martes, 11 de octubre de 2016

Sonata de un escándalo... en la ficción televisiva


Bilbao, año 8 d.c. (después de la crisis). Sexo fuera del matrimonio, adulterio, ¿hijos ilegítimos?, cocaína, burdeles, alcohol, gángsters, clasismo, amores platónicos, obsesiones, mujeres psicópatas, represión, todo ello se da la mano en la nueva apuesta de la cadena pública por una ficción de calidad: “La sonata del silencio”, basada en la obra de la escritora Paloma Sánchez-Garnica. Se trata de una miniserie y, a diferencia del trato que se ha dado recientemente a otras del mismo formato, esta se emite semanalmente y en horario de máxima audiencia (aunque este sea ya a las 22.40).


Parece que últimamente a RTVE le ha dado por tratar de limpiar su reciente mala reputación (exactamente desde que gobierna el PP: informativos manipulados, quejas de los trabajadores, formatos con precios hinchados parac recompensar a los amigos, programas que aparecen y desaparecen de la parrilla…) con series de ficción de calidad que se dedican a revisitar el pasado. Si “El ministerio del tiempo(ya os hablé de ella en su momento) se ha convertido en serie de culto (uno de sus creadores, Javier Olivares, es también aquí guionista) y “Cuéntame cómo pasó” es la serie más longeva de la historia de esa cadena (a pesar de los casos de fraude en el pago de impuestos y su regusto por Panamá, que pusieron recientemente en peligro su supervivencia), habría que mencionar 

el éxito obtenido por “Águila roja”, así como el mal ojo al cancelar “El caso”, estupenda serie en la estela revival con un sentido del ritmo y los personajes muy bien situados en los años 60 (se agradecía incluso que el Madrid que reflejaba pareciese más el swinging London de la época) y unas tramas que nos han dejado con la miel en la boca a sus (al parecer) escasos seguidores. Thriller y sentido histórico mezclado con tramas sentimentales que hacían esperar cada capítulo con ilusión (algo que no ocurre muy a menudo en esta cadena).

La sonata del silencio” podría encuadrarse en la historia de RTVE entre las series que han adaptado obras literarias: de “Fortunata y Jacinta” a “La Regenta”, pasando por
No es Ava Gardner, sino Charo López en "Los gozos
y las sombras"
“Cañas y barro” o “Los gozos y las sombras”. Pero quizá se parezca más a “El tiempo entre costuras”. Material supuestamente creado para el público femenino, con glamour, caras guapas, enredos sentimentales imposibles, sentido histórico… pero todo contado con gusto y dentro de unos ambientes sofisticados que beben del cine de Hollywood de los años 30 y 40.

¿Que por qué me detengo a hablar de esta serie? Pues en primer lugar porque está muy bien hecha. La estética en encuadres, manejo de cámara y fotografía (picados y contrapicados, juegos de luces y sombras,  espejos y reflejos, encuadres escorados…) demuestra un interés por marcar un estilo determinado, similar al cine negro americano de la época que representa; pero en lugar de elegir un blanco y negro rabioso aquí han optado, claro, por el color elegante, ideal para verse con una copa de champán en la mano con guinda roja incluida. Por otra parte está Marta Etura. ¿Qué os puedo contar de este
Marta Etura
pedazo de actriz que no os haya dicho ya en otros posts? ¿Que me parece de lo mejorcito de su generación? ¿Que tiene una mirada que ilumina la pantalla? ¿Que en una ocasión la tuve al lado en la barra de un bar y me echó una de las sonrisas más bonitas que he visto? A su lado Daniel Grao (si os gustó ver su pecho en “Julieta”, aquí no os decepcionará, una pena que aparezca sin barba), Eduardo Noriega (adulto, cabroncete, con bigotito facha), Lucía Jiménez (cómo me recuerda a una Carmen Polo de Franco joven, tan católica, tan mala), Claudia Traisac (uno de los descubrimientos de “Cuéntame”, qué mirada más limpia, tiene mucho futuro esta chica), Fran Perea (oscuro, interesante, apuesto), Daniel Freire (polifacético, con dobleces, un gusto haber trabajado con él) y una magnífica Mabel Rivera (como siempre, desde que la descubrimos en “Mar adentro” siempre es un placer ver su increíble capacidad para la naturalidad). Una muy buena reconstrucción de época, estupendo nivel actoral y un guión que va de la represión de los años 40 a unos idealizados años 30 en una historia que va hacia atrás y hacia delante, y que te engancha, sobre todo, por el elemento culebrón.

"Hombre rico, hombre pobre"

Y aquí entramos en tema. Porque nos llegan los ecos de “Hombre rico, hombre pobre”, “Capitanes y reyes” o “Avenida del Parque 79” (grandes miniseries que iniciaron en los 70 esa moda de adaptar con calidad obras literarias-culebrón-historias-río). Pero también de “Dallas”, “Dinastía”, “Falcon Crest(sin el sentido del humor, claro) o incluso de “Arriba y abajo” e incluso “Downton Abbey”. Porque al fin y al cabo somos testigos de la bajada a los infiernos de una chica bien y su familia, de los tentáculos viscosos y lúbricos que se ciernen sobre ella y su dulce hija (reflejando a la vez la represión de la mujer propia de la época), la lucha entre familia pobre y familia rica, amores cruzados, violencia, el Hotel Ritz, las noches del Chicote, pero también los burdeles, las prostitutas y los chulos, incluso los garitos gays con drag-queens y fumadero de opio incluidos… Al fin y al cabo, a quién no le gusta un buen enredo sentimental con caras guapas y un poco de lujo. Mucho mejor que asomarse a un telediario y encabronarse con la realidad. Si aún no la has visto, ahí la tienes, en televisión a la carta. Pero asegúrate de ver sólo un capítulo a la semana. Como antes. Como esta serie se merece. Mantengamos el suspense... 

 

1 comentario: