miércoles, 11 de enero de 2017

La nueva forma de ver la tele (I)


Bilbao, año 9 d.c. (después de la crisis, o sea, de esta estafa a la ciudadanía). Primer post del año y ya ha llegado la hora de hablar de la televisión. Pero de la de hoy en día, no de las vetustas programaciones de las cadenas concedidas por el gobierno, sino de lo que ya usa la mayor parte de la población activa. Sí, estoy hablando de plataformas como Netflix, HBO, Movistar o incluso Amazon, que nos ofrecen todas las series de nuestros sueños, todas esas maravillas que han inundado los mercados en los últimos diez años o más, en eso que se conoce como la Segunda Edad Dorada de la Televisión


Y aquí hay que aclarar que, desde las magníficas “A dos metros bajo tierra” (Six feet under) y “Los Soprano”, dio comienzo un renacer de este medio tan querido que había sido considerado como la hermana pequeña del séptimo arte. Y si durante varias décadas los actores con caché y renombre no querían ni oír hablar de la tele, ahora se pelean por aparecer en ella. De hecho, incluso la gran dama de la interpretación, Meryl Streep (¡qué gran discurso anti Trump en los Globos de Oro!), ha grabado ya su regreso al medio
(“The nix”, de J.J. Abrams) que le dio la popularidad en los lejanos 70 con “Holocausto”. Y es que hoy en día el trasiego de actores entre cine y televisión o al revés, es ya algo cotidiano. Y si no que se lo digan a Brian Cranston de “Breaking Bad” o a Christina Hendricks de “Mad Men”, que no dan abasto. Y otros nombres como Glenn Close, Jessica Lange, Dustin Hoffman o Nick Nolte no han perdido la oportunidad de hacer el camino a la inversa. Por algo todos dicen que hoy en día las mejores historias se escriben (y se cuentan) en la televisión.   


Pero hablemos de plataformas. Si en el principio fue e-mule y luego vinieron torrent y la infinidad de plataformas de descarga gratuita (obviamente de manera ilegal), las que nos permitían ver todas las series que venían del mercado americano y de las que todo el mundo hablaba (como las ya mencionadas o “The wire”), pronto nos cansamos de pasarnos horas descargando a velocidades dignas de Los Picapiedra y empezamos a ver los capítulos directamente en streaming, sin necesidad de descarga. Pero esto también
contaba con inconvenientes, ya que existían cantidades inacabables de versiones truco: porno, páginas de juego, virus, etc. Para entonces ya habían entrado en el juego las joyas nórdicas como “The bridge”, “Borgen” o “Bron/Broen”. Y siempre les hacían la competencia las originalidades inglesas del tipo “Sherlock”, “Life in Mars”, “Misfits” o “Being human”.

Y claro, el mercado sabe lo que quiere el cliente, así que como manera de rentabilizar tantos años de pérdidas con bajadas ilegales, surgieron Netflix y HBO (por ahora las que se están comiendo el pastel). Y es que la televisión en directo, es decir con las series programadas a las 22.40 y con anuncios, con dos o tres capítulos seguidos, y siempre pendientes de la audiencia, ya no se la traga más que la generación jubilada… Y al tiempo. Porque ahora, por 7.99€ al mes, cualquiera puede tener acceso a una lista inacabable de series y de películas de manera legal. Para que no venga el señor Montoro a acusarnos de lo que ellos hacen tan bien, o sea, robar. Así que voy a comentar algunas de las series de última hornada que he visto últimamente y que creo que merecen la pena verse… O quizá lo haga en el siguiente post, y así, en el mejor estilo de capítulo de fin de temporada, os dejo con el cliffhanger…, es decir, con la miel en los labios. 

TO BE CONTINUED

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