domingo, 2 de diciembre de 2012

Una jornada particular... en Bilbao III. (continuación del capítulo II)

©RM El Corto Maltés, María Díaz de Haro 20

(Para la banda sonora de esta tercera parte de la historia: abrir en otra ventana el siguiente link, saltar la publi y escucharlo según leéis) 

Secuencia 9. Exterior - día. Calles de Indautxu.

Ya no me queda más remedio que rendirme a la evidencia. He perdido total y completamente la razón. Estoy siguiendo a George Clooney y a Audrey Hepburn, que andan cogidos del brazo por las calles de Bilbao Centro. Y él sigue llevando ese misterioso maletín en la mano… Se paran a mirar el escaparate de El Corto Maltés. Les debe llamar la atención la decoración vintage y lo comentan entre risas. Parece que se conocen de toda la vida. Me pregunto si también conocen al personaje que da nombre al bar. Por un momento hasta me parece ver al aventurero personaje de cómic reflejado en el cristal… Lo que me faltaba. 

©RM Gozatu, Maestro Gª Rivero 6
Secuencia 10. Interior – día. Gozatu.

George y Audrey deben tener hambre, porque han entrado sin pensárselo en el Gozatu. Entro detrás de ellos y, aunque ya nada debiera sorprenderme, la cantidad (y variedad) de pintxos en la barra, me deja casi exhausto pensando cuál voy a elegir. Ellos no se lo piensan tanto y se sientan tranquilamente a ponerse al día y a la vez, a atiborrarse a pintxos (¿cómo conservarán esa línea, si parece que no han comido en tres días? Eso sí, todo con mucha elegancia) Me empiezo ya a preguntar si todas las llamadas que ha recibido Clooney a lo largo de la tarde serían solamente códigos de una kedada entre amigos (o amantes, ¿quién sabe?). Pero, ¿por qué acudir con un maletín a una cita tan entrañable? Me dan ganas de preguntárselo directamente y así poder irme de una vez por todas al concurso de bloggers, que es donde debería estar, pero prefiero no romper el encanto y simplemente les observo desde la barra. Nadie más lo hace, así que son todo míos. Audrey mira al reloj y de repente parece que se le ha hecho tarde. O más bien, tardísimo. Recogen sus cosas precipitadamente y salen. Yo, para variar, les sigo.

©RM La Alhóndiga, Pza Arrikibar
   







Secuencia 11. Exterior – noche. Calles de Bilbao.

Pasan por delante de infinidad de comercios, locales, bares, restaurantes… Pero sólo parece llamarles la atención uno. De donuts. Estos americanos… (pero Audrey era europea, ¿no? Se habrá contagiado)  La verdad que no me extraña porque Doopies and Coffee atrae, por su iluminación, por la decoración, o quizá por la gula.
©RM Rguez Arias 39
 Ellos deben estar ya llenos, porque se dirigen hacia la Alhóndiga y no deben tener tanta prisa como parecía. Se paran a comentar el edificio. O quizá sea parte de su misión secreta. Porque Audrey señala una de las ventanas de la parte superior donde se ha encendido una luz. Alguien (sólo se vislumbra una sombra) la enciende y la apaga varias veces, como si fuera un código oculto. La Hepburn, ni corta ni perezosa, saca del bolso un coqueto espejito y refleja con él la luz de las farolas, abriéndolo y cerrándolo también varias veces. Clooney la mira con interés mientras ella se comporta como una auténtica espía internacional. Está claro que ha pasado por esto más veces. Y yo me maldigo por no haber hecho caso de aquellos cursillos de señales de barcos que seguí en Algorta cuando aún pretendía convertirme en agente secreto.  Audrey cierra el espejito y le susurra algo al oído a su amigo actor. Siguen su recorrido. La luz en lo alto de la Alhóndiga se apaga definitivamente. Cruzan la plaza de Arrikibar y se dirigen hacia la calle Ercilla. Claro, allí sólo podían ir al Hotel. El Ercilla, desde luego.

Hepburn en el Ercilla, 
Secuencia 12. Exterior – noche. Hotel Ercilla.

Van a entrar (¿serán definitivamente amantes? Cada vez hay más misterios en esta historia y yo sin descubrir aún ninguno). Pero allí mismo, en la entrada, se despiden con un pacato beso en la mejilla.  Y entonces es cuando ocurre un momento clave. Lo veo a cámara lenta, claro. Tras el inocente beso y un mohín de niña mimada por parte de ella… él le pasa el maletín. O sea que era para la actriz todo el tiempo… ¿Pero qué hay dentro?  Clooney se queda mirando cómo la estrella de otros tiempos entra elegantemente al hotel, casi como si flotara en lugar de andar. ¿Qué hago? ¿Entro y pregunto a la recepcionista en qué habitación se aloja Audrey Hepburn? Seguro que llama a la Ertzaintza. Mejor me quedo con Clooney, que ya es para mí como un viejo amigo.


Secuencia 13. Exterior – noche. Gran Vía-Calle Ledesma.

Le veo callejear esta vez casi sin rumbo. Entra en la Gran Vía (ya iluminada con el mismo azul de los últimos años, que le da un aspecto tan irreal como la historia que estoy viviendo esta tarde) y pasea. Cruza Moyua. Pasa por delante de la BBK y se queda mirando un enorme anuncio que publicita la exposición de Fernando Botero en el Museo de Bellas Artes (seguro que le conoce personalmente). Sigue su paseo y tuerce hacia la calle Ledesma. Allí, sin pensárselo demasiado, se mezcla con la gente que se amontona en el exterior del Bar que recibe su nombre de la calle.

Secuencia 14. Interior – noche. Bar Ledesma.

Se ha debido quedar con hambre, porque desde fuera veo cómo se devora uno de los estupendos pintxos de tortilla en los que se especializan. Ha elegido el de torti de champiñones (detalle a tener en cuenta si alguna vez le invitáis a cenar). El bar está a tope pero nadie parece reconocerle y él está obviamente a gusto, disfrutando del anonimato. Da las gracias al camarero y sale. Sigue su ruta incierta.

  

Secuencia 15. Exterior – noche. Calles de Bilbao.

Pero claro, ¿dónde podría dirigirse el protagonista de “Ocean´s eleven”? Está claro, al Gran Casino de Bilbao. Antes de llegar se para a mirar un cartel gigante con la cara de su amigo Brad. Brad Pitt, claro, que anuncia un conocido perfume de mujer que en su tiempo ya anunciara otra gran diva de Hollywood: Marilyn Monroe (¿sabéis que la rubia inmortal fue la primera opción para interpretar a Holly Golighty en “Desayuno con diamantes”? Al final todo acaba encajando en el puzle).

©RM El Gran Casino, Ada. Urquijo, 13
Le dejo en el Casino, creo que la única apuesta que puedo hacer en este momento es sobre cuál será el contenido del maletín o por qué nadie parece reconocer a estas macro estrellas allá donde vayan. Estoy decidido a descubrir el misterio. ¿Qué hay en ese endiablado maletín? ¿Dinero? ¿Cosméticos que les hacen inmortales? ¿Joyas? Mañana a primera hora me panto en el Dómine y no dejaré de seguirles hasta descubrirlo todo. Vuelvo a pasar por la Gran Vía iluminada y, camino de casa, me encuentro con el escaparate de Arnaga. Este año han hecho un auténtico esfuerzo por mantener (o incluso crear) un espíritu navideño. El laberinto de detalles, entre cajas, papeles y pequeñas puertecitas secretas te hace desear que existieran las cookies mágicas de “Alicia en el País de las Maravillas” para reducirte de tamaño y pasar horas y horas descubriendo sus vericuetos. Lo que me recuerda de nuevo el concurso de bloggers. Ya se me ocurrirá una excusa. No quiero pensarlo hoy, ya lo pensare mañana (Escarlata dixit).

 (to be continued)
Arnaga, Colón de Larreategui 8

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