sábado, 3 de noviembre de 2012

La salvación

Imagen 1
Imagen 2


Imagen 3

















Bilbao 2012, definitivamente año del fin del mundo. Mientras el pueblo español (y parte del europeo, o al menos el europeo del sur, es decir, los pobres de esta supuesta “gran familia”) se siente cada vez más como en la imagen 1, buscando esa salvación (que no rescate) de la situación de ruina y represión en la que nos vemos cada vez más metidos, nuestros políticos, nuestros banqueros y nuestros grandes empresarios siguen empeñados en cocinar el caldo de cultivo ideal para llegar a la imagen 2. Veamos cuánto tardamos en hacerla realidad. Desde luego, si imitáramos al gobierno y tomáramos como medida los resultados de las elecciones gallegas, estaríamos más como en la imagen 3, es decir, inmóviles e idiotizados, confiados en esa “solución divina” que nos prometieron cuando ganaron las elecciones. De lo que no se quiere hacer cuenta el gobierno es de la bajada de votos que han tenido en Euskadi y del descenso del voto en general, porque afrontémoslo, el pueblo cada vez confía menos en el sistema y en particular en los políticos. Es más, en esas múltiples encuestas de opinión que se empeñan en hacer, los españoles encuentran que su mayor problema es… ¡la clase política! Y si no que vean los resultados en Euskadi del partido “Escaños en blanco”, que trata de llenar los parlamentos de escaños vacíos para que no haya tanto chupóptero viviendo como reyes de nosotros, su pueblo, los que les votamos.

Pero hoy me he propuesto no hablar de política, que ya sabéis cómo me pongo… Hoy voy a dispersarme un poco con temas mucho más banales, que luego me acusan deremover los fuegos de la revolución... Y para ello os propongo una banda sonora de lo más relajante: se trata de Martha Wainwright, la hermanísima del conocido (y super gay) Rufus Wainwright.



¿Carlota, Carolina o Grace...?
Con poco que me conozcáis (o que me hayáis leído), os habréis dado cuenta de que a mí el mundo del “corazoneo” me importa más bien poco. Vamos, que como diría Rhett Butler, “me importa un pimiento” (aunque en el original sea mucho más fino y diga “I don´t give a damn”). Ésa sí que era una sonrisa de medio lado (de las de granuja de buen corazón)… Pero a lo que íbamos, a mí un cotilleo me gusta como al que más. Pero uno de alguien cercano, que conozca personalmente, y a poder ser con quien trabaje o haya trabajado, así para comentar entre compañeros, ya me entendéis. Pero es que a mí la nueva deriva de la prensa rosa no me llega, me parece vulgar y en general algo así como palomitas para el populacho. Me pongo malo cuando voy en el metro y veo chicas jóvenes con sus libros de la universidad… ¡leyendo el “Cuore”! Vamos, si yo fuera su profesor les diría: “lo siento mucho, señorita, pero tendrá que elegir, o los libros o el Cuore, porque esto es un oxímoron que yo no puedo tolerar…!” Eso claro, si yo fuera un profe de universidad de los de antes, de los que usaban el “usted” y palabras como “oxímoron(que a mi amiga Nieves le gusta tanto, si no sabéis lo que significa, ya sabéis, wikipedia toca). De hecho en aquellos tiempos las revistas de cotilleos tenían una cierta envergadura seudoartística y desde luego mucho más glamour, porque en ellas se podía leer sobre los últimos matrimonios de Elizabeth Taylor o sobre la decadencia de Ava Gardner. Eran gente que había hecho algo para ganarse un pedestal en la gloria. Incluso cuando aparecían imágenes de Carolina de Mónaco y del príncipe Carlos de Inglaterra bailando en una fiesta, al menos te hacían soñar aún con un supuesto romance que nunca llegó de una gente que se suponía inalcanzable. Claro, luego ellos también caerían en la decadencia… Pero es que hoy, si abro una revista de ésas (cosa que no hago a menudo, lo juro por Dickens o por “Mad Men”) lo único que veo son chonis y bakalas que a lo más que han llegado en la vida es a aparecer en un reality. Claro que hoy en día mi espíritu republicano me hace pensar que incluso eso es probablemente más de lo que hayan hecho cualquiera de esos príncipes y princesas (al menos Gracia de Mónaco, en su encarnación anterior, había sido heroína de algunos clásicos del todopoderoso Hitchcock y eso ya la redimía como para engordar de melancolía en un aburrido palacio…). Sin embargo por ahí van los tiros hoy. Porque el otro día, en las páginas de sociedad del periódico (de verdad que era el periódico), vi una imagen que me dejó impactado, consternado, sorprendido, asombrado, anonadado, aterido… No era otra que Carlota Casiraghi, la nietísima de Grace Kelly, saliendo de una fiesta. Os preguntaréis por qué me impactó tanto esa foto… Pues simplemente porque en un primer momento pensé que se trataba de una vieja imagen de su madre, Carolina, de cuando la leía yo en los “Hola!” de los 70… Pero no, se trataba de una imagen actual pero de la hija. ¿Cómo es posible? –pensé sin comprender nada, ¿se tratará de una clon en lugar de una hija natural? Y es que el parecido era tan asombroso, tan perfecto… que me recordó a algunas de mis fantasías distrópicas… Aquellas en las que la madre y la hija son tan idénticas que en la película las interpreta la misma actriz con diferente peinado… Pero es que aquí hasta el peinado era el mismo… ¿Sería una nueva versión de “Fedora”?

“Fedora” (1978) fue una de las últimas películas rodadas por el otro todopoderoso (como soy agnóstico, en realidad puedo tener varios dioses, ¿no?), Billy Wilder.  Bajo el onírico nombre del título se escondía una vieja actriz de Hollywood (papel en un principio pensado para Marlene Dietrich, pero interpretado finalmente por una belleza muy años 70, Marthe Keller) que había vivido retirada en una lujosa isla los últimos 30 años (vamos, algo así como la divina Greta Garbo). El caso es que un antiguo amor suyo, un productor interpretado por el antaño atractivísimo (y bisexual) William Holden, descubre que la vieja gloria en realidad sigue milagrosamente tan joven como siempre, gracias al trabajo de un cirujano plástico, y la convence para que protagonice uno de los más renombrados regresos de la historia del cine. Hasta ahí todo muy futurístico y una auténtica premonición de lo que más tarde pasaría con las grandes estrellas, como Susan Sarandon, que a su paso por Donosti a sus 60 y tantos años, parecía casi más joven que cuando protagonizó “Thelma y Louise” (y desde luego tenía más pecho). Al final de la película se descubre que Fedora es en realidad la hija de su madre (como todo el mundo), es decir, es la hija de la actriz, a la que la vieja ha conseguido volver medio loca transformándola a través de la cirugía en una réplica exacta de lo que ella fue de joven… ¿Será Carlota Casiraghi la nueva Fedora? ¿Tratará de seguir los pasos de su abuela interpretando quizá un remake de “Atrapa a un ladrón” con George Clooney en el lugar del elegante (y bisexual) Cary Grant?
©RM Ese Bilbao que me gusta tanto...
¿Veis como cuando quiero yo también me puedo poner de lo más petardo? Vamos, si a Boris Izaguirre le pagan tanto por decir petardadas, será cuestión de probar suerte… Pero como todavía nadie ha llamado a la puerta de mi blog para publicarlo en un dominical o algo parecido (mi sueño sería ser la nueva Elvira Lindo, que lo mismo te habla de política que de la última famosa con la que se ha cruzado), os comentaré que ya hay quien me ha dicho: “Oye, lo de nuevo en Bilbao ya tendrás que ir cambiándolo, que enseguida hará casi dos años que llegaste…” Pero qué quieres que te diga, Miguel, a mí el título todavía me resulta descriptivo de mi nueva situación. Seguiré siendo nuevo en Bilbao mientras siga sorprendiéndome al mirar a lo alto de los edificios y ver el interior de un salón señorial iluminado por una lámpara de pie (y preguntarme cómo se viviría allí), o al ver los montes al final de una calle, o continuar asombrándome de lo bonita que se ve la ría con sus puentes… Y desde luego, mientras siga encontrando actividades estimulantes en la ciudad… Os cuento lo que he hecho desde mi regreso de Oriente Próximo (no todos los años se pasa uno varios meses tan lejos, así que mejor fardar de ello, aunque mis adeptos ya sepáis que mejor olvidarlo…). Podría resumirlo en dos exposiciones, un concierto y un espectáculo multimedia. Las exposiciones son las dos estrellas de los museos de Bilbao esta temporada. Una es la de Egon Schiele en (¡cómo no!) el Guggenheim. De verdad os lo digo, cuando yo estudiaba Bellas Artes allá por los 80 todos queríamos hacer lo que él había hecho ya a principios del siglo XX. Y es que el señor éste, obsesionado con los enfermos mentales y con las prostitutas, sería hoy mismo de lo más moderno. ¡Si todo lo que nosotros queríamos hacer ya lo había hecho él! Esas líneas que consiguen extraer sensualidad de la anorexia, de la pedofilia, de la sordidez… ¡son casi dibujos de cómic postmoderno! Ya quisieran muchos de los que se las dan de modernos hoy… La otra expo no podía ser otra que la de Botero en el Museo de Bellas Artes. ¡Qué felicidad de volúmenes! ¡Qué alegría de colores! Estos dos artistas son, de hecho, la antagonía pura y dura, porque si al colombiano siempre le adjudican el sanbenito de pintar mujeres gordas (él dice que pinta volúmenes y mujeres sensuales) casi nunca se enfatiza lo suficiente el brillante colorido con el que ilumina sus obras, la alegría de vivir que te entra al ver tanto volumen, tanta carne y tanto colorido… Seguro que a García Márquez le encanta, porque podría ilustrar cualquiera de sus novelas…





El concierto. He de decirlo, acabó con mi espalda. Últimamente reconozco que elijo mucho los conciertos a los que voy porque, de verdad, termino siempre deseando que no hagan un bis porque mi espalda no lo resiste. Y desde que volví de Jordania he estado sufriendo terriblemente (tensiones acumuladas, tirón incluido, lo sé). Así que cuando The Wedding Present anunciaron hacia el final del concierto que eran de esos grupos raros que no hacen bises, casi doy saltos de alegría (suavitos, no vaya a ser que mis lumbares no lo resistan, ¡qué triste hablar de lumbares a mi tierna edad…!). Os paso un link a una de sus canciones:


En realidad no es que sean mi tipo de música favorito, pero fue un regalo que le hice a mi marido por su cumpleaños. Al fin y al cabo fueron uno de los grupos que él escuchaba en los 80 y no quiero que tenga la sensación de que por esta ciudad no pasan grupos interesantes (ya sabéis que es un fanático de la música, particularmente la indie). El caso es que yo pretendía regalarle entradas para ver a Patti Smith, que viene este mes a actuar en el Guggy. Pero estaban agotadísimas… Así que me conformé con un segundo plato. Me hizo gracia que los teloneros (de los que no había oído hablar en mi vida, eran locales) intentaran mantener su aura de rockeros, pero que sólo consiguieran que la gente se animara cuando hicieron una versión de los 80 de Alaska… Si es que el poder de la petardada siempre acaba funcionando. Pincha Alaska o Fangoria en cualquier fiesta y verás cómo todo el mundo se pone a bailar…

Y por último también disfruté hace unos días de una performance multimedia (cuando bromeaba con convertirme en artista multimedia para ver si por fin consigo ganarme un futuro, mi amigo Javi sugirió: “¿Y no sería mejor artista con medias”? Habrá que pensárselo…) que mezclaba danza contemporánea (con desnudos), coros, música, autómatas gigantes, luces y la narración de varios periodistas de guerra, incluido Jon Sistiaga. Claro, iba sobre escenarios de guerra y sobre su sinsentido. Era original y se presentaba en el novísimo y brillantísimo pabellón de los deportes de Miribilla (una de esas otras obras artísticas que inundan la ciudad). Y la verdad que nada mejor pudimos hacer en esa aciaga noche en la que la palabra “tormenta” se quedaba corta para describir la que caía. ¿Se habría pasado esa noche el divino Thor por Bilbao? (me refiero al maridísimo de la Pataky, claro)

Y ya que os he hablado de mi espalda os contaré algo más de mis conclusiones de estos últimos dos meses. Resulta que sí, mi espalda llegó a un punto tan extremo que mi médico de cabecera (sanidad pública, no gratis como nos dicen, sino pagada por todos nosotros) me envió a rehabilitación a Santa Marina, un hospital que hay por aquí en el monte. Y he de decir que no tardaron en darme cita, que me atendieron de maravilla durante las dos semanas que estuve yendo a diario y que me reafirmó en lo que he aprendido durante la estancia de mi madre en el hospital por una operación de rodilla. La rehabilitación a ella le tocó en el hospital de Gorliz, una maravilla de edificio junto al mar que más parece un balneario decimonónico que un centro de rehabilitación. Estuvo allí ingresada durante algo más de una semana y la trataron con profesionalidad y mucho cariño (algo muy importante para gente de esa edad). Cuando íbamos a visitarla, mi tío Juliantxu no hacía más que decir: “Esto no podemos permitir que desaparezca”. Se refería a la sanidad pública, ésa que tanto nos hemos peleado por conseguir durante años y que ahora nos están ya quitando (todo empieza con euro por receta y acaba como ya sabemos…). Si no nos movemos, esto es sólo el principio, hermanos y hermanas… Y ahí acabo, con el mismo cuadro con el que empecé, para que no nos olvidemos de que está muy bien ser petardos de vez en cuando. Pero seamos responsables y luchemos por lo que tenemos… Este mes hay una huelga general, yo creo que debería ser indefinida…


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