré de seguirles hasta descubrirlo todo. Vuelvo a
pasar por la Gran Vía iluminada y, camino de casa, me encuentro con el
escaparate de Arnaga. Este año han
hecho un auténtico esfuerzo por mantener (o
incluso crear) un espíritu navideño. El laberinto de detalles, entre cajas,
papeles y pequeñas puertecitas secretas te hace desear que existieran las
cookies mágicas de “Alicia en el País de las Maravillas” para reducirte de
tamaño y pasar horas y horas descubriendo sus vericuetos. Lo que me recuerda de
nuevo el concurso de bloggers. Ya se me ocurrirá una excusa. No quiero pensarlo
hoy, ya lo pensare mañana (Escarlata
dixit).
Arnaga, Colón de Larreategui 8 |
No hay comentarios:
Publicar un comentario