viernes, 27 de junio de 2014

Celebremos el Orgullo con las mejores series gay de televisión


Bilbao, año 6 d.c. (después de la crisis). Se acerca el Día Internacional del Orgullo Gay. Y para unirme a las celebraciones voy a hacer un repaso a las mejores series de televisión de temática gay, impulsado por el éxito de la última que he visto, “Looking” (HBO), amena, libre, sexy... Pero antes de entrar en materia me gustaría hacer algo de política (raro en mí, por otra parte, como muy bien sabéis mis seguidores…). A los que piensan que en el año 2014 ya no hay nada que reivindicar, les recordaría que en muchos países del mundo (entre 70 y 80) la homosexualidad aún está criminalizada, en algunos casos incluso con la pena de muerte. No hay más que mirar hacia Rusia y la reciente política anti-gay del infame Putin (debería llevar acento…). Y a los que consideran que no hay nada que celebrar, les aconsejaría que se pasearan por la Gran Vía de su pueblo de la mano de su mejor amigo/a de su mismo sexo. Ahí verían que sí existe motivo de celebración porque aún hay mucho que aguantar.
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Ambientemos un poco la cosa para empezar un rápido repaso de la presencia de personajes gays en las series de televisión. Elijamos para ello algo de música, con la divina voz de John Grant (cantante americano abiertamente gay en la más clásica estela del crooner – eso sí, con la boca más sucia que un camionero). Y ahora ya sí, podemos hablar del que se atrevió con el primer personaje gay en televisión, allá por 1977: fue Billy Crystal con su histérico personaje en la comedia americana “Soap”, aquí conocida como “Enredo”. Pero sería el culebrón “Dinastía”, en 1981, el que se llevase el mérito de incluir el primer personaje gay fijo en una serie dramática. Se trataba del 2150a9064425ed35d4c45e77c6f8fd81atormentado Steven Carrington (interpretado alternativamente por Al Corley y Jack Coleman –que más tarde aparecería en “Héroes” como padre de la Cheerleader), hijo del elegante Blake (John Forsythe) y la eterna y viperina Alexis (Joan Collins, icono pop-gay desde entonces, imitada hasta la saciedad por los travestis de medio mundo). El extraño físico de Al Corley le convirtió en la fantasía de muchos adolescentes gays (mea culpa), muy por encima de su sucesor en el personaje. Además, Steven Carrington tuvo el mérito de mantener un romance con el hijo mayor de otra serie mítica de la época, “Con 8 basta”. Si los que éramos fans nunca tuvimos el gusto de que Grant Goodeve seEight_0051 uniera a nuestras filas, “Dinastía” nos daría ese gustazo. Años después llegaría Friends” (una de las mejores comedias de toda la historia de la televisión, olé a sus guionistas), en 1994, en la que nos sorprendía el personaje de la ex mujer de Ross, Carol, abandonándole por otra mujer. Esta pareja de lesbianas tendría una participación recurrente en sus divertidísimas diez temporadas.
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Sin embargo, en ninguna de estas series los personajes gays eran el motor de la historia. Ninguna de ellas podía considerarse lo que hoy en día se llama “serie gay”. Para eso tendría que llegar “Tales of the city” (1993), maravillosa miniserie con tres temporadas, de producción anglo-americana, que tuvo gran éxito entre públicos de todo tipo de sexualidades, aunque nunca llegara a España. En esta recreación de la vida en el San Francisco de los 70, un grupo de heterogéneos personajes compartían vidas alrededor de unos floridos apartamentos con una casera muy particular, Mrs Madrigal tales4(maravillosa Olympia Dukakis), fumadora impenitente de marihuana, de misteriosa sexualidad y llena de secretos. Sexo libre, homosexualidad, transexualidad, lesbianismo, saunas, pedofilia, desamores, crímenes, relaciones interraciales, drogas, sectas… Todo ellos se daba la mano en unas originales historias que versionaban la primera trilogía de novelas escritas por Armistead Maupin (auténtico icono gay de la literatura anglosajona) y que aquí se titularon “Historias de San Francisco”. Los mismos personajes aparecían en las dos siguientes trilogías de novelas, una centrada en los años del SIDA y otra en el inicio de la vejez, que nunca llegaron a la televisión. En mis años como periodistaMary Ann televisivo tuve la suerte de entrevistar al autor en las famosas escaleras que daban acceso a los apartamentos. Era fácil imaginárselo como uno de los personajes centrales, Michael (o Mouse, como le llaman sus amigos). La transgresión de estos capítulos motivó el que su continuación fuera difícil y sólo llegara hasta la tercera novela. Pero tuvieron el privilegio de contar con la exquisita actriz Laura Linney (ahora de moda por “The big C” - “Con C mayúscula”) en el papel de Mary-Ann Singleton. Un lujo de serie, que vio su continuidad en espíritu en “Queer as folk” y más recientemente en “Looking”.
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Desde luego, antes estuvo “Will & Grace” (1998), en un intento de darle una vuelta gay a la idea de “Friends”, pero a mí, la verdad, nunca me acabó de convencer. Así que centrémonos en lo bueno. En 1999 llegaba a las pantallas británicas una serie atrevida hasta cansarse de atreverse, Queer as folk”. La primera escena nos mostraba a un seductor gay sin escrúpulos, en la cama follando con un menor… Así, a palo seco. La historia traería cola y sólo Channel 4 se atrevería con algo así en el Reino Unido. Las aventuras y desventuras de tres amigos gays en Manchester, divididas en diez capítulos, crearon escuela. Y tanto. Los americanos, siempre astutos a la hora de oler un éxito, compraron los derechos e hicieron un remake que duraría cinco temporadas y que, a mi parecer, superaba con creces a la original. Brian-and-Mikey-queer-as-folk-24075434-500-288Consiguieron crear lo que sólo se había visto en “Tales of the city”, ese sentido de naturalidad, de personajes que conoces y que te importan, que forman una familia “lógica” (al contrario de la biológica) y que se atrevió a tocar temas intocables en la entonces pacata televisión americana: sexo abierto entre personas del mismo sexo, matrimonio gay, familias homoparentales, SIDA, drogas, promiscuidad, cruising, homofobia… Los actores (algunos de ellos descarga (1)abiertamente gay en su vida privada) llegaron a hacerse famosos (Gale Harold pasaría después por “Mujeres desesperadas”) y contaron en el papel de matrona de esta familia con la estupenda Sharon Gless (“Cagney & Lacey”).
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Y cómo olvidarnos de “A dos metros bajo tierra”, que en 2001 llegaría para cambiar para siempre nuestra manera de entender la televisión. Y de “entender” los personajes gays. Nunca antes una serie había tratado con tanta normalidad a un personaje gay como hizo esta con el hijo de los Fisher, esa inusual familia (esta vez biológica) de enterradores. Interpretado por Michael C.Hall (“Dexter”), su relación interracial con el policía afroamericano igualó por primera vez en importancia a cualquierThe_L_Word_Serie_de_TV-500856132-large relación romántica hetero de la ficción televisiva. Y no nos olvidemos de la glamourizada versión de la vida de las lesbianas enThe L Word” (2004), que parecen habitar un país propio en el que todas las mujeres tienen la misma sexualidad, una especie de Amazonia ideal que recogió del casi olvido a Pam Grier (“Jackie Brown”) o Jennifer Beals (“Flashdance”).
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Y por fin llegamos a “Looking”, el último atrevimiento de la HBO (y es que todavía hoy en día todo lo explícitamente gay se considera un atrevimiento). Volvemos a San Francisco. Estos podrían ser los hijos de los personajes de “Tales of the city”. Son tres chicos, dos más o menos jóvenes y el tercero recién entrado en la cuarentena. Uno de ellos es latino y el novio del otro también. Capítulos de 25 minutos, tramas tranquilas pero con miga, sexo más o menos explícito y liberado, bigotes setenteros, cuerpos danone, actores que vienen de la televisión británica, Russell Tovey (el sexy hombre lobo de “Being images (5)human” con las orejas más prominentes de la televisión) o maduritos de la ciencia ficción ochentera (Scott Bakulade “A través del tiempo” – “Quantum Leap”)… La factura es moderna, casi hipster, podría tratarse de pequeños cortometrajes independientes, los personajes van entrando poco a poco y sus dudas existenciales son las nuestras, las de todos. Porque al fin y al cabo, todos, heteros o gays o trans, sentimos lo mismo: amor, desamor, ganas de integrarse, deseo, frustración... Y parece que la televisión está por fin entendiéndolo. Que se abran todas las puertas y corra el aire. No más armarios ni dentro ni fuera de la televisión...
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lunes, 9 de junio de 2014

Bilbao inundado por el teatro alternativo


Bilbao, año 6 dc (después de la crisis). Hoy me he prometido no hablar de política. Ni de elecciones europeas. Ni de abdicaciones. Ni del empoderamiento del pueblo. Ni de si monarquía o república. Ni de democracia real. Ni de si podemos o no. Hoy, sorprendentemente, voy a hablaros de teatro. De teatro alternativo para ser más concreto. Y de teatro alternativo en Bilbao. Os lo creáis o no.

ACT. Del inglés, actuar. Actuar, del español: obrar, comportarse de una manera determinada, interpretar un papel en una obra teatral o cinematográfica. Cultura. ¿Es la cultura política? ¿Promueve la política la cultura? Yo, ante esta pregunta tan escabrosa, sólo puedo decir que si no fuera porque el director de este festival de escena corta (también director del centro de formación escénica BAI de Bizkaia) es amigo mío, no me hubiera enterado de que existía. Y eso que llevan 11 años organizándolo. Y eso que es un festival de referencia internacional para el panorama teatral alternativo, para las nuevas tendencias escénicas. Y eso que es el único de su estilo que se celebra en Euskadi. Y eso que es divertido hasta rabiar. Son muchos “y eso”…

Ferenc Fehér (Hungría)

“Mientras yo estaba naciendo, mi padre estaba en la ducha. Para cuando nací, mi padre ya estaba limpio”, “¿Quién no se ha dado placer con un compañero en el gimnasio del colegio?”, “Todo, todo, estaba inundado de sangre de pollo”, “Mientras mi abuela moría, mi padre estaba en la ducha. Para cuando murió, mi padre ya estaba limpio”… Estas son algunas de las declaraciones de principios lanzadas por los ACTores del festival. Pero no queda ahí la cosa, porque todo, todo lo que ocurría una vez dentro de los teatros (Pabellón 6, Kafe Antzokia, Guggenheim Zero Espazioa, Barakaldo Antzokia) transcurría en tres idiomas: castellano, euskera e inglés. Ya fuera con subtítulos o mezclándolos todos de viva voz, en una experiencia histéricamente divertida. Para disfrutar muchas de las obras, había que perder los prejuicios intelectuales, dejarse llevar por el mero absurdo del disfrute. Desnudos integrales frontales que duraban mucho más de lo esperado, danzas homoeróticas con hombres-chicos a punto de besarse en cualquier momento, mujeres con la cabeza metida en una caja de cartón que actuaban como si nada, contorsionistas andróginos a modo de araña sibilantes, silbadoras profesionales con aspecto pin-up, mendigos que se pelean por un mendrugo de pan mientras bailan desaforados, coreanos capaces de bailar y crear poesía con la boca llena de caramelos…

H.in ballet (Corea)

El primer día que acudí al festival, en Pabellon 6, en Zorrotzaurre (tenéis que conocerlo, me recuerda a los espacios de Lavapiés o incluso del Londres más off), al presentar tu entrada apuntaban tu nombre y antes de entrar iban leyendo los nombres en alto para que levantases la mano y sonrieras. Una tablet lo grababa todo. Ya dentro, un par de niños adolescentes vestidos de colegiales, se perseguían en un disfrute que jugaba entre el homoerotismo y las peleas infantiles. En un momento dado, se sentaban en sillas de colegio y en la pantalla aparecían preguntas del tipo: “¿Quién no se ha masturbado pensando en su profesor?” Uno de los colegiales siempre levantaba la mano. Pero es que en la pantalla de un ordenador nos podíamos ver a nosotros mismos levantando la mano y sonriendo a la entrada…

"Ni sí ni no sino todo lo burlesco"
Una mujer diminuta (Marisa Pons, Madrid, metro y medio y con aires de Betty Page) te despierta de la oscuridad silbando con una precisión y una fuerza increíbles. Yo no sabía que se podían reproducir canciones con semejante fidelidad, solo silbando. Tras juguetear entre bolsas de papel y colocarse una en la cabeza, se pinta unos labios perfectos (en la bolsa) mientras continúa leyendo, mirándose al espejo, dando lugar a una imagen de un surrealismo infinito… De pronto desaparece. Suena el móvil detrás de mí y una chica se pone a hablar en alto con la actriz desaparecida, sigue sus instrucciones y le pasa el móvil a uno del público que a su vez debe seguir las instrucciones y acaba en el escenario removiendo las bolsas de papel… Vuelve la actriz, lanza un avión de papel a una chica del público que tiene que leer para todos sus instrucciones. Finalmente la actriz acaba silbando a pleno pulmón “Como una ola” en versión Rocío Jurado… ¡sujetando la mesa sobre su cabeza! ¿Cabe más surrealismo en una sola escena? Se acabó llevando el premio ACT...

"Pollo campero. Comidas para llevar"

En el Kafe Antzokia, su enrollado personal facilitaba un ambiente relajado en el que te podías tomar una copa mientras admirabas a las catárticamente divertidas Sekvantaro con “Pollo campero. Comidas para llevar”, las del padre que se duchaba tanto… Con semejante título os podéis imaginar que jugaban al absurdo quizá incluso más que la anterior, con una mezcla de inglés y español que facilitaba la risa y una actitud que quedó clara desde el primer momento en el que, sin haber dicho ni una palabra, se desnudan completamente y se colocan delante del público durante un rato increíblemente largo, sin hacer nada, para que las veas, de frente y de perfil, nada que ocultar. A partir de ahí ya te parece que las conoces y que son como colegas. Después (una vez vestidas) pasan a desnudarse emocionalmente con las frases intimistas que las describen… Hubo quien no entendió tanto surrealismo, sobre todo cuando pidieron al público que las entrevistase como si fueran divas del teatro y se dedicaron a responder peras por manzanas, a la mejor manera de cualquier político de los que nos gobiernan: “ah, que me preguntas por la corrupción, yo te respondo con las cifras de la creación de empleo…”

Sandman
La danza llegó desde Corea, Hungría y Bélgica. La pareja de coreanos (H.in ballet) era delicada, con un punto divertido y una música ensoñadora muy en la línea de las últimas tendencias que mezclan danza contemporánea con humor. Los húngaros (Ferenc Fehér), con su imagen de homeless, dinamizaron el escenario con su continua confrontación, aunque yo realmente esperaba que cuando se quitaron las camisas acabaran morreándose en plan salvaje (no lo hicieron, tristemente). Y finalmente llegó, en la gala de clausura, la/el belga Sandman. Aspecto de mujer en un principio, la palabra hombre –man- en el nombre, y desde luego, arena (sand). Porque este personaje era más arena que carne y huesos. Jamás había visto un espectáculo de danza con un contorsionista que pareciera no tener huesos sino ser músculo flexible, arena y agua fluida, sin codos ni rodillas ni tobillos, incluso sin cuello… Era la ganadora del festival del año pasado y no me extraña. Y digo ganadora por aplicarle un género que me haga más fácil la descripción y porque llevaba faldas (soy así de convencional, qué dirán mis amigos escoceses). Porque es que con todos con los que hablé tuvieron sus dudas sobre el género del artista. Si empezaba como mujer naciendo para luego flotar (con rapidísimos cambios de vestuario en el mismo escenario) cual Agnetha de Abba sobre campo de margaritas y transformarse en una bestia sensual y sexual de sinuosa melena roja, acababa despojándose de la parte de arriba del vestido para descubrir un torso completamente plano y desarrollar una chepa, quedarse calva y adoptar el lenguaje corporal de un anciano que baja a andar entre el público y que provocó que me encogiese en la butaca deseando que no se me acercase… Es verdad que al principio sus movimientos desarticulados ya me habían recordado a los de un insecto gigante, pero la belleza acabó predominando en las imágenes que creaba y que nos dejaron boquiabiertos… (Conchita Wurst, ahógate de envidia…)

Y entre obra y obra podías mezclarte con los actores que acababas de ver, hablar con el jurado (la actriz vasca Itziar Lazkano, el atractivísimo actor y programador Joan Negrié y el
El jurado de ACT
director coreano con perfecto inglés NakHyun Kang)
o comentar con cualquiera cómo te habías quedado tras la última obra. Toda una experiencia del disfrute. Cuatro días de teatro sin fin que, para muchos de los habitantes de Bilbao, pasó totalmente inadvertida, pero que para los que tuvimos el placer de estar allí nos ha enganchado ya para las próximas ediciones. Y en los tiempos que corremos, las propuestas culturales hay que apoyarlas siempre. Y si son buenas, más aún.